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Trump, el hombre que no ama a las mujeres

Marcha de las Mujeres en Washington DC

Lina Gálvez

Si el propio Trump leyese la frase que da título a este artículo se reiría, e incluso, es posible que se sintiera ofendido por ella. Lo veo posible, y le pido disculpas de antemano. Cómo no iba él a amar a las mujeres si hasta se ha casado en tres ocasiones. Hasta podría decir que a excepción del dinero, las mujeres es lo que más ama en el mundo, sin darse cuenta posiblemente de la relación que hay entre su dinero y la manera que él tiene de relacionarse con las mujeres.

Cuando digo que Trump no ama a las mujeres me refiero a que no nos ama como seres autónomos, con proyectos de vida propios sin ser exclusivamente medios para otros fines, o simples objetos de deseo que hay que poseer.

No es la primera vez que llega a la Casa Blanca alguien con comportamientos sexistas. No hace mucho, Bill Clinton ocupaba la Casa Blanca utilizando su posición de poder para mantener relaciones sexuales con mujeres que estaban jerárquicamente por debajo de él como sus becarias. Pero mientras que Clinton pidió perdón por lo sucedido, Trump se vanagloria de sus comentarios y comportamientos sexistas. El “si eres famoso puedes agarrar por el coño a las mujeres”, que es eso y no otra cosa lo que significa pussy, no le merece al presidente mayor vergüenza ni arrepentimiento.

Y esto es especialmente grave porque Trump no es una persona como otra cualquiera; es el presidente de los Estados Unidos. Como en España sabemos por la Ley de Igualdad y su menguada implantación, los cambios de mentalidad que requieren las políticas que buscan cambiar aspectos tan arraigados en la sociedad como el machismo tienen que ser respetados por las más altas instancias del Estado, sino, no funcionan. No es que sea suficiente, pero es muy importante que los primeros mandatarios y el Gobierno sean los más escrupulosos en el cumplimiento de las leyes para que pueda desarrollarse un efecto cascada virtuoso y no vicioso.

Desde la victoria de Trump se ha generado ese efecto cascada viciado en lo relativo a la tolerancia a los comentarios y actitudes sexistas –aunque no solo como conocemos por los ataques racistas. Así la cadena de tiendas Spencer’s vende una camiseta en la que puede leerse “Grab American by the pussy”. Y un político republicano de Connecticut llamado Christopher Von Keyserling fue arrestado tras tocarle los genitales a una rival política con la que estaba discutiendo. Antes le había dicho a su víctima que adoraba este nuevo mundo en el que ya no era necesario ser políticamente correcto. Cuando su abogado lo defendió dijo que lo que había hecho su cliente no era más que una broma.

Desde que ganó Trump son numerosas las denuncias de mujeres a compañeros de trabajo, hombres que mujeres o niñas se encuentran en autobuses o lugares públicos y que o bien les tocan los genitales –el coño, en palabras de Trump-, o las amenazan con ello. Tocarle el coño a una mujer se ha convertido para muchos en algo normal y tolerable. Y ya sabemos como se tratará la protesta y la denuncia de estos hechos. Lo normal será que las mujeres que sean víctimas de ese asalto a su integridad sean llamadas histéricas que sobre reaccionan.

Como dijo el abogado de Von Keyserling, lo que hizo su defendido fue un acto demasiado trivial para ser tenido en cuenta. Si a Trump no se lo hemos tenido en cuenta y ha salido elegido presidente, cómo se lo vamos a tener en cuenta al resto. Por eso que Trump no es una persona cualquiera.

De hecho, en una nueva encuesta sobre igualdad de género, los derechos de las mujeres y el sexismo, publicada el pasado 17 de enero, el 40% de las mujeres entrevistadas creen que aumentarán las agresiones sexuales o se justificará el sexismo y el tratamiento a las mujeres como objetos sexuales solo porque Trump ganó las elecciones, llevándolo como una de sus banderas anti establishment, en este caso, anti lo políticamente correcto y las políticas de igualdad de género.

Pero el efecto cascada no acaba con la tolerancia al sexismo y la objetivación de las mujeres, parece que los primeros recortes que va a realizar el Gobierno Trump van a tener un efecto muy negativo en la igualdad de género y el bienestar y autonomía de las mujeres. Las mujeres son mayoría en los grupos de rentas más bajas, son mayoría entre los empleados de los servicios sociales que se quieren recortar y sobre todo, son las que más pueden sufrir el recorte en los servicios públicos y las transferencias sociales por ser las “sustitutas naturales” de esos servicios al ser las encargadas prioritarias del cuidado de otros. Muchas mujeres serán las grandes perdedoras del desmantelamiento del Obamacare y de otros programas que están ya en el punto de mira de Trump.

De hecho, durante la transición del gobierno Obama al de Trump, se pidió información sobre cuántas personas y el coste que suponían los programas de gastos relativos a la igualdad de género como los vinculados con la lucha contra la violencia de género. Lo que hace pensar a las responsables de estos programas que los recortes llegarán pronto. La selección de destacados anti-abortistas para formar parte del gabinete de Trump puede suponer el cierre de centros o líneas de salud reproductiva e incluso que se dé marcha atrás en el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres norteamericanas.

Así que hacen bien las mujeres estadounidenses en marchar contra Trump en las Women’s march, como también los hombres y las mujeres de todo el mundo que las acompañamos en más de 200 ciudades el pasado sábado 21 de enero. Porque aunque la era Trump sea mucho más que Trump y su sexismo, y su racismo, y su nacionalismo, no podemos asumir como un comportamiento normal y tolerable que un hombre se vanaglorie de tocarle el coño a las mujeres, como si solo estuviéramos en la tierra para saciar los deseos de los hombres. Y mucho menos cuando ese hombre no es un hombre cualquiera, sino que es el presidente de la primera potencia mundial. Normalizar su sexismo implica dar carta blanca a muchos para hacer lo mismo con impunidad social.

Trump no es un hombre más que no ama a las mujeres. Como dice EveEnsler, la autora de los 'Monólogos de la vagina' y directora artística del V-Day, un movimiento global para acabar con la violencia contra las mujeres, el Sr. Trump es “our predator in chief”.

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