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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Donde todo debe empezar y acabar

En el deporte a veces encontramos lo peor y lo mejor de la condición humana

Carlos Carrión

Ni siquiera porque ese sábado se conmemoraba el 25-N, Día internacional contra la violencia hacia las mujeres, hubo tregua en el fútbol en ese afeado campo que arrastra con el insulto y la violencia por bandera. Esta vez el foco de atención estuvo en la localidad granadina de Gualchos y en un partido del grupo I de la Cuarta Andaluza alevín que enfrentó a los equipos de la UD Castell y Torrenueva en el Municipal de El Romeral, un escenario que linda con una urbanización de casas adosadas.

Desde una de esas viviendas, un vecino comenzó a menospreciar a la colegiada del encuentro, quien amparada por el Protector del Menor (aún no ha cumplido los 18 años), y en base al reglamento de la Real Federación Andaluza de Fútbol (RFAF), solicitó al delegado de campo que llamara a las Fuerzas de Orden Público, sin que esa petición se llegara a cumplir.

Fue entonces, como así recoge el acta, cuando un grupo de quince hombres y mujeres empezó desde la grada a amenazarla de muerte y a insultarla con frases como “tú de aquí no sales viva, nos la tienes que pagar” y “te vamos a rajar las ruedas y te vamos a quemar el coche”, entre otros agravios. Aunque el partido se pudo finalizar, la joven colegiada sufrió una crisis de ansiedad que le impidió cerrar el acta del encuentro, tarea que concluyó al día siguiente.

El club anfitrión, la UD Castell, ha querido mostrar en un comunicado su repulsa a lo ocurrido y tira de ejemplos a favor de la igualdad de género “con equipos mixtos y femeninos que representan al club”. También ha tomado la decisión de inhabilitar al delegado de sus funciones y de expulsar a los padres implicados en este suceso.

Es la lacra que todavía arrastra el fútbol, un deporte universal que también emite señales para la esperanza. Al día siguiente, en La Palma del Condado (Huelva), jugaban La Palma y UP Viso en División de Honor cuando Moisés Aguilar, un joven de 12 años, no dudó en saltar al terreno de juego y auxiliar a un jugador rival que no podía respirar tras recibir un pelotazo en el abdomen. Se tumbó sobre el césped haciéndole de almohada y según había visto en tutoriales de YouTube. Una historia que se ha hecho viral en las redes sociales.

Dos casos que recogen la cara y la cruz del fútbol y que deben servir para marcar el final de una mancha negra con demasiada perdurabilidad y el inicio de un futuro en el que impere el respeto y .los gestos de deportividad.

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