El bipartidismo, robot averiado

“Lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir”. El rey Juan Carlos pronunció la frase y, en efecto, no hubo opción a repetir el error ya que lo abdicaron porque ni el mejor gabinete de prensa podía reparar su falta de credibilidad.

Tras él, los dos pilares del turnismo de la Transición, el PP y PSOE, parecen encasquillados en sus actos y palabras en semejante mantra: “Lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir. Lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Una y otra vez, prometen regenerarse, haber entendido el mensaje, no fallar más a los españoles. Hasta que vuelven a defraudar y disculparse. El bipartidismo del 76 es un robot que ha cogido perla, al que se le ven los cables chisporroteantes, que echa humo por los circuitos, que ya no funciona más.

El PSOE, con el Comité Federal en que ha decidido abstenerse en la investidura de Rajoy por 139 votos frente a 96, falla por enésima vez a los progresistas. Desde sus militantes, a quienes ha temido consultar, hasta su base natural de votantes. ¿Cuántas veces este año repitieron “no es no” para llegar a “no es sí”. Sin nada a cambio, además: ni derogación de Ley Wert, o Mordaza, ni partidas para Educación, Sanidad o Dependencia, ni acogida de los 17.680 refugiados. Rendición incondicional.

¿Lo lamentan? ¿No volverá a ocurrir? ¿Es un caso excepcional? Este golpe a la confianza de militantes, votantes y simpatizantes es tan aislado como aislada, según el PP que gobernará gracias a él, la corrupción de la Gürtel, Bárcenas, Púnica, Taula, Brugal...

La credibilidad de los dos principales partidos españoles está bajo mínimos. Pero la derecha siempre vota a los suyos. En la izquierda, aunque se aspire a ganar, se suele estar dispuesto a perder por mantener la dignidad.

Mientras 96 personas de 235 -en este caso miembros del Comité Federal de PSOE-, estén dispuestos a levantarse y públicamente votar “no” a Rajoy en defensa de sus principios de izquierda, sabiendo que perderán y que perder tiene un precio, hay esperanza sobre la que cimentar.

Puede que los tan temidos militantes, cuando al fin puedan pronunciarse en su Congreso, contradigan por tercera vez al aparato como no sólo hicieron al elegir a Borrel, sino también a Zapatero frente a Bono. Quizá esta vez, con ese 40% de sus cuadros logren devolver al PSOE a la izquierda por tiempo prolongado. Es lo que en Reino Unido los militantes laboristas y el sector de Jeremy Corbyn están intentando. O puede que el PSOE siga la senda harakiri del socialismo francés, del alemán SPD y del Pasok griego que ya no es más que un recuerdo.

La ciudadanía progresista española es numerosa y tiene capacidad para articular una alternativa a las políticas retrógradas del PP. La unión de Podemos, En Comú Podem, IU, las Mareas, Compromís, Equo aún no ha logrado el respaldo mayoritario. Pero el futuro del PSOE no está decidido y lo que hay que ir pensando, en paralelo, es cómo tejer todas las alianzas progresistas nacionales e internacionales para que, cuando llegue el tiempo de gobierno se sea capaz de aplicar, a diferencia de Syriza en Grecia, el mandato popular. Por fin salir de este Día de la marmota y avanzar.