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Los directores 'millennials' toman por asalto el Festival de Cine de Sevilla

Los cineastas Miguel Rodríguez y Anxos Fázans en el Festival de Cine de Sevilla

Alejandro Ávila

Añada del 92. Son los benjamines del Festival de Cine de Sevilla. A sus 25 años, Anxos Fazáns y Miguel Rodríguez gozan de una insultante juventud, que no les ha impedido cumplir el sueño de todo director de cine: rodar su primer largometraje. El cineasta sevillano, Miguel Rodríguez, ha apostado por un documental biográfico, La Isla, protagonizado por su padre, el creador de una serie infantil andaluza llamada La Isla de Flora.

Por su parte, la directora gallega Anxos Fazáns, con tres cortos y una webserie a sus espaldas, ha dado el salto al largometraje de ficción con A estación violenta, que se estrena este jueves. En esta primera aventura ha contado con Nerea Barros, que atesora un Goya por La Isla Mínima, y lo ha rodado en celuloide. Todo un reto al que también se ha apuntado Rodríguez, que lo mezcla con otros formatos como el VHS o la imagen digital.

Aman las salas de cine y la cultura de consumo lento. Lo de la atención dividida y las multipantallas no va con ellos. De hecho, Anxos lleva más de un año con la pantalla del móvil rota y no tiene instalado Instagram. Son jóvenes millennials como nunca te habías atrevido a imaginarlos. ¿Hay puntos de conexión generacional? ¿Hacia dónde se dirigen estos jóvenes cineastas? Ellos mismos nos lo cuentan.

Sois los directores más jóvenes de este festival, pero en vuestras películas hay una importante esencia nostálgica. Retrocedamos a vuestra infancia: ¿Cuáles son los orígenes de vuestra cultura audiovisual?

Miguel Rodríguez: Las series de animación escatológicas que ponían en los años 90 en Nickelodeon y Cartoon Network, del tipo Ren & Stimpy. A los 11 años empecé a ver cine, películas de Stanley Kubrick...

Anxos Fazáns: ¡Qué prematuro! Yo veía un programa que se llamaba Xabarin Club, que reunía series como Shin ChanTeletubbies, Sailormoon, Bola de Dragón, Pokemon, Arale y su fiel mierda rosa. Como ves, lo escatológico lo petó en los 90. Además, emitían videoclips infantiles con grupos de rock gallegos, psicodélicos y punks. En Galicia, hemos crecido con ese programa y, por eso, andamos mal de la cabeza (ríe). Mi interés por el cine fue progresivo, recuerdo que en el instituto vi Los amantes del círculo polar de Julio Medem. 

¿Por qué decidisteis estudiar cine?

Anxos: Yo hacía teatro desde los 7 años. Estudiar comunicación audiovisual fue una decisión de última hora y lo escogí porque me gustaba escribir y ya había desechado lo de ser actriz.

Miguel: Al empezar a interesarme por el cine, vi que quería desarrollar una profesión y dedicarme a la dirección. En segundo de comunicación audiovisual, ya estaba desilusionado con la idea de hacer cine industrial. Cuando comencé el máster de cine, lo empecé con unas expectativas muy bajas, y este proyecto me ayudó a reilusionarme. Somos una generación pegada a la televisión, de ahí nace nuestro interés por el cine.

¿Os disgusta la etiqueta millennial?millennial

Miguel: Hay una brecha generacional y gente que nos considera jinetes del Apocalipsis, que venimos a cargarnos la cultura. Son personas a las que les inquieta el mero hecho de acercarse a otra generación y no parecen tener ningún tipo de interés en nosotros.

Anxos: Yo no me identifico con lo que se describe como millennial. Es posible que sea una excepción, pero creo que hay más personas como yo: nos gusta consumir lentamente y ver una película en una sala de cine, aunque eso no esté reñido con ver pelis en pantalla pequeña.

¿Quiénes son vuestros directores de cabecera?

Miguel: La forma de narrar de Carl Elsaesser ha sido una influencia directa para mí. Los cineastas sevillanos que estamos en la sección Resistencias consumimos cine de mucho tipo: serie B, cine experimental... La heterogeneidad de formas que hay en mi película se debe a que, como consumidor, me gusta una cinematografía muy diversa. 

Anxos: Sobre todo el cine europeo más actual. Me gusta Oslo, 31 de agosto, de Joachim Trier, que también habla de un chico que se está desenganchando a las drogas. Tiene el mismo mensaje de desesperanza que mi película. La directora británica Andrea Arnold hizo una adaptación de Cumbres Borrascosas. No tiene nada ver con mi peli, pero fue uno de los referentes que más usé, porque tiene una poética visual que intento elaborar y no sea todo tan narrativo. Además, soy muy fan de Jim Jarmusch y David Lynch. Como hice teatro, me interesa mucho el trabajo de actores y la ficción. Los límites están muy desdibujados entre ficción y no ficción, he trabajado con actores y no actores. (Se dirige a Miguel): Tu película me lleva a esa época en la que merendaba pan con nocilla delante de la televisión, viendo Xabarin Club.

Miguel: Me gusta. (Se dirige a Anxos): Creo en la tuya hay referentes más obvios, como Banda aparte o Jules et Jim de Jean-Luc Goddard y cierto cine español de la época de los 90, en el que se hablaba mucho de la tradición y de la brecha generacional. Has mencionado Los amantes del círculo polar

Anxos: Para este proyecto no me acordé mucho de Julio Medem. Goddard no es de mis directores favoritos, pero sí me gusta la primera parte (de su filmografía). Me interesan algunas cosas del cine quinqui español, aunque éste hablara más de la heroína, fuera más moralista y haya envejecido regular.

¿Qué similitudes veis entre vuestras películas?

Miguel: (Bromea). En la de ella hay un plano en el que el protagonista mira al mar y en la mía, mi padre mira a la televisión.

Anxos: Ambas películas hablan de una generación perdida. Ambos hablamos de un pasado que no se muestra en la película, que empieza in media res.

¿Y diferencias?

Anxos: Todo. Su punto de partida es su realidad, su familia... con todo eso construye su película. Lo mío es lo opuesto, hay un trabajo previo que no es mío, pero al final termino encontrándome conmigo misma y con mi familia. Me he dado cuenta de que hay mucho de mí en la peli. Es como si los dos años haciendo esta peli estuvieran ahí reflejados… es raro.

Miguel: Veo diferencias en el tratamiento, el género, la apuesta y el trabajo con actores. Mi padre es una especie de showman. Lo que más se ha revindicado de mi película es la parte emocional. 

Anxos: Me ha interesado mucho el material de tu infancia, grabado en VHS, y la parte inicial haciendo el títere. Hay una poética visual en el juego de texturas y realidad. Me gustan estos proyectos hechos desde la realidad íntima de la gente. Creo que al final lo importante es llegar a algo que sea de verdad.

¿Quieres decir llegar a vosotros mismos?

Anxos: Cuando ruedas una película, te expones mucho, te haces muchas preguntas. Para que la película esté bien, ha de ser de verdad y tener mucho que ver conmigo. Muchos intentamos que la película tenga un significado para nosotros.

Miguel: Si el nivel de exposición es alto en ficción, imagínate en la narrativa autobiográfica de un documental. Yo soy muy pudoroso, con lo cual es como un vía crucis. Era un material muy sensible y quería estar lo más lejos posible del típico documental biográfico con picos climáticos.

¿Os desnuda vuestra película ante el espectador?

Miguel: (Se mira con Anxos). El problema es cómo cubrirte.

Anxos: Él se está exponiendo todo el tiempo. En mi ficción, en cambio, el problema es otro: tratar de que se me vea a mí.

Miguel : Yo creo que al final siempre te expones.

¿Qué os ha gustado más de vuestras respectivas películas?

Anxos: De La Isla, me ha gustado el juego de formatos, las imágenes de archivo en VHS y la mezcla con el metraje digital actual. Es la parte más plástica. 

Miguel: De su película me ha gustado esa especie de disolución narrativa con películas de los 90, tanto en el contenido como en la forma. La desesperación de los personajes se traslada a la forma de la película, a la manera de rodarla. También me parece un mérito que se haya rodado en gallego y que dicho idioma esté tan presente en el cine gallego.

Anxos: Fue una decisión complicada, pero los actores son gallegos y transcurre en Galicia, así que no tenía sentido que hablaran en español.

¿Cómo definiríais el cine de vuestra generación?

Miguel: No sé si se puede hablar de una corriente.

Anxos: El hecho de que nosotros dos hayamos hecho obras tan diversas, significa que nuestra generación está rodando películas muy diferentes. En cualquier caso, veo una tendencia hacia lo íntimo.

Miguel: Yo no hablaría en clave generacional, pero sí veo que los cineastas sevillanos se están centrando en el tema familiar y la familia está siempre muy presente.

¿Creéis que hay espacio para vuestro cine en los circuitos comerciales?

Miguel: No (tajante).

Anxos: No lo sé. Mi película podría tener un pequeño hueco, pero por ahora no sé qué recorrido va a tener. Hay dificultades, como que esté en gallego o que el super 16 no esté de moda. Existe un pequeño circuito en el que este tipo de cine sí puede moverse, pero veo improbable que llegue a salas grandes.

Miguel: Un hueco, como tal, tampoco lo quiero. Parece que el peso del cine al margen recae sobre nosotros. Me disgusta esa etiqueta, porque lo nuestro también es cine y esa etiqueta es una forma del sistema de sacarnos fuera. 

Anxos: Hay autores a los que sí les interesa ir en contra de los estándares, pero no me gusta que nadie te sitúe ahí por obligación.

¿Dónde os imagináis dentro de diez años?

Miguel: Lo único que sé es que mi pelo no estará ahí. Soy un poco cortoplacista, sé que va a haber un desequilibrio entre lo que imagino y lo que ocurrirá.

Anxos: Con lo chungas que están las cosas, no pienso mucho en el futuro. Si lo piensas mucho, te deprimes. No soy la única, es algo propio de la gente de mi edad, la crisis de los 25 años y que me afecta incluso a mí, que he tenido la suerte de rodar una película. Nada me garantiza que pueda volver a hacerlo.

Miguel: Antes se pensaba que tu carrera iba progresando: primero vas a una escuela de cine, inviertes mucho dinero, haces tus primeros cortos, ruedas tu primer largometraje y los siguientes largos serán mejores y más caros. Ahora ya no se piensa así.

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