La tierra vuelve a sacudir una Italia sepultada por la nieve

El centro de Italia volvió a temblar a primera hora del miércoles con tres sacudidas importantes de entre 5,3 y 5,4 en la escala Richter. Muchas de las poblaciones afectadas, que ya sufrieron los terremotos del 24 de agosto y del 30 de octubre y sus numerosas réplicas, se encontraban en esta ocasión enterradas bajo la nieve. Hay numerosos pueblos completamente aislados. A primera hora de la tarde no había noticia de víctimas mortales, aunque sí graves daños materiales.

Los temblores se sintieron en las regiones de Los Abruzzos, Las Marcas y del Lazio. Tras dos meses de tregua (si no se cuentan las constantes réplicas que se han sentido en este periodo), el miedo vuelve a atenazar a la población del centro del país. Nadie olvida que el terremoto del pasado agosto causó casi 300 muertos y que en la provincia de L’Aquila, hace 9 años, murieron otras 308 personas. El epicentro de hoy ha sido precisamente Montereale, en la provincia de L’Aquila, y la magnitud tampoco es muy lejana (en 2009 alcanzó los 5,9).

Si los daños materiales y humanos no son tan importantes como entonces es justamente, porque las poblaciones tocadas ya fueron destrozadas por los anteriores temblores, pero la situación de emergencia se ha reactivado. Los servicios de auxilio están haciendo todo lo posible para evaluar la situación de crisis, pero más allá del terremoto, el problema real es la nieve. Muchas localidades están aisladas en un país que vive en estado de alerta continua. En Amatrice, el alcalde Sergio Pirozzi teme por sus conciudadanos y pide ayuda al Gobierno de Roma para poder llegar a todas las poblaciones aisladas por la nieve.

Mientras tanto, en la capital, donde también se han sentido con fuerza los temblores, muchos colegios están cerrados. El metro de la ciudad también ha tenido que ser desalojado durante unos minutos, pero después del mediodía funcionaba casi con normalidad.

La esperanza es que estas sacudidas hayan sido un hecho puntual, pero nadie en Italia está ahora mismo tranquilo. Se pueden contar los segundos que dura cada sacudida, pero si no se ha vivido, no se entenderá jamás lo largo que se hace cada uno de ellos ni el miedo que queda tras cada una de estas nuevas réplicas, ni cómo se mira el reloj esperando pasen las horas sin sentir de nuevo la tierra temblar.