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“Quiero que mis hijos sigan estudiando en España”

Lovethe Aguebor, con sus hijos Salomon y Noemi.

Juan Miguel Baquero

Naomi tiene tres años y baila flamenco. Salomon, seis, y juega al fútbol. Pasarían por aficiones frecuentes en niños andaluces de su edad. Y lo son. En Andalucía nacieron. Su madre, Lovethe Aguebor, llegó al mundo en Benin City (Nigeria) y a Sevilla en 1999, con 20 años de edad. Emprendía cargada de sueños su gran aventura vital. Ahora no encuentra trabajo y tiene que pedir ayuda para comer. Pero mantiene firme una idea que surca su camino: “Quiero que mis hijos sigan estudiando en España”.

Desempleada, sin ingresos, ¿cómo conseguir el material escolar que sus hijos necesitan para el arranque de curso? Lovethe acude a la solidaridad de colectivos ciudadanos. Asociaciones, e incluso vecinos, convertidos también en soporte para pagar cada mes la hipoteca del piso, las facturas de luz, agua, gas… “Y comida, es difícil comer muchos días”, subraya. “Problemas”, dice, “no job, no money”. No hay trabajo, no hay dinero.

Un grito despierta cada mañana: “¡Colegio!”

“¡Colegio, colegio!”. Es lo que cada mañana “gritan” Salomon y Naomi antes de ir a clase en el pueblo sevillano de Camas. Allí nacieron, allí viven. En Nigeria no tendrían esa posibilidad, “se acabaría su educación”. Lovethe mira cómo juegan en el parque mientras explica que a sus hijos “les gusta aprender”. La pequeña quiere estudiar medicina y el mayor aún no lo tiene decidido, aunque sí que será “futbolista profesional”. Salomon es “del Betis” y quiere jugar “antes en el Camas y luego en la selección”. Con España, se refiere.

La población inmigrante es uno de los colectivos más castigados desde el estallido de la crisis económica. El Anuario de la Inmigración en España 2013 apunta que la pobreza relativa y la privación material es el estado mayoritarioAnuario de la Inmigración en España 2013. La reforma sanitaria los ha excluido aún más del resto de la sociedad. Las leyes en materia de inmigración permanecen inmutables. La tasa de paro, un 36%, supera en diez puntos la de los españoles. Y la actitud de la Administración, señala el estudio, es cada vez más restrictiva.

La recesión se ceba con los extranjeros residentes en España. También con la familia Aguebor que se siente, no obstante, arropada por la comunidad. “Es una suerte que podamos recibir ayuda”. Sobre todo, subraya, desde que el padre de Naomi y Salomon fuera deportado después de tener “problemas con la justicia”. Lovethe sostiene que desconocía “esos asuntos” que ahora le traen alguna secuela que espera la justicia dilucide “lo antes posible”. Quedaron solos.

“En Nigeria mis niños no irían más al colegio”

En los últimos años trabajó en un par de ocasiones para el Ayuntamiento de Camas, “de barrendera”. Contratos temporales, parches casi para el arduo escenario en el que actúa. “Pero el último se acabó en diciembre de 2013 y desde entonces no tengo trabajo”, señala. Antes tuvo varios empleos “y con contrato”. Limpieza, “planchar en hospital”, cuidado de personas mayores... Estaba “feliz, todo iba bien y pedía que nada cambiara”. Le habían dicho que eso encontraría. Trabajo, prosperidad.

“Cuando llegué a Camas no había ninguna 'morena'”, ríe Lovethe. Ahora sí. Desde África llegó a Algeciras (Cádiz) en barco. Varios días escondida, “pasando hambre y con miedo a que me descubrieran y me tiraran al agua”. Antes, tenía que emprender un largo viaje plagado de dificultades en el que pasaron “muchas cosas”. Una odisea, como la de tantos migrantes. Según la aplicación Google Maps, para hacer una idea, de Benin City a Sevilla habría que transitar a pie durante 932 horas para recorrer 4.786 kilómetros.

Lovethe buscaba un sueño y lo cumplió. Durante años, mejor que ahora: “soy nigeriana y quiero ser española, pero hace falta dinero, trabajo”. Europa queda lejos de ser un paraíso. El futuro de Naomi y Salomon, sin embargo, merece una oportunidad. “Si me tengo que ir a Nigeria mis niños no irían más al colegio, quiero ver cómo van para arriba y tienen una educación para el mañana”. Lovethe Aguebor resiste. “Y cuando me falta comida les digo –en los colectivos de los que recibe ayuda– 'mami, quiero patata o algo', y me llenan el carro”.

No quieren estar “fuera de España”. ¿Dónde quieren vivir? “En Camas”, responden al unísono. Lovethe con trabajo. Naomi con su futura carrera de medicina. Y Salomon, quien sabe, emulando a otro camero futbolista, el internacional Sergio Ramos. Quiere que, “cuando sea grande”, su madre lo vea por televisión y diga: “Mira mi hijo… ¡gol!”. Así le podrá dar, piensa, “un mejor sitio para vivir, para ayudarle”. Como cualquier niño andaluz, más o menos.

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