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Una asociación andaluza alquila pisos para refugiados del campo de Ritsona

Angelina Delgado es una de las impulsoras.

María Iglesias

Mientras menos de 5.000 refugiados han sido reubicados por la Unión Europea un año después de su compromiso de alojar a 160.000, una iniciativa ciudadana española, Solidaridad con Ritsona, acomoda, en pisos dignos, de Grecia, a familias del campo de refugiados situado a una hora de Atenas, 20 minutos de Chalkida.

Claudia Montemuiño, licenciada en Derecho de Algeciras y Angelina Delgado,  onubense, bibliotecaria y técnica de Cultura en Camas (Sevilla) son presidenta y vicepresidenta de esta asociación constituida en Andalucía pero con cuatro cooperantes de otras autonomías. Su nexo, haber sido voluntarias en Ritsona desde la creación, en marzo, de ese campo con 700 alojados, el 40% menores -según ACNUR-, que han sufrido hasta 50 grados en verano y ahora padecen el frío y la lluvia otoñales.

La clave, según Angelina Delgado, es que la sociedad civil reaccione frente a necesidades actuales, cuando los protocolos oficiales y de las grandes ONGs son lentos. “Estas personas necesitan techo, higiene, comida ahora, la infancia vuela y nosotras somos parte de una sociedad obligada a responder”. Según Delgado la asociación nace de la pregunta, “que tantos se hacen: ¿Qué puedo hacer yo?”

“Nuestro primer paso es proveer de alojamiento a seis familias, una por cada fundadora, en coordinación con voluntarios griegos. Yo me encargo de un matrimonio con un niño de 5 años y otro de un mes que no duerme aterido de frío” -cuenta mostrando los desesperados mensajes de WhatsApp del padre.

Angelina Delgado estuvo en Ritsona del 5 al 20 de abril promoviendo actividades culturales con cuentos y cámaras de fotos desechables con las que hizo una exposición, además de ayudando en el almacén de ropa y acompañando a familias en sus gestiones legales para la petición de asilo y sus visitas hospitalarias.

Allí trabajó mano a mano con la gallega Conchi Rodríguez, Máster en Gestión de Cooperación Internacional y la educadora social ibicenca Luchy Ortín. Ellas, después, conocieron a la administrativa de Zarautz Sara Gil, la algecireña Claudia Montemouiño y la periodista Vicky Bolaños de Madrid. 

Al regresar de Ritsona pusieron en marcha la “experiencia piloto” de pagar el piso de un residente del campamento. Pero un “detonante” les hizo pasar de esa ayuda particular a montar la asociación. Fue el caso de una menor y su hermano veinteañero, sirios. Ella, embarazada, fue abandonada en Ritsona por su marido. Se detectó un problema al feto. Venía con una inflamación del pericardio, membrana que rodea al corazón. Y ante la falta de respuesta oficial, Solidaridad con Ritsona, decidió afrontar, primero el alojamiento en un hostal en Atenas durante la etapa de ingreso hospitalario del recién nacido. Después, el piso en Chalkida para los tres.

La donación de 18.000€ de la asociación Marhaba fue clave para arrancar. “Sus responsables vieron en Ritsona esas tiendas de campañas en las que entran serpientes, perros y hasta jabalís, las tres duchas para los 700 internos, agua no potable, casos de hepatitis A, comida escasa a base de arroz o pasta, poca carne y fruta, nada de vegetales o pescado”.

“Esa aportación inicial sirve para empezar -explica Delgado- pero pedimos donaciones en la web solidaridadritsona.com, porque necesitamos que 20 personas paguen 25€ al mes por cada familia que mantener”. El alquiler de un piso es de 400 €, a los que se añaden 100€ para manutención y suministros. Como han iniciado el proyecto con seis familias precisan 150 donantes fijos. 

“Todo lo recaudado va a alojamiento y manutención -insiste Delgado- porque nuestra gestión y la búsqueda de pisos por griegos es trabajo voluntario”.

Una de las familias ya alojadas es la de un matrimonio sirio cuyas dos hijas, de 7 y 3 años, vieron morir a su hermana mayor en el bombardeo de su casa. Tanto las niñas como la madre, embarazada, sufren consecuencias del shock.

Dos familias, de las que se ocupa Claudia Montemuiño, esperan encontrar piso. “Hay que vencer resistencias para que les alquilen” -explica Delgado. Son un matrimonio con siete hijos y uno en camino y otro que vivía en Alepo, con dos niñas y un niño, la madre embarazada de siete meses y el padre con conocimientos de español por haber trabajado en Guinea Ecuatorial tres años. “Los hijos pequeños de ambas familias son asmáticos -detalla Montemuiño-  el polvo del campo en verano les has sentado fatal y ahora, por la lluvia, viven en un lodazal inhumano”.

Claudia Montemuiño dejó a su hija de tres años en Algeciras en junio y volvió una segunda vez, en julio, a Ritsona. “Me saltó la chispa al ver las noticias en TV e Internet. Pensé que la suerte-desgracia de no estar trabajando es tener tiempo para ayudar”.

Existen iniciativas hermanas sobre alojamiento digno, como Himaya. Y Solidaridad con Ritsona colabora con la británica CRIBS Internacional de la matrona Sally Hyman, especializada en el cuidado de embarazadas. Línea que también cubre la ONG andaluza Rowing together.

“Es clave implicar a los perceptores de las donaciones en la gestión de sus vidas -expone Angelina Delgado- porque no son personas incapaces, ni eternos menores de edad, sino víctimas del horror perfectamente preparados para administrarse”. 

Durante el mes de octubre Solidaridad con Ritsona estuvo presente en el Parlamento europeo (Bruselas), gracias “Solidacities. Encuentro de ciudadanos por el derecho de asilo y refugio” en que participaron alcaldes europeos, como el de Valencia o Lesbos, intelectuales como Sami Nair y responsables de proyectos de la sociedad civil. Y puso en marcha iniciativas para recabar fondos como el “Festival Contrafronteras” en Ibiza y “TanttakaTZ Musika Jaialdia” en Zarautz.

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