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Muerte de Félix Grande: “Es un día feo para el flamenco”

Félix Grande fue un auténtico valedor del flamenco

Miguel Ángel Parra

La literatura, pero también el flamenco, ha perdido este jueves a uno de sus hijos ilustres. A los 76 años y a causa de un cáncer de páncreas, ha muerto en Madrid Félix Grande. Cuando se cumplen 50 años de la publicación de su primer poemario, titulado Las piedras, nos deja uno de los últimos grandes narradores, poetas y ensayistas del siglo XX.

Ganador de premios como el Adonais, el Nacional de Poesía o el Nacional de las Letras Españolas, Félix Grande destacó también por su pasión por el flamenco, hasta el punto de preguntarse qué habría sido de su vida sin el cante o la danza, “o sin Paco de Lucía”. El poeta, que decía que el flamenco era “la canción protesta más importante, irrompible y duradera que se ha dado en la historia del lenguaje castellano”, se reconocía en enorme deuda con el arte jondo.

Es más, el autor de poemarios como Blanco Spirituals (1967) o Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978) era incluso guitarrista, además de miembro de la Cátedra de Flamencología y autor de varios ensayos como García Lorca y el flamenco (1992) o Paco de Lucía y Camarón de la Isla (2000). En 1995 le fue concedido el Premio Nacional de Flamencología por Memoria del flamenco, una obra en la que deja clara su postura sobre la esencia del cante jondo. “Félix creía en un flamenco de minorías. Aunque era una persona muy abierta, su concepción del flamenco era bastante purista. Defendía los arrabales, el pueblo gitano y su aportación a este arte”, asegura Mª Ángeles Carrasco, directora del Instituto Andaluz del Flamenco (IAF).

Como antes que él hicieron Federico García Lorca o los hermanos Machado, Grande reivindicó siempre un género vilipendiado y subestimado por muchos. Situado temporal y literariamente entre los poetas de la Generación de los 50 y los Novísimos, el poeta y flamencólogo aseguraba que el carácter reivindicativo del flamenco se ve en su coraje para mirar de frente a “las emociones más drásticas de la conciencia humana”, en su genialidad para encontrar en cada lenguaje lo esencial de estos sentimientos y en su capacidad para llegar a expresarlos.

“Con la marcha de Félix, nos ha dejado un poeta del alma, de palabra precisa, un hombre que amó el flamenco y lo difundió para el gran público como el gran arte que es”. Así se ha expresado el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, quien ha dicho de Grande que es “un poeta de referencia que supo innovar en ese campo íntimo de la poesía”.

El respetuoso desobediente

Por su parte, el consejero de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, ha lamentado su fallecimiento y ha destacado el profundo amor que sentía por Andalucía y su cultura, a la vez que ha defendido que fue “un escritor completo”, un “poeta sublime, respetuoso con la tradición pero desobediente”, como él mismo escribió sobre Paco de Lucía. Alonso ha subrayado, además, que “su aproximación creativa a la historia y al pálpito del flamenco enamoró a numerosos aficionados, y a través de su valiente labor como articulista supo presentar batalla a todos los totalitarismos”.

Vinculado a numerosos escritores andaluces, desde el también desaparecido Fernando Quiñones a Pilar Paz Pasamar, Grande ha participado en muchas ocasiones dentro de los programas literarios del Centro Andaluz de las Letras con la presentación de sus obras y lecturas poéticas. La última vez fue en el año 2011, con su libro de poemas Libro de familia, una obra intensa que recuperaba su voz lírica tras años de silencio.

Para Mª Ángeles Carrasco, “hoy es un día feo para el flamenco. Con Félix Grande, perdemos a un verdadero flamenco ya que él vivía este arte de cerca y desde pequeño”. El poeta era un asiduo colaborador del Instituto Andaluz del Flamenco, en cuyo primer congreso internacional participó, pero se ha ido sin que haya podido ver estrenado el último proyecto en el que participó: el último espectáculo del Ballet Flamenco de Andalucía. Se trata de En la Memoria del Cante. 1922, dirigido por Rafaela Carrasco e inspirado en el concurso que ese año se celebró en la Alhambra de Granada y que estuvo apoyado por artistas e intelectuales de la talla de Federico García Lorca, Ramón Gómez de la Serna, Andrés Segovia, Juan Ramón Jiménez, Joaquín Turina o Edgar Neville. “No hay mucha documentación pero Félix nos ayudó mucho con el texto”, asegura Carrasco, que se enteró del fallecimiento del escritor precisamente tras presentar este espectáculo en Huelva.

Por último, la SGAE ha lamentado el fallecimiento de su socio, “una figura clave en la propagación del flamenco, un género musical cuya idiosincrasia trasciende internacionalmente”. Su presidente, José Luis Acosta, ha mostrado su pesar por la pérdida de este socio ilustre: “Perdemos al mejor valedor del flamenco, que nos deja un importantísimo legado de conocimiento sobre un arte singular y universal”, ha señalado. “Seguiremos recordándolo a él y a otras grandes figuras de este género universal, como a su amigo el genio Enrique Morente”.

Tras su muerte, Félix Grande deja su pensamiento, su compromiso y su defensa permanente del flamenco. Su obra nos quedará siempre pero, como dice Mª Ángeles Carrasco, “no es igual si no puedes compartirla con él”.

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