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“Hacerse el rubio”

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Miguel Lorente

Los hombres “se hacen los rubios” al igual que las mujeres “se hacen las rubias”, la fuente es Cifuentes, Cristina Cifuentes, Presidenta de la Comunidad de Madrid; y lo ha dicho para justificar unas declaraciones en las que expresa que en ocasiones “se hace la rubia”.

No dudo, como ha explicado después, que lo dijo en un tono relajado y como broma, pero lo que demuestra con sus explicaciones es que, todavía hoy, una referencia social impuesta por el machismo sirve como modelo para abordar determinadas situaciones que a la postre actúan en contra de las mujeres. Por lo tanto, sus palabras contribuyen a consolidar esas referencias machistas al legitimar una conducta que, teóricamente de forma libre, deciden llevar a cabo las mujeres a partir de esa construcción cultural. Por eso son palabras que no debería haber dicho la Presidenta, y tras haberlo hecho, en lugar de justificarlas, sencillamente debería haber pedido disculpas por haberse metido “sin querer” como parte de una conversación relajada y en broma.

“Hacerse la rubia” significa “hacerse la tonta”, y hacerse “la rubia-tonta” es una idea construida a partir de la aceptación de que “las rubias son tontas”; y no porque su coeficiente intelectual sea más bajo, sino porque en nuestro contexto se ha creado el mito de que se dedican a pasear sus “elementos de atracción”, entre ellos el cabello rubio dentro de una población mayoritariamente morena, para buscar un buen partido como marido o para resolver alguna cuestión con la ayuda de un hombre, en lugar de formarse y trabajar para conseguirlo por sí mismas, como el resto de las personas.

Decir lo de “hacerse la rubia” significa cosificar a las mujeres y presentarlas con esa carga de perversidad que supone instrumentalizar su estética y su atractivo sexual para manipular y atrapar a los hombres, o para conseguir algo de ellos a través de esa  forma de proceder.

“Si un hombre se hace el tonto, queda por tonto”

Por dicha razón los hombres no pueden “hacerse los rubios”, aunque Cifuentes diga que los miembros de su equipo se los hacen. Y no pueden porque, primero, si un hombre es rubio no es considerado tonto, sino todo lo contrario, se ve en él un atractivo añadido que lo  llevan  a ser más interesante, hasta el punto de poder llegar a presentarlo, incluso, como un “triunfador”. Y segundo, porque si un hombre se hace el tonto queda por tonto y por incapaz, y nunca podría tener éxito ni reconocimiento en lo individual ni en lo profesional con ese comportamiento.

Una de las estrategias del posmachismo es quitarle el significado a la realidad para, de ese modo, ocultar la construcción machista que ha dado lugar a la desigualdad estructural que existe en la sociedad. Y la forma más sencilla y directa que tiene de hacerlo es presentar a hombres y mujeres como protagonistas de las mismas situaciones sin tener en cuenta su significado ni las causas que dan lugar a ellas. Por dicha razón, frente a la violencia de género dicen que los hombres también sufren agresiones en la pareja, con relación a la prostitución manifiestan que hay hombres que la ejercen, respecto a la cosificación de las mujeres en los medios y la publicidad argumentan que también hay hombres semidesnudos en los anuncios, y en lo de “hacerse la rubia” llega Cristina Cifuentes y comenta que los hombres también “se hacen los rubios”. Todo es parte de la falacia del machismo para mostrar como realidad lo que los hombres y su cultura entienden que debe ser la realidad, y de esa manera mantener sus privilegios, entre ellos cosificar a las mujeres rubias, morenas, castañas, pelirrojas o con cualquier tonalidad en el cabello, pues el problema no está en el color de pelo de las mujeres, sino en la sustancias gris oscura del cerebro de muchos hombres.

La Igualdad pasa por deconstruir todas esas referencias culturales, en ningún caso por igualar las expresiones y manifestaciones sobre la situación actual, pues hacerlo sería equiparar lo que ahora es deficitario con el modelo existente, y este modelo es el machista. Por eso la estrategia del posmachismo lleva a confundir la Igualdad con el igualitarismo al presentar a hombres y mujeres como protagonistas de cualquier situación con independencia de sus circunstancias y significado, pues en el fondo, si la realidad se corrige igualándola con el modelo existente, el resultado será más machismo, no más Igualdad.

La clave está en romper con el modelo machista, no reproducirlo ni justificarlo, por eso las palabras de Cristina Cifuentes tienen una trascendencia que va más allá de la anécdota, y por ello pedir disculpas en lugar de justificarlas se hace una necesidad. Justificar un problema con otro significa tener dos problemas, no que el primer problema ha desaparecido.

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