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Rancho Cortesano de Jerez: donde las abejas son maestras

Rancho Cortesano de Jerez.

Entrar en un bosque de eucaliptos para descubrir cómo es el mundo de las abejas es una sensación que merece la pena. Es lo que ofrece en Jerez el Rancho Cortesano, un lugar donde la comida basura no es bienvenida. Aquí todo es ecológico y manda el medio ambiente por encima de la tecnología.

Tiene sus inicios alrededor de una familia que vivía allí y que terminó montando una cooperativa. Son productores de miel desde hace 35 años y es la actividad principal, pero no la única. Cuando alguien compra un tarro de miel quiere saber el origen y con esa excusa se les ocurrió la idea de crear un museo de la miel hace unos 15 años. Fundamentalmente reciben la visita de escolares, pero también familias que van por su cuenta y grupos de adultos. El mundo de la apicultura llama mucho la atención. 

Los visitantes se enteran de que, si no es por las abejas, el 80% de las plantas no estarían polinizadas y, por lo tanto, no existirían. Hay mucha relación entre el mundo de las abejas con la alimentación, la cultura y la historia. Hoy hay muchos alimentos ricos en azúcar, pero hace unos 300 ó 400 años prácticamente era sólo la miel el alimento natural por excelencia. Es rico en energía, aporta glucosa, es conservante, no se estropea... “El invento de la miel lo elevamos a la categoría del descubrimiento de la rueda o el fuego”, dice entre risas José Manuel García, secretario de la cooperativa. La economía también tiene que ver porque el principal beneficio de las abejas no es la miel, es la polinización y eso está cuantificado y supone en el producto interior bruto una cifra muy importante. 

En el rancho el silencio es ensordecedor. Lo rompe el sonido de los animales. Entorno ideal para ponerse un traje de apicultor y adentrarse en el bosque para ver las colmenas de las abejas. No es aconsejable dar manotazos ante la aparición de los insectos porque el traje no hace milagros. Allí te enteras de cómo se organizan las colmenas y de cuál es el proceso para la elaboración de la miel, entre otros muchos detalles. El momento mágico es cuando las abejas hacen acto de presencia y los visitantes son invitados de excepción.

La cooperativa Campo de la Miel cuenta con más de 2.000 colmenas agrupadas en 40 colmenares ubicados en la Sierra y Montes de la provincia de Cádiz, en zonas como parques naturales y parajes que garantizan la calidad de la miel obtenida.

La palabra ecológico está de moda y en el rancho cobra significado. “Nuestros abuelos hacían una vida ecológica sin saberlo”, resalta José Manuel García. La intención no es inventar nada pero sí rescatar el contacto con la naturaleza en la medida de lo posible sin darle la espalda a los avances. Respirar un aire sano, saludable y valorar los alimentos naturales y sanos. Para ello hay un restaurante donde se pueden degustar los productos que se han podido contemplar en el huerto.

Van llegando las familias y no es raro comer en mesas de madera al aire libre junto a un gallo o un pavo real. Los niños descubren en el huerto unos 20 tipos de frutales y se dan cuenta de que las almendras no salen del supermercado, sino de los árboles. Hay, además, un jardín con plantas medicinales y aromáticas. 

La visita por libre es gratuita, pero como se aprovecha bien es con la visita guiada. Los sábados por la mañana se imparten talleres relacionados con el huerto, la siembra y rcogida. En el último los aprendices recogían y se llevaban medio kilo de aceitunas, se les enseñaba a partirlas y se les daba la receta de cómo se aliñan. Los talleres cuestan entre dos euros y medio o tres y las visitas a las colmenas, siete euros, incluyendo un tarro de miel y una vela de cera. 

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