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Thoreau y Tolstói, contra el sistema

El novelista ruso Lev Tolstói.

Ignasi Franch

Nacidos en la Nueva Inglaterra que debatía la abolición de la esclavitud y en la Rusia zarista, Henry David Thoreau (1817-1862) y Lev Tolstói (1828-1910) representan, con sus similitudes y diferencias, la creación artística comprometida con los derechos individuales. Sus puntos de vista sirvieron de referente a activistas como Mahatma Gandhi o Martin Luther King.

El escritor estadounidense publicó La desobediencia civil, obra surgida de su estancia en prisión por no pagar impuestos a un Estado que consideraba esclavista y belicista. El autor de Anna Karénina concibió la doctrina de la no-resistencia, y acabó defendiendo un anarquismo pacifista y espiritual. Ahora ambos vuelven a las librerías de la mano de Errata Naturae.

Reflexiones sobre un viaje

Esta editorial ya había publicado una de las obras culminantes de Thoreau, Walden, además de Cartas a un buscador de sí mismo. Ahora persevera con un texto inédito en lengua castellana, Musketaquid, nacido en circunstancias trágicas. En 1842, el hermano del autor murió prematuramente. Como homenaje, Thoreau elaboró literariamente los recuerdos de un viaje en barca que habían realizado en 1840, partiendo de las anotaciones realizadas en su diario.

En Musketaquid, el paisaje tiene un peso evidente. Sugiere consideraciones sobre la fauna, la flora y la historia humana de cada paraje. Thoreau incluye anécdotas de la Guerra de Independencia, de la lucha contra los

indios... o de jaulas donde encerrar a “todos aquellos que ofendían la santidad del domingo”. También son constantes las citas de poemas propios y ajenos, de dramas grecolatinos y shakespearianos, o de libros sagrados de procedencias diversas.

El resultado no es un ensayo de crítica literaria. Tampoco un libro de viajes al uso ni un canto funerario. Es, en definitiva, otra ventana abierta a una personalidad poliédrica de poeta, diletante y naturalista. Aunque el autor no deje tantos rastros de su pensamiento político como en otras ocasiones, por mucho que recuerde su encarcelamiento. O vuelva a afirmar su desconfianza respecto a las instituciones y su rechazo a la industrialización.

El proyecto nació del dolor por la pérdida del hermano, pero no abundan las apelaciones directas a él. La emotividad es más insinuada que explícita, y se expresa mediante sobreentendidos. Quizá este sea otro nexo con Tolstói, que rechazaba el sentimentalismo por considerarlo hueco y enfermizo. Con todo, las bellas páginas finales del libro, sobre la amistad, sobre las huellas de lo trascendente en la naturaleza, sobre el silencio, tienen mucho de sutil elegía.

Tolstói indignado

Célebre por obras como Guerra y paz, Lev Tolstói fue mucho más que un escritor de grandes frescos narrativos. No sólo por ser también un maestro de la literatura en distancias más cortas: también por redactar decenas de textos donde se entremezclaban lo pedagógico, lo moral y lo político. Fue un aristócrata religioso pero anticlerical, atormentado por las pésimas condiciones de vida que sufría el pueblo. Viviendo en pleno zarismo, desarrolló un rechazo a cualquier forma de Gobierno.

Si Musketaquid nos revela un Thoreau menos militante que en otras obras, el ensayo breve Contra aquellos que nos gobiernan ejemplifica la vertiente más radicalmente política de Tolstói. Si en otros textos predominaban las llamadas al amor, aquí se orienta más a la indignación por el estado de las cosas. Una indignación expresada con una prosa contundente y persuasiva.

A diferencia del abolicionista Thoreau, que no llegó a ver el final de la esclavitud en su país, el ruso sí vivió el fin del vasallaje. Y constató que este traía consigo nuevas formas de explotación, con lo que cuestionó el sistema hasta su raíz. No sólo rechazó los impuestos que consideraba injustos, sino todo Gobierno, toda propiedad, toda ley que pueda ser defendida mediante la fuerza.

“Los Gobiernos son instituciones inútiles, funestas e inmorales en alto grado”, escribió. Apenas distinguía posiciones ideológicas: criticaba tanto a absolutistas como a liberales. Y también a los socialistas, por ofrecer soluciones que consideraba contradictorias, tan engañosas como las promesas eclesiásticas de un más allá mejor.

La radicalidad de Contra aquellos que nos gobiernan puede distanciar a algunos lectores. Pero siguen siendo oportunas sus críticas a la represión ciudadana, a la construcción de grandes infraestructuras o a la celebración propagandística de espectáculos organizados. Señala, además, la senda del autoabastecimiento y del ecologismo, presagiando los movimientos defensores del decrecimiento económico.

Posdata cinematográfica

En los últimos años de su vida, Tolstói escribió la novela corta El cupón falso, una ácida mirada a la sociedad contemporánea. Décadas después, Robert Bresson actualizó la historia y la llevó a la gran pantalla bajo el título de El dinero. Ambos artistas mostraron el poder embrutecedor del capitalismo mediante una historia, relativamente coral, que comienza con la falsificación de un billete.

Ahora que se cumplen treinta años de su estreno español, la película sigue reivindicándose como una muestra inusual de film crítico: glacial, austero, antisentimental, sin el menor rastro de populismo. Eso sí, es una denuncia que no incluye propuestas. Thoreau apostaba por un individualismo que ha fascinado también a anarcocapitalistas estadounidenses; Tolstói buscaba revoluciones interiores basadas en el amor y la fe. Bresson, en cambio, optó por un pesimismo feroz. Y no dejó ninguna puerta abierta a la esperanza en su testamento creativo.

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