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Lo tenía en la cabeza

Diputadas veteranas recuerdan a Bescansa que tiene guardería en el Congreso

Carmen Lizárraga

En la sesión constitutiva del Congreso de los Diputados hubo 350 diputados y diputadas pero, sin duda, quien llamó más la atención fue un bebé. Un bebé de tan sólo cinco meses que estaba al cuidado de su madre. Para lo bueno y para lo malo nos convertimos en el centro de alabanzas y críticas.

La foto de un bebé en el hemiciclo ha protagonizado muchas portadas y suscitado muchas críticas. Hay quien afirma que no estaría bien dejar correr a un chiquillo por el quirófano mientras su madre opera; que la acompañe a apagar un incendio o dejarlo al lado mientras limpia con productos tóxicos. En Andalucía, la consejera de Igualdad y Políticas Sociales manifestó públicamente que no le parecía “razonable” ir con el hijo al trabajo. Pero nadie nos explica donde reside esa falta de razonabilidad.

El bebé de Carolina Bescansa, siempre estuvo seguro y cómodo en los brazos de su madre, como la hija de Licia Ronzulli, que prácticamente, ha crecido en el Parlamento Europeo. A Bescansa, el cuidado colectivo de su hijo le permitió hacer su trabajo sin problemas. Cuando intervino dejó el niño al cuidado de otra persona. Pues bien, en la sociedad ocurre como el Congreso de los Diputados. Hay cosas que vemos y otras que son invisibles, pero que no por ello dejan de existir, ni de ser importantes. Cuando un padre o una madre con un bebé van a trabajar lo dejan al cuidado colectivo o individual para poder realizar su trabajo, lo mismo que hizo Bescansa.

Yo no llevaba a mi hijo al trabajo, pero lo tenía en la cabeza. No se ve, pero muchas mujeres llevamos al trabajo el inventario del frigorífico, el lugar de los calcetines, la montaña de plancha, el menú diario y la lista de la compra. También combinamos agenda laboral, con agenda escolar y médica propia y ajena. Eso, que no se ve, es una doble jornada laboral en toda regla. Hay quienes no solo cuidan a descendientes, sino a ascendientes y también trabajan fuera de casa: la triple jornada laboral. Para más inri, soportamos una brecha salarial que hace que cobremos 80€ por cada 100€ que cobra un hombre realizando idéntico trabajo. Es cierto que cada vez más hombres realizan la hazaña diaria de cuidar y trabajar fuera de casa. Eso, para hogares donde hay alguien que cuenta con un empleo remunerado, porque en Andalucía hay más de 400.000 hogares sin ingresos donde, con seguridad, se producen vulneraciones de derechos de la infancia debido a dejación de responsabilidades por parte del Estado.

La doble o triple jornada laboral no es, para nada ni para nadie, razonable. No se corresponde con la sociedad que queremos. En una sociedad de cuidados colectivizados con una infancia bien cuidada, asunto de todas y todos, lo razonable sería que existiera educación infantil gratuita de 0 a 3 años. También lo sería la reforma del sistema de permisos por nacimiento o adopción, y el aumentodel actual permiso de paternidad hasta igualarlo con el de maternidad.

Lo razonable sería que Andalucía dejara de ser de las primeras regiones europeas en obesidad infantil. Sería muy razonable que la malnutrición infantil no fuera noticia. Según la última encuesta de condiciones de vida, hay 834.000 niños y niñas andaluces, aproximadamente, que viven en riesgo de pobreza. Mientras que en España, el 32,6% de los niños y niñas viven en riesgo de pobreza, en Andalucía esta cifra asciende al 45,3%. No es razonable que el 20,6% de hogares tengan problemas para afrontar el pago de sus medicamentos y para asegurarse una alimentación suficiente y equilibrada en términos nutricionales. Con estos datos sería razonable que los comedores escolares no cerraran en verano, porque la pobreza infantil está más extendida y es más severa y más intensa en la infancia que en el resto de la población.

La próxima vez que no tengáis a vuestro hijo o hija con vosotros será porque hay otra persona o personas que lo está cuidando. Y esa gente lo hace tan bien que puedes hacer tu trabajo con tranquilidad porque sabes que está bien. Ahí reside la magia y el valor del cuidado de nuestra infancia. Cada niño o niña que sufre malnutrición, que pierde su derecho a ser bien cuidado, que ve vulnerados los derechos de la infancia es responsabilidad colectiva. Es el Estado quien debe velar por la garantía de los derechos de la infancia. En la pasada sesión del Congreso, la señora Bescansa cumplió con su función como parlamentaria y como madre. Dejen de acusar a las madres, dejen de imponer normas morales y cumplan con las obligaciones que deben asumir los gobiernos, incluida la Junta de Andalucía, según la convención de los derechos del niño aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Eso es lo razonable.

Carmen Lizárraga es diputada de Podemos en el Parlamento de Andalucía

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