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El arzobispo de Granada se postra para pedir perdón “por la conducta de la Iglesia”

EFE

José A. Cano

El arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, presidió una de las misas con más expectación de su vida, tanto social como mediática, tras una semana en la que el caso de posibles abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes de su diócesis lo ha colocado en el centro de la polémica ante su posible intento de detener la investigación eclesiástica de los hechos cuando tuvo conocimiento de ellos.

Martínez comenzó la misa de las 12.30, que cada semana oficia en la Catedral granadina, con una alocución en la que apeló al perdón “que todos los días suplicamos a Dios y a nuestros hermanos”. El arzobispo anunció que “como en Viernes Santo”, se postraría ante el altar, pidiendo a los sacerdotes que cooficiaban junto a él que lo imitasen y a los más de mil fieles que ocupaban el templo que se arrodillasen. Una petición de perdón “de un par de minutos, nada de unos segundos”.

El purpurado, que mostró gesto abatido durante muchos momentos de la misa, pidió perdón antes de postrarse “por todas las veces que podamos haber hecho daño a alguien” y en especial “a todos aquellos que hayan sido escandalizados por la conducta de la Iglesias y de los pastores”.

En un ambiente de normalidad, más allá de la patente presencia de los medios de comunicación en el templo -por otro lado tampoco extraña en fechas señaladas, como la celebración de la polémica fiesta de la Toma de Granada-, Martínez ofició durante casi una hora y media. La homilia, sobre la que se depositaba la expectación, tampoco hizo referencia a la polémica de esta semana, en contraste con otras intervenciones más explícitas del prelado, que llegó a denunciar a “la España subsiada” o comparar el aborto con el Holocausto nazi.

“Lo que produce escándalo es que seamos malos pastores”

Martínez aseguró que “es doloroso cuando, en nombre de una situación de preeminencia en la comunidad, los pastores hacemos mal uso de la confianza depositada en nosotros”. Siempre que sucede eso “es una dolorosísima herida en el cuerpo de Cristo”. Así “lo que produce escándalo es que seamos malos pastores”, refiriéndose elípticamente tanto a los 10 sacerdotes investigados -tres como presuntos autores de los abusos y siete como encubridores- como, quizas, a sí mismo.

Por ello, pidió “cuidar de aquellas personas que por nuestra culpa hayan podido ser escandalizadas o heridas por la Iglesia y especialmente por aquellas personas que tenían el deber de cuidar de ella”. Recordó que “el Mal es el Mal, y hay que erradicarlo, y cuando afecta a los más inocentes, a los indefensos, aún más decididamente”, pero el Evangelio “enseña que no debemos juzgar si no queremos ser juzgados”.

Evocó una de sus habituales visitas a la cárcel granadina de Albolote, en la que la psicóloga de prisión le pidió que pusiese la mano en la cabeza, para bendecirlo, a un preso reincidente que había cometido recientemente un homicidio. Este preso tendría “bollos en la cabeza por las patadas que le pegaba su padre de pequeño”. Así, Martínez afirmó que cuando visita prisión se pregunta “¿por qué vosotros estáis ahí y yo aquí? ¿qué habria sido de mi si me hubiesen pegado patadas en la cabeza de pequeño?”.

La misa, más concurrida de lo habitual según fuentes del Arzobispado, incluyó en las peticiones “la unidad de España” e incluyó campana a la hora de elevar la consagración en el altar. Martínez se despidió también con normalidad, aunque pidiendo dar gracias al Señor “por todo el bien que nos ha hecho”, en referencia a un Salmo que, afirmó, le habían recordado esa misma mañana en relación con los graves hechos actuales.

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