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Un estudio revela que la principal causa de la desafección de la ciudadanía es la “profesionalización de la política”

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Nunca antes el descontento con los políticos había sido tan elevado y sostenido en el tiempo. La novedad es que tiene lugar en un momento en el que la ciudadanía muestra un gran interés por la política. Si esto ocurre, ¿qué lleva a la ciudadanía a rechazar el sistema? ¿están los ciudadanos desafiando el sistema representativo? ¿piensan en alternativas? Son preguntas a las que intenta responder el estudio ¿Odiamos la política? presentado este jueves en Sevilla.

El trabajo, financiado por el Centro de Estudios Andaluces ha sido realizado por los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Joan Font y Ernesto Ganuza, a partir de una encuesta y mediante grupos de discusión compuestos tanto por militantes y simpatizantes de los principales partidos con representación parlamentaria como por miembros de diferentes asociaciones que no están relacionadas con la política.

La Casa de la Provincia de Sevilla ha acogido un encuentro con varios analistas, incluidos los responsables del estudio, para debatir sobre el tema de la desafección, los movimientos sociales y la regeneración democrática a partir de los resultados del informe. Éstos arrojan que, en función del Estudio General de Opinión Pública de Andalucía (Egopa) e indicadores del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) entre 2005 y 2015, Andalucía no es una excepción a la oleada de descontento que se vive en España. Lo más sorprendente, como destacan los investigadores, es que en este periodo se experimenta, por el contrario, un incremento del interés por la política.

La mayoría de los participantes en el estudio achaca este descontento a una forma singular de funcionamiento del sistema político: “Las relaciones de lealtad personal dentro de los partidos”. Sean los simpatizantes de los partidos tradicionales o de los más nuevos, cuenten o no sus miembros con más o menos recursos, la “profesionalización de la política” (entendida ésta como única profesión) se menciona como la principal razón de la desconfianza.

Sin embargo, lejos de una transformación integral del sistema representativo, las alternativas que se barajan como posibles mejoras del modelo pasan por hacer converger participación y representación, pero ¿cómo hacerlo? Preguntados por ello durante los seis meses de investigación, se obtiene que la ciudadanía prefiere que las decisiones se tomen de manera equilibrada, con una ligera inclinación hacia el lado participativo. Para el caso de Andalucía, se observa una diferencia importante entre lo que se desea y lo que existe, puesto que ocho de cada diez entrevistados identifica el sistema como muy inclinado hacia el lado representativo.

“La ciudadanía no quiere destruir lo que hay”

“La crisis política ha hecho que mucha gente tenga sentimientos negativos hacia la política, pero estos no se han traducido en la formulación de alternativas claras y ampliamente apoyadas”, ha expresado el director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) dependiente del CSIC, Joan Font, quien en cualquier caso no cree “la ciudadanía se resigne”. Lo que ocurre, en opinión de los autores, es que las reformas propuestas no miran “hacia procesos políticos distintos, sino hacia dentro del sistema representativo”.

“La ciudadanía no quiere destruir lo que hay”, apuntan las conclusiones del estudio. El sistema es útil, pero urge reformarlo de una manera mixta que recoja “mayor participación y una mejor preparación técnica de los responsables para gobernar”. En definitiva, lo que se plantea es nada menos que “articular políticos, ciudadanos y expertos en un sistema representativo transparente”.

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