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Moldavia afronta su destino

Elecciones Moldavia

Abel Riu

Hoy se celebran elecciones legislativas en Moldavia. Normalmente invisible en los medios de comunicación españoles, desde su independencia en 1991 este pequeño país -encerrado geográficamente entre Ucrania y Rumania- ha estado dividido en relación a la orientación internacional hacia la cual avanzar. Por este motivo, hoy más que nunca Moldavia está en el punto de mira tanto de Moscú como de occidente, y por ello el resultado de los comicios habrá que interpretarlo no solo en clave interna sino también como parte de la disputa que libran Rusia y la UE por el control del espacio ex soviético.

La República de Moldavia es, con diferencia, el país más pobre de Europa. Su renta per cápita (PPA) es de 4.699 dólares, a mucha distancia de los tres países que la preceden en el ranking: Kosovo (8.740$), Ucrania (8.788$) y Albania (10.489$). No es de extrañar pues que cerca de un 45% de la población viva con menos de 5$ al día, y que su esperanza de vida sea de 69 años, una de las más bajas de Europa. El Índice de Desarrollo Humano es de 0.660, habiendo alcanzado después de dos décadas los niveles previos a la caída de la Unión Soviética, después de la larga crisis de los 90.

Moldavia es también uno de los países del mundo más dependiente de las remesas que envían los emigrantes que viven en el extranjero, concepto que representa ni más ni menos que un 32% del total del PIB. Del total de remesas, cerca de un 60% provienen de Rusia. Durante las dos últimas décadas la economía moldava ha crecido una media del 5,6% anual, pero la situación de subdesarrollo sigue siendo muy preocupante, sobretodo en el campo -el cual todavía no se ha recuperado de las consecuencias de la caída de la URSS- existiendo decenas de miles de hectáreas en situación de completo abandono, y pueblos a los que apenan llegan las carreteras, el agua o la electricidad.

La campaña electoral ha girado sobretodo en torno al futuro del país en materia exterior y al polo geoeconómico del que debe formar parte Moldavia. Durante los últimos cuatro años el país ha dado un paso importante en su proceso de integración hacia el espacio europeo, materializado en la negociación y firma del Acuerdo de Asociación con la UE, el cual entró en vigor de manera provisional el pasado 1 de Septiembre. Según Ana Gutu -presidenta de la Comisión de Exteriores del Parlamento moldavo y diputada del Partido Liberal- la firma de este acuerdo representa “un acontecimiento extraordinario, siendo comparable por su importancia a la declaración de independencia de 1991”.

A diferencia de Ucrania, país mucho más integrado en el espacio económico y comercial post-soviético, Moldavia disfruta de una posición más equilibrada en este sentido. Si bien es cierto que su principal socio comercial es Rusia (destino de un 26,3% de las exportaciones moldavas en 2013), el conjunto de las exportaciones de Moldavia a los países de la UE representan el 42,6% del total, superando también al conjunto de exportaciones realizadas a los países de la Comunidad de Estados Independientes -antigua URSS-(38,5%) y de la Unión Aduanera (31,7%). De entre las principales exportaciones moldavas destacan los vinos y productos vinícolas, las frutas, hortalizas y otros productos agrícolas, así como maquinaria y equipamientos electrónicos, habiendo sido el primer grupo el más afectado por las sanciones impuestas por parte de Rusia tanto en 2006 como en 2013 y 2014, herramienta que, junto al gas y a su papel en el conflicto de la Transnistria, es utilizado por Moscú para influir en los asuntos internos del país.

En palabras de la propia Gutu, la integración en la UE es un fin en sí mismo pero también una herramienta para impulsar las reformas políticas que necesita Moldavia, por lo que respecta a la lucha contra la corrupción en las instituciones del Estado y por encima de todo del sistema judicial. Sin embargo, los datos demuestran que una mayor integración en la UE no es garantía de mejoras en este aspecto. Bulgaria, sin ir más lejos, ha caído 20 puestos desde 2008 hasta 2013 en el ranking global de corrupción de Transparencia Internacional (situándose en el número 77) y Hungría ha perdido 6 puestos (del 41 al 47) de 2004 a 2013, un periodo en el que la propia España ha caído del puesto 22 al 40.

Conscientes de que la aceptación de nuevos Estados miembros de la Europa del Este en la UE no entra en las prioridades de Jean-Claude Juncker (habiendo declarado que hasta 2019 no se van a producir nuevas adhesiones), el principal objetivo del actual gobierno de Iurie Leanca es ganar las elecciones para seguir impulsando reformas que acerquen a Moldavia a los estándares de acceso a la UE como miembro de pleno derecho.

En este sentido, dada la imposibilidad de resolver el conflicto de la Transnistria a corto plazo, confían en que un mayor acercamiento a la UE sirva también para incrementar los estándares y las condiciones de vida de los ciudadanos moldavos, hecho que según el gobierno atraería a la población de la Transnistria hacia los postulados que defienden el retorno de territorio (independiente de facto desde 1992) a soberanía moldava.

Pese a tener clara su agenda, Ana Gutu reconoce que -del mismo modo que sucede en Ucrania- no existe un consenso nacional por lo que respecta a la integración europea. Las minorías nacionales que viven en Moldavia (sobre todo ucranianos, rusos y gagaúzos) y que suponen más de un 20% de la población se oponen en su mayoría a dicha integración, siendo partidarios de mantener la independencia del país respecto a los bloques económicos o incluso de integrarse en la Unión Aduanera impulsada por Rusia. Lo mismo sucede con gran parte de los moldavos que entienden que Moldavia es una nación distinta a la rumana, con sus propias características diferenciadas. Por el contrario, de entre los moldavos que defienden que Moldavia es una parte de la nación rumana, el sentimiento pro-europeo es mayoritario.

Des de finales de la década de los 90, todas las elecciones legislativas que se han celebrado en el país han sido ganadas en número de votos y escaños por el Partido Comunista de la República de Moldavia. Sin embargo, con excepción del periodo 2001-2009, en el que este partido obtuvo sendas mayorías absolutas y pudo formar gobierno –siendo la única antigua república soviética en la que un partido comunista ha gobernado después de la caída de la URSS- en las demás ocasiones (1998-2001 y 2010-2014) han sido alianzas de partidos pro-europeos los que formaron mayorías de gobierno. A diferencia de estos partidos, el PCRM aboga por un estatus de neutralidad para Moldavia entre los polos geopolíticos occidental y ruso, y pese a que no se opone a la adhesión a la UE en el largo plazo, considera que en estos momentos no es una prioridad.

Una de las principales novedades de estos comicios es la entrada en escena del Partido de los Socialistas de la República de Moldavia, de marcado carácter pro-ruso (su lema de campaña es “Juntos con Rusia”) y al cual las encuestas le dan entre un 7% y un 16% de los votos. La otra novedad es el partido Patria, también de orientación marcadamente pro-rusa y liderado por el empresario Renato Usatii. Las encuestas le otorgaban entre un 9% y 12%, pero el jueves la Comisión Central Electoral decidió prohibir la participación de este partido, acusándolo de ser financiado desde el exterior -en concreto desde Rusia- y de estar vinculado al FSB, los servicios secretos rusos.

Tomando como referencia cuatro encuestas realizadas durante el mes de noviembre, la correlación de fuerzas en Moldavia sigue siendo bastante ajustada entre partidarios y detractores de una mayor integración en la UE, pese a existir en general una prevalencia de los partidos pro-europeos:

Con la prohibición de participación del partido Patria, es posible que sus potenciales votantes se repartan mayoritariamente entre el Partido Socialista y el Partido Comunista, con lo que a priori la distribución de fuerzas no debería verse muy afectada. Sin embargo, la prohibición -a solo 72h de su celebración de las elecciones- ha levantado mucha polémica (la propia embajada americana ha publicado una nota expresando su “preocupación” al respecto), y el líder de Patria ha amenazado de organizar un Maidan en Chisinau en caso de que no les permitan concurrir a las elecciones. No sería la primera vez que se producen protestas y disturbios en Moldavia a raíz de unos comicios electorales. Sin ir más lejos, en 2009 miles de jóvenes nacionalistas se lanzaron a la calle por su disconformidad con los resultados en las elecciones legislativas -acusando al gobierno de fraude electoral-, los cuales daban al Partido Comunista la mayoría absoluta por tercera vez consecutiva, sin importarles demasiado que ese resultado fuera similar al que daban las encuestas a pie de urna o que hubieran sido declaradas como de acuerdo a los principios de la OSCE por el equipo de observadores electorales. Como resultado, las elecciones se repitieron unos meses más tarde, con la consiguiente victoria de la alianza de partidos pro-europeos.

Con este precedente, las elecciones del domingo se presentan tensas. Hay mucho en juego, tanto desde una perspectiva nacional como sobretodo internacional, en un contexto de creciente hostilidad entre Rusia y occidente. Después de Ucrania y Georgia, Moldavia es la tercera línea del frente, y por ello no es descartable que se produzcan episodios de violencia. Que hablen los moldavos, y que decidan.

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