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Vox, la Reconquista y la salvación de España

Representación de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando /Patrimonio Nacional

Alejandro García Sanjuán

Profesor de Historia Medieval. Universidad de Huelva —

El constante ascenso de la ultraderecha en España, ratificado por el reciente éxito electoral en Andalucía de Vox, ha venido acompañado de una recurrente apelación a la Reconquista, noción historiográfica que tiene un largo recorrido en la cultura española, así como unas connotaciones ideológicas muy precisas que tal vez sea conveniente volver a recordar en el contexto actual.

La Reconquista es la hija predilecta del nacionalismo español, pues no en vano su origen se encuentra en el siglo XIX, la época de auge de los nacionalismos en toda Europa. Las revoluciones liberales trajeron la nueva noción de soberanía nacional, que produciría cambios definitivos en la manera de interpretar la historia: el nuevo sujeto político, la nación, debía ser legitimado, y para ello el pasado sería la herramienta esencial.

Según el nuevo relato histórico elaborado por el nacionalismo español decimonónico, la llegada del islam a la península a comienzos del siglo VIII y la consiguiente formación de al-Andalus fueron una auténtica “catástrofe nacional” que solo pudo corregirse gracias a la Reconquista, interpretada en clave de lucha de liberación nacional culminada con la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492. Obviamente, cuando se produce la llegada del islam a la Península no existía una nación española, ni tampoco la conquista cristiana de al-Andalus dio lugar a la formación de España como nación ni como Estado. La vinculación de la Reconquista con España constituye, sencillamente, el resultado de una lectura identitaria del pasado, sesgada y tendenciosa: dado que no existe nación sin enemigo, la función principal de la Reconquista fue convertir al ‘moro’ en el mayor peligro para la nación, el ‘decano de los enemigos de España’ (E. Martín Corrales).

A pesar de los evidentes anacronismos y distorsiones que introduce en la lectura del pasado, la Reconquista ha sido tradicionalmente un elemento vertebrador fundamental en el discurso del nacionalismo español. Resulta muy significativa la intensa utilización que Franco hizo de ella como arma ideológica para justificar su ‘cruzada’ contra la República. El propio dictador llegó a ser calificado como ‘caudillo de la nueva Reconquista’ en un poema de Manuel Machado. Asimismo, el águila de San Juan, símbolo de los Reyes Católicos, quedó incorporada a la bandera franquista: los culminadores de la Reconquista eran, así, ensalzados como antecedente histórico de la nueva España nacionalcatólica. Si la Reconquista medieval salvó a España de los moros, la liderada por Franco en 1936 la salvó de rojos, ateos y masones.

De manera paradójica, la consagración ideológica de la Reconquista en el franquismo se desarrolló en paralelo a su sublimación historiográfica por obra de Claudio Sánchez-Albornoz (1893-1984). Si su compromiso personal con el Gobierno de la República y su firme actitud antifranquista acreditaban su perfil progresista en su época, su labor como historiador en el exilio resultaría determinante en la consagración académica del discurso nacionalcatólico. En efecto, Sánchez-Albornoz elevó la Reconquista al máximo rango, definiéndola como la auténtica clave de la historia de España y formulando, al mismo tiempo, uno de los preceptos básicos del nacionalismo español, según el cual España sería una nación forjada contra el islam. Tras su regreso a España, durante la Transición, Sánchez-Albornoz publicó su más visceral apología de dicho concepto, en la cual afirmaba que los españoles debíamos dar gracias a la Reconquista por habernos librado de ser una ‘piltrafa del islam’ (De la Andalucía islámica a la de hoy, 1983). De nuevo, la Reconquista como salvación de España.

La muerte de Franco y la llegada de la democracia trajeron las primeras y tímidas reacciones contra una noción tan tóxica como arraigada en el imaginario colectivo gracias a décadas de propaganda y de adoctrinamiento nacionalcatólico dirigido a fomentar la formación del espíritu nacional. La crítica, sin embargo, fue muy limitada, y la derecha nunca renunció a la Reconquista, una herramienta demasiado útil como para prescindir de ella.

Alguien tan cualificado como Aznar volvió a demostrar su plena operatividad cuando la invocó en 2004 para explicar los atentados del 11-M en Madrid. Poco después llegaría a exigir a los musulmanes que le pidieran perdón por haber conquistado su país y dejó por escrito que ‘somos una nación constituida frente al Islam’ (Cartas a un joven español, 2007). Su apego por la Reconquista nos otorgó, años antes, una sublime puesta en escena, cuando se prestó a disfrazarse de El Cid para un reportaje periodístico, legando para la posteridad unas impagables imágenes que lo inmortalizan tanto o más que su mítico acento tejano.

El mantra nacionalcatólico de que España es una nación forjada en la lucha contra el islam ha seguido recibiendo el aval de ilustres académicos españoles, colaboracionistas imprescindibles cuya función consiste en dar lustre y apariencia de rigor a las proclamas de la ultraderecha. Ese es, en particular, el caso del arabista Serafín Fanjul, miembro de la Academia de la Historia, recientemente integrado en el Patronato de Honor de la plataforma de propaganda españolista creada por el líder de Vox. No resulta extraño que sus declaraciones al respecto tuvieran una cálida acogida en acreditados sectores de la derecha más xenófoba y reaccionaria.

En estricta coherencia con la más rancia tradición nacionalcatólica, las apelaciones de Vox a la Reconquista han sido constantes. Dicha formación daba inicio a su campaña para las elecciones de 2015 en Covadonga, cuna de Pelayo y mítico escenario de la primera victoria contra el enemigo musulmán. En enero de 2018, con motivo de la conmemoración de la Toma de Granada, Santiago Abascal proclamaba su “orgullo imborrable por una gesta de 7 siglos”, así como “la determinación de no someternos al Islam” .

Para animar la campaña de las recientes elecciones andaluzas, Abascal publicaba en sus redes sociales un vídeo que, bajo el lema ‘la Reconquista comenzará en tierras andaluzas‘, mostraba su imagen de señorito cortijero que surca a caballo las tierras liberadas. En consonancia con ello, el candidato de Vox a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Francisco Serrano, volvía a proclamar que, gracias al éxito electoral de su formación, la Reconquista iba a comenzar.

Invocando la Reconquista, Vox quiere presentarse como el nuevo salvador de España. Los peligros que hoy amenazan la patria son los de siempre, el separatismo y, cómo no, el islam. No resulta extraño que Abascal lleve años agitando los fantasmas de la inmigración musulmana y de la islamización a través de la enseñanza en las escuelas. Ayer, como hoy, los ‘moros’ son una amenaza. Ayer, como hoy, la Reconquista permite a la ultraderecha manipular el pasado para legitimar el presente.

Vox promueve la estrategia del miedo dirigiéndose a esa España que se siente en peligro y que, una vez más, necesita ser salvada. Una apuesta cuyo reciente éxito electoral ha merecido la calurosa felicitación de David Duke, ex líder del Ku Klux Klan. Su proyecto de salvación de España mediante una nueva Reconquista no podía aspirar a mejor aval.

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