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Gervasio Iglesias levanta el Lope de Vega con una defensa de la libertad y el papel de la mujer en el cine

Inma Cuesta y Gervasio Iglesias recibirán el Premio RTVA a la Trayectoria en el Festival de Cine de Sevilla

Amalia Bulnes

A Gervasio Iglesias siempre se para uno a escucharlo. No hay mensaje vacío, ni palabra banal, nada hueco nunca, en los pocos mensajes públicos que pronuncia este discreto pero fundamental hombre del cine en Andalucía, artífice de los productos audiovisuales (documentales como Triana pura y pura) y películas (La isla mínima, Grupo 7, 7 vírgenes, Astronautas) más premiadas de los últimos años. Productor imprescindible y, sin embargo, amigo.

Fue la palabra más repetida anoche, en el transcurso de la gala en la que se le concedió el Premio RTVA (la Radio Televisión pública de Andalucía), dentro del marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla, y que, ya no sólo captó la atención de un abarrotado auditorio, como suele suceder siempre -o mejor, las pocas veces- que se coloca detrás de un micrófono, sino que levantó encendidos aplausos e incluso vítores de sus compañeros más cercanos.

Su discurso de agradecimiento, por así decirlo, tuvo nombre de mujer, el de todas aquellas con las que Gervasio Iglesias ha compartido equipo de trabajo desde su empresa La Zanfoña. Porque “éste no es un premio que se me conceda a mí como persona física, sino a todo un grupo de profesionales con los que tengo el privilegio de caminar”.

“Pero hoy en realidad -prosiguió- quiero destacar especialmente a todas las mujeres que lo conforman. Muchas de ellas, en este trayecto ya largo, han sido madres. Y si hacer cine es ya de por sí un trabajo intenso y complicado, hacerlo siendo madre, es toda una heroicidad; porque no nos podemos engañar, y hay que reconocer como realidad que en nuestra sociedad aún no se han puesto las bases para que se pueda compaginar el trabajo y la maternidad. Es muy importante y hay que reivindicar que existan más mujeres en los puestos directivos de nuestra sociedad, de nuestras empresas”, dijo a trompicones anoche, interrumpido por los aplausos y los jaleos de complicidad de actores compañeros, directores, guionistas y muchos amigos que llenaban la sala.

Pero no quedó ahí la cosa, porque Gervasio Iglesias -que recibió el premio de manos del subdirector general de la RTVA, Joaquín Durán- quería aprovechar el altavoz que le proporcionaba la ocasión para “hacer dos reconocimientos”. El segundo, para legitimar el trabajo de los profesionales andaluces dentro de la industria del cine, una tarea que se realiza aquí pero que se exporta al mundo.

“Hace dos mil años existía la biblioteca de Alejandría, pero las bibliotecas de hoy en día se crean con productos audiovisuales. En este sentido, estamos escribiendo la historia de nuestra cultura y, gracias a trabajos como los nuestros, estamos consiguiendo ser los dueños de nuestras propias historias; y máxime en estos tiempos raros en los que en Europa se levantan muros, barreras. Nuestra cultura, la andaluza, es diferente: es una cultura abierta, fronteriza, de mestizaje, de encuentro”, comenzó de nuevo Gervasio Iglesias, para quien “es muy satisfactorio contar y construir historias nuestras que después salen fuera”.

“Es un gusto ver por ahí las salas de cine llena de gente que están viendo historias que suceden en Andalucía contadas por andaluces”, aseguró de nuevo en medio de aplausos el productor, que solicitó “apoyo político e implicación como la que tiene Canal Sur para que no sigamos trabajando con el corto plazo y el bolsillo estrecho”. Que el cine y la cultura se queden fuera de la batalla política, llegó a decir “el amigo Gervasio” -como lo calificó la conductora de la gala-, y pueda crecer con el apoyo de la administración, sea del color que sea, sin entrar en ninguna guerra.

Ante estas palabras, recibidas con júbilo y emoción, era difícil casi sorprenderse ante otro de los talentos de la noche, el de la actriz jiennense Inma Cuesta, que puso la nota de color y también, de talento femenino y “ética profesional”, a la noche. La protagonista de Tres bodas de más compartía galardón con Gervasio Iglesias, y subió al escenario enfundada en un radiante vestido blanco -presagio de la película que se proyectaba a continuación, La novia, donde también es protagonista-.

“A mi edad da un poco de vértigo, porque tengo la sensación de acabar de llegar”, aseguró la actriz, que terminó la gala con otro apunte directo a las emociones: su recuerdo al veterano actor Carlos Álvarez, su padre en el filme La novia y único miembro el elenco que, por su repentino fallecimiento, no pudo estar ayer en Sevilla presentando la última película que rodó antes de morir.

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