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Willkommen, Pablo Picasso

Picasso, Registros Alemanes /Foto: MPM

Amalia Bulnes

París, Berlín... En definitiva, Europa. Un continente llamando a las puertas del siglo XX. La exposición 'Picasso. Registros alemanes', que viene a enriquecer sobremanera la amplia oferta cultural malagueña hasta el próximo 21 de febrero, transmite al espectador cierta nostalgia por un modelo de coexistencia europea que parecía que podía durar siempre, hasta que el militarismo se encargó de romper el sueño con dos guerras mundiales seguidas.

El viejo continente se resquebraja, rompiéndose por las costuras, el ideal europeo se volatiliza... Pero los artistas más combativos, “dispuestos a superar a la historia del arte cuando ésta se convierte en un lastre”, según José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga (MPM), cobran fuerza ante estas fragilidades. Se crecen.

¿Con qué ojos contemplaría Stefan Zweig, el gran europeísta abatido por la ruptura cultural europea, la exposición 'Picasso. Registros alemanes'?'Picasso. Registros alemanes' Es uno de los primeros interrogantes que asaltan al visitante de esta exposición que ofrece “un viaje artístico de Berlín a París en el que participan artistas clásicos modernos y maestros antiguos alemanes en diálogo con Pablo Picasso para mostrar divergencias, reacciones, antagonismos y afinidades que la obra del artista español pudo provocar en el contexto artístico germano que se trata en la muestra”, explica Lebrero en el texto introductorio del catálogo de la exposición.

En concreto, el contexto en el que se desarrolla la muestra abarca un escenario temporal que va desde 1905, año de constitución del colectivo artístico El Puente en Dresde, hasta 1955, cuando se inaugura la primera edición de la llamada Documenta de Kassel, aún hoy célebre y referente en el panorama expositivo internacional.

En total, se trata de la colosal cifra de 200 obras -entre los cuales, 75 'picassos', a cada cual más suculento, e inéditos hasta la fecha por estas latitudes- de los artistas alemanes que escribieron las mejores páginas de las vanguardias históricas europeas y le pusieron prefijo a una decena de 'Ismos': Otto Dix, Max Ernst, Frans Francken, George Grosz, Erich Heckel, Hannah Höch, Wassily Kandinsky, Ernst Ludwig Kirchner, August Macke, Paula Modersohn-Becker, Otto Mueller, Emil Nolde, Max Pechstein, Franz Radziwill y Karl Schmidt-Rottluff, entre otros.

Similitudes y divergencias

Bellísimamente documentada con fotografías, primeras ediciones de libros, carteles (el de la Primera Documenta cierra la exposición) y revistas de la época, la exposición muestra, entre otras muchas, una estampa de Picasso y Max Ernst, los dos descamisados, charlando animadamente, en una playa de la Costa Azul. Año 1951. Así que, si bien no hay constancia de que Picasso pisara suelo de lo que hoy denominaríamos Alemania en su vida, sí es cierto que los vasos comunicantes entre artistas de estos dos iconos de la cultura europea como son Berlín y París, quedan evidenciados en esta captura fotográfica.

Pero no sólo. Hay partes en el recorrido de la exposición donde la comunión es más que evidente. Sólo hay que ver los retratos enfrentados de una injustamente desconocida Paula Modersohn-Becker con otros rostros que Picasso está intentando resolver en torno a 1908; o la visión picassiana de la naturaleza, que se cuelga en perfecta armonía junto a varios cuadros realizados por los integrantes del colectivo Die Brücke en sus visitas a los bosques y lagos de Moritzburg.

No obstante, la grandeza de la exposición reside también en encontrarle acomodo pictórico a las divergencias entre unos y otros: “El arte realizado en Alemania previamente al estallido de la II Guerra Mundial se desarrolló acompañado de continuos reproches y confrontaciones con el gusto y el ambiente artístico progresista de París”, asegura el director del MPM.

Un recorrido en 22 estaciones

Dividida en 22 secciones temáticas ('Retratos e intimidades', 'Bodegón: análisis de lo que se ve', 'París versus Berlín', 'Matar la modernidad' y 'Las guerras y las éticas', entre otras), la exposición toma su deriva más decididamente política cuando se llega al apartado que alude a la exposición de arte degenerado organizada en 1937 en Munich por los partidarios de Hitler para descalificar a algunos de los artistas alemanes en los que se centra esta exposición, como Kirchner, Nolde, Beckmann o Campendock. Aquel gesto explica barbaridades posteriores, como la incineración de más de 5.000 obras que llevaron a cabo los bomberos de Berlín en la primavera de 1939.

Sin embargo, la belleza, la mirada hacia gloriosas épocas pasadas y -si me apuran- el romanticismo, también están presentes en una exposición que alcanza su clímax cuando, a modo de epílogo, se muestra la predilección de Picasso por artistas del Renacimiento alemán, como Cranach El Viejo, Cranach El Joven y Grünewald, de tal modo que se exponen enfrentadas, en una ocasión única, las reinterpretaciones que el malagueño realizó de algunas de las obras maestras de este periodo junto con las tablas medievales originales; como es el caso más paradigmático de 'Retrato de una joven', de 1539, que llega a Málaga cedido por el Museo Thyssen de Madrid.

Porque 'Picasso. Registros alemanes' es el resultado de un más que elogiable trabajo de selección de piezas y montaje expositivo, con obras llegadas de museos y colecciones privadas de Berlín, Dresde, Eindhoven, París, Barcelona y Madrid. También de un riguroso trabajo de documentación que hacen de esta muestra una de las mejores exposiciones temporales con las que ha contado el museo malagueño.

 

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