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Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

Bolivia: tiempo de pasar de los compromisos a los hechos

Julio Sevilla sostiene un retrato de su amigo Marcelo Quiroga, líder del Partido Socialista de Bolivia. Julio fue detenido y torturado durante el régimen de García Meza (1980-1981) © AI

María José Eva Parada

Investigadora sobre Bolivia de Amnistía Internacional —

La Ministra Velazco estaba defendiendo al Estado Boliviano ante la denuncia de cientos de víctimas por la falta de respuesta efectiva a las violaciones a los derechos humanos cometidas durante los 18 años de regímenes militares que azotaron al país entre 1964 y 1982.

Era la primera vez que yo tenía la oportunidad de participar en una audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Junto con otras cinco organizaciones – la Asociación de Familias de Detenidos Desaparecidos y Mártires por la Liberación Nacional, Mujeres Libertad, la Plataforma de Luchadores Sociales, la Unión Nacional de Víctimas de Violencia Política y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional – y luego de años de dar seguimiento al tema, queríamos visibilizar ante la Comisión la falta de cumplimiento efectivo por parte de Bolivia de las obligaciones referidas a la búsqueda de verdad, justicia y reparación por los graves crímenes cometidos hace más de tres décadas.

El Estado insiste en que se han tomado acciones pero el problema es que éstas han sido insuficientes y poco efectivas.

Cuando vi que la delegación estaba en cabezada por la Ministra de Justicia, pensé que se trataba de una buena señal. Pocas veces los Estados envían a altas autoridades a este tipo de reuniones. Pensé que su presencia demostraba un alto nivel de compromiso; que para Bolivia, este era un tema prioritario.

Sin embargo, a medida que la delegación boliviana avanzó en su presentación, no pude sentir más que desilusión. Lamentablemente, lo que estábamos escuchando no era muy distinto a lo que el Estado ha dicho en otras oportunidades, en el país y fuera. Un listado de acciones poco coordinadas que no han resultado en cambios reales y efectivos para las víctimas y sus familiares.

Al hablar en su presentación sobre los pocos casos que están pendientes ante el sistema interamericano, el Estado boliviano simplemente hizo la vista gorda a los cientos de casos que, por más de 30 años, han estado en la oscuridad, esperando justicia, verdad y reparación.

Cuando fueron cuestionados sobre la necesidad de abrir los archivos militares del país, una cuestión esencial para el esclarecimiento de la verdad, el Estado se limitó a decir que están en conversaciones para reglamentar una normativa ministerial dictada en 2009 y así efectivizar el acceso a archivos.

El Comisionado para Bolivia, Paulo Vannuchi no dudó al decir que: “La búsqueda de los restos mortales es dificilísimo cuando no se abren los archivos, cuando no se hace el trabajo que vimos en otros países de convencimiento a sectores de las fuerzas armadas”. La pregunta es: ¿por qué esto no se ha hecho en más de seis años de dictarse una normativa? Los representantes del Estado no respondieron y los familiares están obligados a seguir esperando.

Pero una de las cosas más alarmantes que escuchamos en la audiencia fue que, “[e]l Ministerio de Justicia […] ha concluido el proceso de calificación de resarcimiento a víctimas de violencia política” conforme a sus leyes y reglamentos. La realidad es que ni la ley, ni sus reglamentos, ni su aplicación, han servido para dar cabal cumplimiento al derecho de las víctimas a la reparación. Por ejemplo, los requisitos exigidos para calificar como víctima han sido altamente estrictos -como la aportación de testigos con indicación de fechas exactas en casos de tortura - tornando la prueba del hecho en imposible para muchas de las víctimas.

Pero cuando casi habíamos perdido todas nuestras esperanzas, cuando el tiempo designado a la intervención de la delegación del gobierno boliviano estaba llegando a su fin, todo cambió.

Fue entonces que escuchamos las palabras más esperanzadoras que pueden provocar un giro en lo que ha sido la posición del Estado hasta la fecha.

“Resulta importante relevar la disposición del Estado Plurinacional de Bolivia a continuar con las labores de esclarecimiento y reparación de los hechos a favor de las víctimas de violencia política,” dijo la Sra. Ministra de Justicia.

No recuerdo otro momento en que públicamente se haya hecho un compromiso tan claro por parte del Estado Plurinacional de Bolivia para con sus víctimas. Un compromiso que según una reciente nota de las autoridades bolivianas se habría traducido en un anuncio del gobierno de crear una comisión interinstitucional con la participación de la sociedad civil para la creación de una comisión de la verdad.

“Queremos enfatizar a la Comisión que ya son más de 30 años que llevamos esperando justicia, verdad, y reparación. Muchos de nosotros han muerto en la espera,” indicó en la audiencia una de las representantes de los peticionarios en nombre de todas las organizaciones.

Esperemos que la audiencia y los compromisos asumidos por las autoridades bolivianas sean el inicio de un nuevo capítulo, y finalmente demos vuelta la página de las deudas pendientes para que el derecho a la verdad, justicia y reparación en Bolivia se conviertan en realidad.

Esperemos que la audiencia y los compromisos asumidos por las autoridades bolivianas sean el inicio de un nuevo capítulo, y finalmente demos vuelta la página de las deudas pendientes para que el derecho a la verdad, justicia y reparación en Bolivia se conviertan en realidad. Así lo piden las víctimas. Así lo ha prometido el Estado.

Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

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