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Soria, el fuego amigo que ayudó a hundir al PP

Los candidatos del PP a la Presidencia del Gobierno de Canarias, Australia Navarro (d); al Cabildo de Gran Canaria, Maercedes Roldós (2d) y al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona (i), con el ministro de Industria y presidente del PP de Canarias, José Manuel Soria, tras conocerse los resultados de las elecciones. EFE/Elvira Urquijo A.

Enrique Bethencourt

Las Palmas de Gran Canaria —

Uno de los elementos sustanciales de las elecciones autonómicas y locales del 24M en Canarias es el enorme retroceso experimentado por el PP, primera fuerza en votos en los comicios de 2011. Una espectacular bajada especialmente en el Parlamento –en el que pierde casi la mitad de sus escaños, pasando de 21 a 12, y padece una enorme sangría en votos- pero que le afecta también en los cabildos (no gobernará ninguna corporación insular, tras su hundimiento en Gran Canaria) y en los ayuntamientos.

En el Parlamento de Canarias los conservadores pierden más de 13 puntos porcentuales y 120.000 votos. En las islas orientales obtienen solo 6 escaños frente a los 12 de las anteriores elecciones de 2011, con una reducción del 50% de escaños en el caso de su, hasta ahora, feudo grancanario. En las occidentales pasan de 9 a 6.

A que esto se produzca ha ayudado en buena medida, sin duda, el enorme sufrimiento causado por las políticas de austeridad y recortes aplicadas por el Gobierno estatal de Mariano Rajoy, factor común, junto a la colección de escandalosos casos de corrupción, a la bajada en la práctica totalidad de las comunidades autónomas.

Enfrentamiento y castigo

Pero en el caso canario contribuyen otros elementos. Entre ellos las políticas que el ministro de Energía, Industria y Turismo, José Manuel Soria, ha aplicado con relación al Archipiélago (renovables, tasas aeroportuarias, etcétera) y su papel relevante en el enfrentamiento permanente y el no menos permanente castigo del Gobierno de España al Gobierno canario, a su Comunidad y, en definitiva, a sus ciudadanos y ciudadanas.

Un castigo expresado en los Presupuestos Generales del Estado (PGE), con la desaparición de los planes de empleo y la disminución drástica del de carreteras; lo que ha perjudicado mucho a una Comunidad con tasas de desempleo por encima del 30%.

Además, el protagonismo de Soria en el impulso de las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a Canarias por la multinacional REPSOL ha dañado al PP, especialmente en las islas orientales.

Que los sondeos señalaran que más del 75% de la población se oponía a los mismos le dio igual a un Soria que se mueve encantado en el desafío y la soberbia frente al mundo. La misma que le hizo subirse varios escalones en el Cabildo de Gran Canaria en el 2003 y que hoy sirve para que, desde una escalera mucho más alta, caiga estrepitosamente su partido en las Islas.

Bravo por Soria

Para culminar el proceso que ha llevado al PP a sus nefastos resultados de la noche del 24M, Soria fue clave en la defenestración de José Miguel Bravo de Laguna que, pese a ser señalado como el favorito de la ciudadanía en los sondeos, fue jubilado por decreto y sustituido por Mercedes Roldós al frente de la candidatura al Cabildo de Gran Canaria.

La jugada le salió muy mal porque el veterano Bravo de Laguna no se fue a su casa, como tal vez Soria esperaba y deseaba, sino que montó un partido instrumental, decisivo en el desplome del PP en Gran Canaria y en el triunfo de Nueva Canarias en la Isla; como se fraguó esa singular operación lo dejo para otra ocasión.

El fracaso de la decisión de Soria ha sido evidente. Los conservadores son hoy segunda fuerza en el Cabildo Insular de Gran Canaria detrás de Nueva Canarias, con la que empatan en escaños al Parlamento por esta isla. Pierden la mayoría absoluta en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde con toda seguridad pasarán a la oposición.

Y retroceden en otros ámbitos municipales, diciendo adiós con toda probabilidad a las alcaldías de Telde (segunda ciudad más poblada de la isla redonda), Mogán, Agaete y, probablemente, Santa Brígida. Bajan significativamente, asimismo, en La Laguna, Santa Cruz de Tenerife (donde fueron primera fuerza en 2011) o Arrecife.

Como me decía con preocupación una semana antes de la convocatoria con las urnas un joven y alto cargo del PP, uno de los damnificados del batacazo de ayer, “José Manuel Soria nunca escucha y ha tomado distintas decisiones que nos pueden costar muy caras en Gran Canaria y en Canarias”. Predicción cumplida sobradamente.

Valentía

Soria no ha tenido la valentía de venir a presentarse a las elecciones en Canarias tras realizar semejante desaguisado. Asimila mal las derrotas y prefirió que se estamparan otros. Australia Navarro, Mercedes Roldós y, especialmente, Juan José Cardona, se habrán acostado en la noche del 24M dando vueltas a las causas de sus estrepitosas derrotas.

Y en la nebulosa de condicionantes del descalabro habrán visto silbar las balas del fuego amigo procedente de Soria que, pretendiendo alcanzar a Paulino Rivero y al Gobierno de Canarias, así como demostrando una vez más su autoritarismo en un partido que considera su auténtico feudo, ha dejado muchos cadáveres en el camino. Muchos de ellos de sus propias filas.

¿Habrá algún síntoma de rebeldía en el partido contra uno de los principales causantes de la hecatombe popular en el Archipiélago? Es la mejor oportunidad para romper con las inercias del silencio y el miedo que han presidido la vida orgánica de una formación política que ayer entró en barrena en el conjunto del Estado, pero de manera mucho más profunda en Canarias.

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