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Rocío Márquez y Fahmi Alqhai: música antigua y flamenco mirando al futuro

Rocío Márquez, Fahmi y Rami Alqhai y Agustín Diassera

Amalia Bulnes

“Preocúpate el día que no te dé el pellizco en la barriga”. Fahmi Alqhai, el violagambista que ha sabido llevar la música antigua a los públicos más variados sin tocar un ápice su esencia, lleva a rajatabla el consejo que le dio, de joven, su maestro José Miguel Moreno, referente mundial en las músicas de los siglos XVI al XVIII. Es la máxima que ha aplicado, de lleno, a su nuevo proyecto, 'Diálogo de viejos y nuevos sones', un disco nacido de las entrañas, “del cariño y de la emoción” -precisa-, y grabado con la joven cantaora onubense Rocío Márquez, una de las voces flamencas del momento en el panorama nacional e internacional.

La cosa queda más o menos así: música antigua y flamenco, Monteverdi y fandangos del Alonso, poemas de Santa Teresa y sones de ida y vuelta, boleros, chaconas y seguiriyas ancestrales. Y todo, sin que haya una nota que suene a impostura o, por qué no decirlo, a pastiche. Como si parecieran estar condenados a entenderse, Fahmi Alqhai, director de la agrupación Accademia del Piaccere, y Rocío Márquez, consiguen que todo suene natural y que su proyecto haya sido bendecido tanto por la ortodoxia flamenca como por los adalides de la modernidad.

“Yo diría que es una cuestión de respeto y de gusto, de buen gusto”, intenta explicarse Fahmi, al tiempo que Rocío Márquez puntualiza que, muchas veces, dar con la fórmula adecuada depende “de la dirección del movimiento: este disco es algo que ha nacido desde dentro hacia fuera y no al revés: no es un imposición externa, sujeta a las inercias comerciales, que luego hayamos tenido que interiorizar nosotros”.

'Diálogo de viejos y nuevos sones' nació por encargo de la Bienal de Flamenco de Sevilla para su edición de 2016, como un espectáculo conjunto que se estrenó en la iglesia Barroca de San Luis de los Franceses. A partir de ahí, nueve meses de trabajo, de base teórica, ensayos y ensamblaje de las dos sensibilidades artísticas de estos músicos. Tras este periodo de gestación, aseguran que la criatura “ha nacido criada, con todo el pelo”, bromea Fahmi. “Es un disco que necesitaba madurez, tiempo, mucho escenario y mucho ensayo”, asegura Rocío Márquez, que insiste: “Nos hemos dado cuenta de lo bueno que es ensayar, porque lo que arriesgas en un ensayo a puerta cerrada no puedes hacerlo en un escenario”. Y así, a base de “prueba-error” ha nacido este 'Diálogo' que, como sorpresa, cierra con una versión de los 'Angelitos negros' de Machín.

“Nos gusta gustar”

Y es que en su afán por ensanchar sus horizontes musicales y entregárselos al gran público, Rocío Márquez y Fahmi Alqhai saben trabajar ajenos al mainstream pero sabiendo que “nos gusta gustar”, admite este músico sevillano de padre sirio que conquista los escenarios de todo el país. “No pienso que haya que ser un maldito al que le gusta componer para él mismo viendo llover tras la ventana; yo intento siempre ser fiel a mí mismo, pero no soy una roca insensible a los gustos del público. Es a él al que le debo mi carrera”, puntualiza Alqhai. Y de ahí que este 'Diálogo de viejos y nuevos sones' -que salió a la venta como disco el pasado 19 de octubre- sea un espectáculo vivo, que viaja a velocidad de crucero. De momento, han recorrido desde el Auditorio Nacional de Madrid al Festival Mozart de Augsburgo (Alemania), del Festival de Ambronay (Francia) al Festival I. M. D. de Granada... A inicios de este 2018 la propia Bienal de Flamenco, colaboradora en el proyecto discográfico, presentó el espectáculo en Brno (Chequia), y para este año hay previstas actuaciones en Italia, Francia, Alemania, Suiza y Bélgica.

En este viaje le acompañan dos músicos más: el también violagambista Rami Alqhai, hermano de Fahmi, del que muchas veces siente que es “una mano más” y el percusionista Agustín Diassera, “una pieza absolutamente fundamental en el disco”, apostilla Rocío. Antes de recorrer el mundo, los cuatro se cruzaban -se cruzan- por el barrio, entre San Lorenzo y la Alameda, en pleno centro de Sevilla, a menudo. “Yo conocía a Rocío, me parecía una artistaza, pero no habíamos tenido ocasión de hacer nada juntos... Así que siempre que nos veíamos por la calle nos decíamos lo típico de: 'a ver cuándo nos juntamos'.... Y aquí estamos”, sonríe mirando con admiración a la onubense.

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