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Clandestinidad de nosotros mismos

Miguel Roig

En sus ensayos, Storytelling y Kate Moss Machine, Christian Salmon habla de la necesidad de construir una historia, un rol, para poder circular en un mercado global, flexibilizado, en el cual han caducado las antiguas pautas laborales y no hay salida si no es a través de una metamorfosis que nos permita significarnos en algo que no somos y vender ese resultado. Richard Sennett, en igual dirección, apela al talento de cada uno para hacer frente a un desafío al proponernos pensar “cómo desarrollar nuevas habilidades, cómo explorar capacidades potenciales a medida que las demandas cambian”.

Se trataría de escondernos en nosotros mismos para sacar fuera a alguien, a otro que nada tiene que ver con nosotros, con lo cual, nuestro verdadero yo pasa a la clandestinidad. Esto se ve claramente en los call centers localizados en India. Los call centers son centros de atención, información y servicios al cliente a través de números telefónicos gratuitos. Múltiples empresas estadounidenses e inglesas derivan estos servicios a compañías indias con un ahorro de costes considerable. Para poder ofrecer el servicio, las compañías indias preparan y entrenan a sus empleados en la difícil tarea de cambiar su personalidad real por la de un estadounidense o un inglés, es decir, que Namrata, Vandana y Oaref se convierten, por ejemplo, en Naomi, Osmond y Nikki. Los empleados hacen cursillos para corregir su fonética y se les sumerge en la cultura y el estilo de vida occidentales. Los teleoperadores que trabajan para la cadena de supermercados Tesco, por ejemplo, están formados para estar al corriente de la actualidad política y deportiva del Reino Unido. Es decir, que Vandana durante el día, en su entorno natural, es un ciudadano de Bombay que convive con su familia y sus amigos como tal, pero por las noches se convierte en Osmond, un vecino de Liverpool que suele frecuentar el estadio Anfield y se regocija con las paradas de Pepe Reina.

Salmon usa el caso paradigmático de Kate Moss para describir el paisaje socioeconómico actual y mostrar un personaje que sabe moverse en él de manera fluida, mutando y reinventándose todas las veces que haga falta para mantenerse en circulación. La periodista Mercedes Milá, de reconocida trayectoria profesional y con un estilo personal para realizar entrevistas, que conduce desde el año 2000 el reality show Gran Hermano en la cadena Telecinco, en una entrevista para el periódico El País, cuando Luz Sánchez-Mellado le preguntó si consideraba que la tarea que desarrolla en Gran Hermano es periodismo, Milá respondió, “Sí. Otro periodismo. Y lo es porque hago de la vida en la casa una crónica. Observo lo que pasa y luego lo reflejo en el programa, y hago las entrevistas en función de lo que he visto, por tanto estoy haciendo periodismo. Lo que ocurre es que hay mucha gente que niega el pan y la sal a esa historia, pero ha llegado un momento en que me da igual. Trabajo para los que ven y les gusta Gran Hermano, el resto me da igual”. Milá decide que aquella periodista que todos conocimos pase a la clandestinidad y deja emerger una nueva profesional, distinta, que ejerce “otro periodismo”.

El filósofo argelino Sidi Mohamed Barkat tiene una teoría muy interesante con respecto al nuevo actor social dentro del sistema económico actual, el cuerpo: “El sujeto ha sido transformado en una especie de empleador de sí mismo. El sujeto emplea el cuerpo”. Y el cuerpo, según este pensador, debe moverse y ser polivalente, trabajar, a través de la tecnología en todas partes, todo el tiempo. El movimiento es el elemento determinante de este otro nuevo rol capaz de funcionar a toda hora y en cualquier lugar. Correr, correr: “La gente corre para atrapar, no solo el salario, no solo el reconocimiento, corre por el simple hecho de correr. Cuando se corre se crea un hilo y si uno se para, el hilo se rompe. Correr es trazar una línea. Esta línea no existe. Solo existe cuando se corre”, piensa Barkat.

Puede que sea el hilo que une al que somos, el clandestino, con el que ponemos en marcha cada mañana y que da la cara por nosotros. El que sale a correr como una gacela o un león. Es sabido que cuando amanece la gacela debe correr más que el rey de la selva para que este no se la meriende y el león debe correr más que ella para no morir de hambre. Así están las cosas. Se trata de llegar antes, aunque uno sea otro.

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