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La coeducación en los colegios, ante el “espejismo de la igualdad”

Imagen de un cartel del CEIP Teodosio de Sevilla por la conmemoración del pasado 25 de noviembre

Javier Ramajo

“Los niños pueden ser brutos y las niñas educadas”, “el pelo corto no es de niña ni el largo de niño” o “los disfraces de piratas son solo de niños y los de princesas de niñas” son frases escuchadas en patios de colegio. Un grupo de Whatsapp sólo para madres de alumnos, o fichas escolares en las que la madre es la que cuida al bebé y el padre arregla el aparato que se rompe son ejemplos reales que confirman algo en lo que coinciden los expertos y expertas en coeducación consultados: la igualdad aún es un espejismo y queda mucho trabajo en las escuelas.

Más allá de conocimientos técnicos y académicos, en el colegio también se aprende lo emocional y lo afectivo, en conviviencia obligada con los mensajes, subliminales o explícitos, que llegan de los medios de comunicación y la publicidad. “La coeducación y la igualdad tienen que ser una actitud en la vida, y no un departamento estanco en los centros educativos. No se trata de hacer una tutoría de igualdad sino llevarla a cualquier asignatura. Es una actitud”. Carmen Ruiz Repullo imparte en Granada talleres de coeducación en institutos y lucha contra “el espejismo de la igualdad”. Porque agrupar a niños y niñas en las aulas no asegura una educación igualitaria y aún perduran elementos que reproducen y perpetúan el sexismo frente a la tolerancia, el respeto y el diálogo.

El 8 de marzo es la simbólica fecha de la lucha de las mujeres en todo el mundo por la igualdad de género. Ese concepto, como tantos otros, se empieza a desarrollar en los primeros años de nuestras vidas, en nuestras casas y, buena parte también, en las escuelas. La coeducación es un proceso que trata de desarrollar las actitudes de alumnos y alumnas partiendo de la realidad de dos sexos diferentes, revisando determinados prejuicios y estereotipos asentados culturalmente. Porque, a la hora de repartir las tareas de forma equitativa, en las fichas que hacen los niños y las niñas, el padre también podría cuidar de sus hijos y la madre arreglar la lavadora.

En la escuela coeducativa prima la eliminación de estereotipos entre sexos para superar las desigualdades sociales y las jerarquías culturales, y hacer que los roles se crucen. El reparto de responsabilidades domésticas, la conciliación de vida laboral y profesional, la lucha contra la violencia de género o la actitud contra los estereotipos sexistas se trabajan, más allá de efémerides o de actividades concretas en los colegios, pero la coincidencia generalizada es que no es suficiente.

Los casos más extremos desembocan en muertes por violencia de género pero el germen de un crecimiento personal, relacional e intelectual inadecuado pudiera estar en actitudes y frases de un día cualquiera en el recreo. “Los espacios del recreo siguen siendo ocupados mayoritariamente por chicos que cumplen un perfil concreto de masculinidad, que comulgan más con unos patrones patriarcales y machistas. Las chicas y los chicos que no cumplen con ese perfil están mucho más en las esquinas”, explica Ruiz, que también comenta “que te toquen el culo en un pasillo es tomado como una broma pero es otra forma de violencia”.

Las pautas igualitarias y los agentes de socialización

Carmen Ruiz ahonda en el origen de las desigualdades y en qué punto está la sociedad actual, hilándolo con el aspecto educativo. “Vivimos en un espejismo de la igualdad. Muchas veces creen que eso es una cosa que ya se ha conseguido. Se trata de que los chicos y chicas vean la desigualdad que hay en su entorno, que a veces es invisible. Se ha educado mucho desde los discursos y no tanto desde las prácticas. Se nos ha vendido socialmente que existe una igualdad pero no la estamos mostrando y, en ocasiones, los distintos agentes de socialización (familia, escuela y medios) no están mostrando pautas igualitarias. Los programas que ven, las películas, las canciones que escuchan... Hemos trabajado con el alumnado canciones de reggaeton tremendas y es que no se habían parado a pensar qué estaban diciendo. Hay que trabajar las competencias para que ellos detecten dónde está el sexismo”, insiste.

“Los libros de texto siguen citando más a hombres que a mujeres”, también lamenta Ruiz, que pide “más intervención en igualdad desde Infantil, para después no tener que prevenir tanto en la adolescencia”, al tiempo que considera “fundamental” en ese sentido la formación para AMPAS y profesorado“. La Junta de Andalucía acaba de aprobar el II Plan de Igualdad de Género en la Educación, que establece las medidas de la Junta para promover este objetivo en las aulas andaluzas durante el periodo 2016-2021.

“Hay profesorado que no lo ve importante pero la desigualdad está dentro de los institutos. Vemos por una parte una adolescencia que sí que está tomando roles y estereotipos y formas de ser chico o chica diferentes y más igualitarias, pero seguimos encontrando un alto porcentaje de adolescentes, tanto chicos como chicas, que tienen unas actitudes totalmente machistas. No se ha roto esa desigualdad y muchos de ellos se siguen socializando en patrones y conductas muy machistas todavía”. “El foco se está poniendo en la prevención de la violencia de género, en el mal uso de las redes sociales, pero hace falta ahondar en la educación en igualdad”, insiste.

“La gente se había relajado como si la igualdad ya estuviera conseguida”

En esa línea, Charo Rizo, de la Federación de Enseñanza de CCOO, opina que la aprobación del segundo plan de igualdad de la Administración andaluza no está de más “porque la gente se había relajado, como si existiese la teoría entre el profesorado y el alumnado de que la igualdad ya está conseguida y no hacía falta trabajar la coeducación en la escuela”.

“Hay una especie de regresión donde, simplificando, lo rosa y lo azul vuelven a distinguir lo femenino de lo masculino, donde se vuelven a defender las niñas-princesas y los niños-piratas como motivo de ocio. Si no analizamos en nuestras escuelas qué tipo de personas vamos a querer formar para el futuro pues no habrá variaciones y seguiremos teniendo excelentes jugadores de fútbol que concentrarán toda la atención mediática, con partidos que parecerán la guerra del fin del mundo y excelentes nadadoras que ganan campeonatos del mundo sin atención, y no tendremos una igualdad real”, explica.

Rizo también apunta “dificultades” en los libros de texto, que “siguen sin reconocer las aportaciones de las mujeres a la ciencia y a la literatura, y donde prevalecen las batallas, los guerreros y las conquistas y ese tipo de valores...”. “En resumen, seguiremos haciendo lo mismo, por mucho que le hayamos dado unos barnices de modernidad y aunque celebremos el 8 de marzo. Seguimos teniendo problemas porque muchos profesores y profesoras de literatura o de lengua quieren seguir hablando en masculino, porque todavía el lenguaje no es inclusivo, porque desde preescolar no se consigue que los niños vayan a los rincones del hogar y luego en sus casas se les diga que 'eso no es cosa de niños'”.

La portavoz sindical también hace referencia a que las personas que trabajan el tema de la igualdad en los centros “hasta ahora” no han tenido el reconocimiento de que su labor era tan importante como la del encargado de las fiestas, por ejemplo. “El de latín podía dar horas de clase y tenía más reconocimiento que la persona encargada de la educación en igualdad”, ejemplifica, con la esperanza de que el nuevo plan logre implantarse y se adecúe a los horarios del profesorado y demás, señala Rizo.

Rocío Hoces forma parte desde hace tres años de la comisión de coeducación del CEIP Huerta de Santa Marina de Sevilla. Como madre, se muestra crítica con lo que detecta en ese organismo escolar en lo relativo a la coeducación. Aunque lo considera un elemento “absolutamente necesario”, señala que “hay gente, incluso entre el profesorado, que se cree que ya está todo hecho, que a veces es casi peor que si en otro centro oyen hablar por primera vez en términos de igualdad”.

“El tema de la desigualdad está tan asociado a la cultura que es muy difícil trabajar la igualdad sin tocar los cimientos de nuestro aprendizaje, del de todos, por lo que es un asunto más peliagudo de lo que parece a simple vista y requiere de una reflexión profunda por parte de cada persona que educa”, señala. Por otra parte, percibe que “hay muchas que vienen de casa” y que “muchas veces las familias no se quieren involucrar, y se hacen acciones dirigidas a alumnos y alumnas para que perciban, sobre todo, estereotipos diferentes, con otros modelos de familia de convivencia, de relaciones, de juegos en el patio”, comenta.

Confiesa que, a pesar de llevar muchos años implicada en esta cuestión, tiene la sensación a veces de seguir perpetuando estereotipos, de seguir haciendo cosas de forma automática, no solo como madre sino también como ciudadana, por lo que “la transformación debe ser a todos los niveles”, valorando que en los colegios se potencie la coeducación con un coordinador o con una comisión. “Muchas veces lo importante es cuestionarse y hacerse preguntas, y no podemos entrar en la complacencia, ya que la igualdad no está conseguida aunque se haya evolucionado, porque todavía queda mucho. Los niños y las niñas tienen cosas absoluamente culturales pero no acepto que un niño le encante el rosa hasta los tres años y que después de dos meses en el cole con su mochila rosa diga que ya no le gusta porque es de niñas”, apunta esta representante.

“El niño reproduce muchos estándares que ve en su casa”

“Tenemos que tener en cuenta que en el colegio están cinco horas al día para concienciarlos de muchas cosas pero están 19 horas fuera del centro”, dice Manuel Cáceres, coordinador de coeducación el CEIP Teodosio de Sevilla acerca de la importancia de reforzar valores de igualdad entre el alumnado fuera del colegio. “Cada vez se descargan más cosas en el colegio y se nos carga a los profesores de más trabajo administrativo. Como el niño no lea en su casa, no aprende a leer. A tocar la guitarra se aprende tocando la guitarra. Pues lo mismo con la igualdad”, comenta Cáceres.

El también delegado de UGT en la junta de personal docente de centros no universitarios de Sevilla indica que “en esas cinco horas, nosotros hacemos todo lo que tengamos que hacer, lo mismo con la mujer trabajadora o contra la violencia de género, pero el niño reproduce muchos estándares que ve en su casa. Si le han regalado pelotas y coches, y a ella muñecas y un set de maquillaje, pues estamos en las mismas. En Infantil, los niños no tienen problema en jugar con las muñecas y utilizan los juguetes indistintamente, no tienen esa clasificación, pero hay que enseñáselo en casa”, apunta.

La conmemoración del 8 de marzo o del 25 de noviembre “son cosas que están institucionalizadas en el ambiente escolar. Para ellos no es ninguna novedad que se celebren estos días, pero hay que explicarles que el trabajo de la casa repercute sobre todo en las madres y que los padres tienen que implicarse también”.

“Como han educado a nuestros padres, nos han educado a nosotros”

¿Y cómo afecta la coeducación a los jóvenes? María Ángeles Escudero ha formado parte recientemente del primer reencuentro de jóvenes participantes del Consejo de la Infancia y la Adolescencia, promovidos por Unicef. Ahora tiene 16 años, estudia en el instituto Juan XXIII del Zaidín, en Granada, y, desde su experiencia, lanza con espontaneidad sus mensajes de cómo influye la educación en la igualdad. “Sin saberlo, se nos inculca desde pequeños el machismo y el feminismo. Como han educado a nuestros padres, nos han educado a nosotros. No nos damos cuenta pero en el día a día surgen cosas relativas a la inferioridad de las mujeres. Es importante que desde pequeños se trabaje con eso porque los chicos y las chicas son diferentes pero pueden hacer lo mismo”.

“Si desde pequeño se le dice a un chico que tiene que jugar al fútbol, que tiene que ser muy viril, a las chicas se las hace al contrario, más débiles. Un chico tiene el corazón igual que una chica aunque la sociedad no se dé cuenta, porque a ambos se les rompe igual. Esa inferioridad y superioridad entre géneros se inculca desde pequeños y es más difícil quitarlo de mayor. Todo empieza en la niñez. El respeto mutuo es lo importante”. “Tienen más influencia los padres que cualquier película”, sentencia esta joven.

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