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Lo nuevo

Salón de Plenos / Foto: Parlamento de Andalucía

María Iglesias

Todos los candidatos a las elecciones a la Junta de Andalucía el 22 de marzo son nuevos. Tanto que los electores temblamos de emoción como ante un cambio de colección en Zara. ¡O, mejor, ante el catálogo de Ikea que asoma la esquinita en el buzón!

Susana Díaz, puro aire fresco. Profesional de sólida trayectoria como abogada, sin vínculo con el aparato del PSOE andaluz, ni designada a dedo por su predecesor Griñán -llamado a declarar como imputado al Supremo- sino elegida en primarias abiertas y participativas y designada justo por su espíritu independiente y crítico. Alguien que garantiza, por su prestigio, que no se aferrará al cargo ni usará puertas giratorias cuando acabe su etapa política, sino se reincorporará feliz a su anterior puesto laboral.

Juan Manuel Moreno, el líder que el PP-A lleva décadas buscando. Referente tan querido en las filas del partido, como conocido fuera. Alguien históricamente comprometido con el desarrollo andaluz, que no ha sido impuesto por líderes nacionales como Rajoy o Sáenz de Santamaría para seguir los dictados de Arenas “vencedor fracasado” de los comicios pasados. Político convencido de la relevancia del Parlamento andaluz y destacada voz ¡con su colega vasco Borja Semper! que denuncia y exige limpieza interna de la corrupción y supuesta financiación B de las Gürtel, Púnicas, etc.

Antonio Maíllo, en IU, llega también de nuevas porque la Izquierda Unida hasta anteayer socia del PSOE en el Gobierno andaluz era la IU de Valderas. De modo que Maíllo no tiene nada que ver con el incumplimiento del grueso del pacto de Gobierno en cuyo tintero han quedado banca pública, renta básica o reforma electoral. IU-A acaba de anunciar que le asesorarán voces nuevas, las de Chamizo y García Montero, a quienes hasta ahora no habían tenido oportunidad de escuchar para seguir sus consejos.

Las novedades de los partidos en el Parlamento andaluz tienen correlato en Madrid.

El PSM se entrega extasiado al Ángel Gabilondo de la guarda, todo un outsider, de esos a quienes según el ex presidente González -¡otro novel!- hay que recurrir para evitar la endogamia. Porque Gabilondo es un independiente, libre de la mácula partidista. Ministro, eso sí, del Gobierno Zapatero. Ése que cambio el art. 135 de la Constitución con el PP, un agosto, para primar el pago de la deuda a los servicios públicos.

El PP de Madrid sin candidato ni para comunidad, ni para ayuntamiento baraja como favoritos a otros dos neófitos: Ignacio González y Esperanza Aguirre, de vuelta al candelero por el escándalo del espionaje, quizá porque airear vergüenzas convenga para determinar quién será elegido al final.

¿Y qué decir de Izquierda DesUnida en Madrid? Tania Sánchez ex candidata a la comunidad pasa a liderar Candidatura de Unidad Polular, segundo riesgo de escisión si se va el candidato a alcalde, Mauricio Valiente, y enfrentamiento entre la federación madrileña (con unos Gordo y Pérez salpicados por las black) y la dirección federal de Garzón partidaria de converger con Podemos, Ganemos, Equos, candidaturas ciudadanas.

¿Y Podemos y Ciudadanos, al que Floriano llama Siudatans como quien dice cocreta, a la manera paleta?

Podemos, ante la legítima esperanza de renovación que gran parte de la sociedad encarna en ellos, ha reaccionado frente a los casos Errejón y Monedero -incomparables entre sí, y menos aún con ERES, Gúrteles, Puyol- ¡con una actitud tan nueva, transparente y autocrítica que una no puede más que aplaudir y saltar de felicidad! La sintonía entre la líder andaluza, Teresa Rodríguez y el nacional Pablo Iglesias es asimismo las antípodas de las tiranteces entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. Además de que Podemos no es un partido jerárquico, vertical, como el resto. La verticalidad es “pueblo (abajo) y casta (arriba)”, pero orgánicamente son de trasversalidad, sin liderazgos ni cultos a la personalidad. Cualquier parecido del tándem Pablo Iglesias+Juan Carlos Monedero con Felipe González+Alfonso Guerra es mera coincidencia.

Albert Rivera, por su parte, desembarca en Andalucía con propuestas que ¡riámonos de vanguardias dadaístas, futuristas, revolucionarias! ¡Nos va a enseñar a pescar!

Es todo tan tan nuevo, que cuesta no resoplar y caer presa de la pereza o, peor, la desazón y parálisis. Sobre todo porque, como lúcidamente ponía el dedo en la llaga Rosa Montero en su último artículo -y lleva tiempo haciéndolo Rafael Reig- un segmento de los simpatizantes de los partidos nuevos, en particular de Podemos, también reaccionan como los militantes de siempre, a la defensiva ante la crítica.

No obstante, si uno abre los ojos y aguza los oídos aquí en la calle donde sigue ocurriendo la vida que sorprendió a las clases dirigentes ese no tan lejano 15-M cabe constatar una vibración que quizá sea lo único en verdad nuevo:

- Existe una ciudadanía convencida de la necesidad de cambiar este sistema entumecido, corrompido, sometido por los préstamos bancarios, incapaz de organizar la coyuntura socio-económica precisa para que personas y colectivos podamos, no sólo subsistir, sino desarrollarnos.

- Ese grupo que se ha re-movilizado tras años de letargo y votará al partido o candidatos que les parezcan más útiles en el actual contexto, no cree en santos ni demonios, ni descarta que sus preferidos puedan defraudar o corromperse al llegar al poder.

- Así que critican ya lo que de ellos no les parece bien, aunque se les achaque que eso da argumentos a partidos adversarios, aunque les valga la suspicaz mirada de quienes no simpatizan o militan con una opción política sino son de vocación feligreses (conversos de otros credos, las más de las veces). Porque consideran que la mejor contribución que cabe hacer es la crítica constructiva.

Lo emergente es la ciudadanía empoderada, con liderazgo y capacidad de gobernanza -robo los palabros a los gurús de think tanks que tanto empeño gastan en expoliarnos de sentido con sus discursos vacíos. La esperanza, la gente a la que, al estallar la burbuja inmobiliaria y financiera, se le ha caído la venda sobre el sistema y lo quiere cambiar, personas que recuerdan que si hoy hay partidos que brillan en las encuestas no es por lo bien que a uno le sienten las gafas o a otro la coleta sino porque se salió a la calle, se tomaron las plazas, se volvió a los barrios, se organizó la respuesta. Y por más mérito que tengan quienes han saltado a la palestra a defenderla, no dejan de ser una herramienta. Que se usará en tanto que se entienda útil y, si falla, se cambiará.

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