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La reducción de costes laborales eres tú

Isaac Rosa

¿Te han bajado el sueldo en la empresa? ¿Has dejado de cobrar horas extra o alguna paga extraordinaria? ¿Echas más horas que nunca? ¿Hacéis entre dos el trabajo que antes hacíais entre cuatro? ¿Has dejado de ser asalariado para convertirte en un falso autónomo? Pues si estás en uno de esos casos, sonríe y saca pecho, que el gobierno está orgulloso de ti. Has contribuido con tu sacrificio a reducir los costes laborales. Y ese es el único “éxito” que Rajoy podrá enseñar mañana en Bruselas.

Incapaz de bajar el déficit ni la deuda, con el sistema financiero que todavía da miedo, y teniendo pendientes las principales reformas que la Troika nos exige, la única medalla que Rajoy puede colgarse para el examen de mañana es esa. Ya este fin de semana, en un encuentro con empresarios, presumió de ello: “Desde la creación del euro, los costes laborales unitarios no habían estado tan bajos en relación con los de la Unión Económica y Monetaria”.

Reducción de los costes laborales unitarios, lo llaman. Es decir, lo que cuesta en términos salariales la producción. Y su bajada se debe por un lado al recorte de sueldos, y por otra a la destrucción de empleo, que hace más “productivos” a los empleados que quedan: es decir, que trabajan más que antes por el mismo o menos sueldo. En parte por miedo a ser despedidos, en parte por tener que hacer entre menos el trabajo que antes se hacía con más empleados.

Ese es el ajuste español: despedir trabajadores de mil en mil, y “flexibilizar” a los que quedan, bajándoles sueldos, recortando derechos y haciéndolos más “productivos”. Así llevamos ya tres años de reducción de costes laborales. Y los que nos quedan. Porque mientras el ajuste se haga principalmente sobre los trabajadores, sobre nuestros empleos, sueldos y derechos, y no se toquen los márgenes empresariales, los impuestos de las rentas altas y las grandes empresas, ni se hagan quitas de deuda, el ajuste será largo y duro. Muy largo y muy duro.

Si pretenden que el ajuste lo soportemos los trabajadores, harán falta muchos años, y tendremos que empobrecernos mucho más que ahora. La magnitud de lo que queda por ajustar (y más estando en recesión) es tal que obligaría a bajadas de sueldo muy superiores a las actuales, a recortes y contrarreformas mucho más profundas. Y aun así, tal vez no sea suficiente.

El economista Nouriel Roubini, famoso por su desconfianza hacia las posibilidades de España, decía este fin de semana en un artículo en El Economista que España no ha tocado todavía fondo, y que nos esperaban una o dos décadas de ajuste duro. Frente al optimismo con que de vez en cuando nos salpica el gobierno (hoy mismo, cuando publiquen los datos del paro registrado), la mayoría de economistas, de un signo u otro, coincide en que todo es empeorable, y que aun nos queda recorrido en el pozo para seguir hundiéndonos.

Además, el camino elegido, la devaluación laboral, no puede hacerse a lo bestia, sino poco a poco. Para evitar un estallido social, pero también para no romper del todo la delgada cuerda que todavía sostiene en pie la economía, pues terminaría de hundir la demanda interna, deprimiendo más el consumo y destruyendo más empleo, como advirtió ayer la OIT.

De modo que mientras pretendan que esta enorme montaña de basura nos la comamos solo los trabajadores, la quimérica recuperación se hará esperar, y será muy lenta. Y medidas como las que propone el Banco de España, de trabajar por debajo del salario mínimo, son solo un aperitivo para lo que nos espera si seguimos por ese camino.

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