Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

La lucha contra los desahucios reúne en Córdoba a activistas de toda Europa

Participantes europeas en el Encuentro Transnacional de Resistencia a los Desahucios junto a un anfitrión de Stop Desahucios Córdoba.

Carmen Reina

“La gente de abajo sufre igual en todos los países”. Es la síntesis de uno de los miembros de Stop Desahucios en Córdoba, promotores del primer Encuentro Transnacional de Resistencia a los Desahucios (ENTRAD) que esta semana reúne en la capital cordobesa a unas doscientas personas que actúan en movimientos por la vivienda en distintas países de Europa y también de otros puntos de España.

La caminata de 2.600 kilómetros de varios miembros de Stop Desahucios de Córdoba hasta Bruselas en el verano de 2013 sirvió, además de para hacerse oír en el Parlamento Europeo, para que surgieran apoyos y se tejieran alianzas con distintas plataformas antidesahucios de los territorios que recorrieron a pie. Y de ahí, tras varios meses de organización, el encuentro internacional que ahora se celebra dibuja de cerca la realidad que se vive en otros países y cómo desde allí se ve la situación que se da en España con respecto a los desahucios.

Laura llega desde Londres (Reino Unido), Emilia desde Varsovia (Polonia) y Noah desde Berlín (Alemania). Cada una de ellas pertenece a un grupo de resistencia a los desahucios, con la realidad específica de su país, con legislaciones distintas en el ámbito de la vivienda pero, todas ellas, al fin y al cabo, testigos de procesos de desalojo de personas de sus casas por unas u otras razones. Todas ellas apuestan por conocer mejor la realidad española, sobre todo desde el punto de vista de la organización de la lucha contra los desahucios que ven que ha obtenido resultados. ¿La unión hace la fuerza?- se les pregunta. “Sí, rotundamente”, es su respuesta al unísono.

“Por lo que conozco de la situación en España, la impresión que tengo es que aquí los desahucios son producto de una crisis de vivienda asociada a una crisis económica y financiera”, argumenta Laura. “En España la gente ha perdido su trabajo y, por no poder pagar la hipoteca, pierde su vivienda”. Y, explica, en esos motivos radica la principal diferencia con lo que está ocurriendo en Londres. “Allí la pérdida de la vivienda está ligada a procesos puramente especulativos, a la gentrificación”.

La gentrificación es un vocablo que viene precisamente del inglés gentrification y que sirve para definir el proceso por el cual la población original de un barrio deteriorado es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo a la vez que se renueva el barrio. En la práctica, “los barrios de clase obrera de Londres pasan a ser barrios remozados elevando el precio de la vida allí, haciéndolos más caros y, al final, la población obrera no se puede permitir vivir en su propio barrio”.

Es un desalojo sutil, al fin y al cabo. “Las estructuras gubernamentales lo propician”, denuncia Laura. Y, al final, ese proceso culmina con una realidad: “los trabajadores se ven obligados a irse a la periferia o a otras ciudades. Incluso personas en situación de vulnerabilidad, con hijos o personas ya mayores. De repente, se ven sin su vivienda”.

Causas históricas junto a especulación

Algo parecido ocurre en Polonia. La gentrificación es un problema real, cuenta Emilia, pero también lo son situaciones históricas que vienen de la postguerra y la era postcomunista. “Después de la II Guerra Mundial, Varsovia quedó completamente destruida y con la caída del telón de acero, las propiedades nacionalizadas han empezado a ser reclamadas por los que se dicen antiguos dueños antes de la guerra”, relata esta polaca.

“La situación es compleja porque no hay una legislación clara sobre esos procesos de reclamación de esas viviendas. Han pasado muchos años, donde se reconstruyeron la mayoría de edificios, en muchos casos con la autogestión…y ahora, ¿quién es el propietario : el actual o el antiguo?”, pone sobre la mesa.

La realidad, al fin y al cabo, es que “la gente se queda sin su vivienda por eso. Las personas son expulsadas de sus casas porque son reclamadas –a veces desde el extranjero y con intermediarios- por antiguos propietarios. Quieren reconstruirlas, reformarlas y venderlas a precios más caros. Y echan a quienes viven allí”.

La situación polaca tiene que ver así también con el dinero, con la economía, pero desde el punto de vista especulativo. “En España la situación de la vivienda tiene que ver más con la crisis económica que se vive”, detecta esta joven que viene “con muchas ganas de aprender” las herramientas de lucha contra los desalojos que utiliza Stop Desahucios.

Aprender sobre “un movimiento grande, bien organizado y que se ha mostrado exitoso”, apunta la alemana Noah sobre los activistas españoles antidesahucios. “Me ha impresionado cómo se ha organizado la gente para dar una solución a aquello que el estado no puede o no quiere solucionar”. Y, de hecho, confiesa, algunas campañas que han realizado en su movimiento contra los desalojos “se han inspirado en acciones o testimonios de España”.

Sentido de la propiedad y protección de las leyes

Sentido de la propiedad y protección de las leyesEn su ciudad, Berlín, la realidad que en España se vive sobre los desahucios choca con el sentido de la propiedad de la vivienda. Allí, en Alemania, “la situación es muy diferente desde ese punto de vista porque el 95% de las personas viven en régimen de alquiler”. Pero la realidad es que también hay gente que se queda sin casa.

Lo que tras la caída del Muro de Berlín supuso que hubiera pisos baratos para ocupar la parte oriental, se ha ido transformando en un encarecimiento de esas viviendas por el efecto llamada y ahora “la demanda es mayor que los pisos disponibles y eso supone una presión sobre los precios”.

Por un lado, hay “empresas de inversión que compran las propiedades y su objetivo es que se vacíen, reconstruirlas y venderlas a un precio mayor”, dice Noah. Y por otro lado, se dan los desahucios “sutiles” cuando “hay quienes van subiendo el precio del alquiler, la gente no puede permitirse esa subida y acaban teniéndose que marchar de sus casas”.

En todos los casos, las leyes permiten estos procesos de desalojo. Y en eso, el escepticismo sobre lo que la legislación puede lograr, une a estas tres jóvenes europeas. “Un cambio en la ley no sería significativo. Yo lucho por romper la división entre la propiedad privada y quienes no tienen ninguna propiedad”, dice Noah. “Aunque la ley ofrece ciertos grados de protección a las personas, la cuestión es que no se aplica”, advierte Laura. “A los políticos profesionales no les importa la gente sino sus beneficios personales”. Y a eso ayuda, a juicio de Emilia, la legislación actual: “En un contexto capitalista está muy limitado lo que se puede regular por ley sobre la protección a las personas y su vivienda”.

Etiquetas
stats