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Lo bueno de ir al teatro es que te reconcilia con las personas (y hasta contigo)

La familia Coleman

David Montero

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La omisión de familia Coleman de Claudio Tolcachir.

Con Cristina Maresca, Miriam Odorico, Inda Lavalle, Fernando Sala, Tamara Kiper, Diego Faturos, Gonzalo Ruiz, Jorge Castaño. Teatro Central (Sevilla).

Bonus track: Nuevo augurio de reconocimiento público, esta vez en forma de premio.

Sábado 11 de noviembre

12.19 h. Recibo un whatssap de B: “Amore, nos vemos en el central a qué hora?”. Yo: “Es a las 20 h, estaré por allí un poquito antes”. Y ella: “Ok, pues allí te veo (carita con dos corazones en los ojos)”. Yo no respondo nada. En parte porque no tengo periquitos (emoticonos les llaman) y en parte porque no tengo un buen día.

19.50-55 h. Me encuentro con B en el Central. La conozco bien y creo que tampoco tiene un buen día. Ella tiene la regla. Yo no. Teatro lleno.

20.50 h. Escribo bajito, que estoy en la función. ¿Os acordáis cuando os hablaba de los milagros? Estoy asistiendo a uno de ellos: me estoy riendo con un nudo en la garganta. Por cierto, que en este teatro, he asistido a unos cuantos de esos milagros.

21.10 h. Me acabo de enamorar de Inda Lavalle. Ahora mismo le pediría matrimonio y sería muy feliz si me dijera que sí (lo siento, mamá, pero cuanto acabe la función se me pasa). Inda es Vero, en la obra. La hermana pija y egoísta de la familia. Ahora Vero se está rompiendo. Sigue siendo pija y un poco egoísta, pero la entiendo. Y por eso es más cosas a parte de ésas. Y lo hago porque esa mujer de la que me estoy enamorando fugazmente le ha prestado su voz, su sudor, su regla o su ovulación (si las tiene), sus ojos que ahora están brillosos. Me regala la sensación de que estamos solos ella y yo. Eso es para mí el teatro: prestar, amar, entender y regalar. Luego (o mañana) os cuento más y en voz alta.

22.05 h Tengo dos noticias, mamá: una buena y otra mala. La buena es que sigo enamorado de Inda. La mala es que no le he pedido matrimonio. En verdad tengo otra noticia: también lo estoy del resto del elenco.

Domingo 12 de noviembre

10.37 h Desayunando me da el barrunto de que en 15 días Las dependientas -un espectáculo maquinado por Julio León Rocha y Fran Pérez Román e interpretado por Tatiana Sánchez Garland, Celia Vioque, Beatriz Arjona y Verónica Morales- ganará el Premio CINTA organizado por TNT. La obra ha sido una de las sorpresas agradables de los últimos tiempos de las artes escénicas de por aquí: riesgo, búsqueda, ambición artística y éxito de público. Y lo mejor no es lo que ya han conseguido sino lo que apuntan. Que se vea mucho este espectáculo y que sigan haciendo.   

Sábado 11 de noviembre (sí, tengo una máquina del tiempo. A qu emola.)

22.15 h B y yo nos estamos tomando un algo rápido después de la función. Hablamos poco. Pero ambos estamos felices de haber visto la obra que hemos visto.

22.37 h Veo a B irse pedaleando por su lado y yo cojo por Relator camino de mi casa. Voy rumiando mis cosas. Ya lo he dicho yo y (mucho antes) Diego Carrasco: hoy no es el día de la bulería. “Qué de luz me oculta el horizonte/ qué me pesa el manto de la noche/ estoy cansao del compromiso de la juerga/ yo quiero estar solito, solo con mis poemas”.

00.00 h Estoy solito sin mis poemas, pero con mi diario. Me acuerdo de que ya vi esta obra en Buenos Aires, hace unos cuantos años. Me gustó mucho entonces, pero esta vez me ha tocado. Los Coleman son una familia que naufraga y todos quieren abandonar el barco. La abuela lo abandona primero (con los pies por delante) y, con ella, el último motivo para quedarse. El resto es lo de siempre: huyen los que pueden y como pueden. Quien no puede, el miembro más débil, el raro, el más inadaptado de una familia de inadaptados se queda allí solo (Me permito el spoiler porque para eso es mi diario y porque la obra ha sido repuesta y requetepuesta). Cuando Marito  está esperando solo en la casa, confiando en que los demás van a llegar, llega otro milagro:  yo me convierto en él (ingenuidad, esperanza y una corazonada que no se deja escuchar: me han dejado solo). Pero también soy los otros. Los entiendo. Y ése es el milagro.  A veces, muchas veces, huir es necesario. Quién soportaría ese peso toda la vida. La obra mira de frente el nudo que es toda familia y lo hace con una mirada compleja, y por tanto turbadora, y no con un eslogan anestesiante o un titular.

00.15 h (Ya  sé que técnicamente es domingo, pero para mí hasta que no me acueste será sábado). Sigo pensando en las familias. Las de ficción y las de verdad. Y siento piedad por quienes las formamos. Esa piedad me reconcilia con las personas: nuestros miedos, las pequeñas mezquindades, la torpeza, la fragilidad. Por un momento, hago las paces conmigo y se me quitan las ganas de escapar.

00.30 h Me tomo medio Lorazepam. Apago la luz.

 

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