En el banquillo por el asesinato y violación de una joven que intentó suicidarse en un parque de Sevilla

Este viernes está previsto que concluya en la Audiencia de Sevilla el juicio por un caso que conmocionó a la ciudad el año pasado. En el banquillo, Francisco Morillo, encarcelado como presunto autor del crimen perpetrado en febrero de 2016 sobre una joven que había ingerido medicamentos para intentar acabar con su propia vida en el parque de María Luisa, cuando se topó con su agresor, fue violada y murió horas después como consecuencia de las heridas que sufrió.

En la tercera sesión del juicio, este miércoles, la pareja sentimental del reo ha admitido que en 2006 le denunció por atarla con bridas a la cama estando inconsciente y hacerle fotografías y “tocamientos”, según la información recogida por Europa Press. Durante su declaración, y a preguntas de la fiscalía, la mujer ha puesto de manifiesto no obstante que se trató de un hecho “puntual”, tras lo que ha dicho no recordar los detalles de las 11 denuncias totales que interpuso contra el encausado, dos de ellas por quebrantar una orden de alejamiento.

De este modo, el ministerio público le ha cuestionado por una denuncia presentada en 2013 después de que el acusado le agrediera supuestamente con un cuchillo o por otras dos de 2014 contra el acusado por cogerla por el cuello y tirarla al suelo. “No lo recuerdo”, se ha limitado a decir, afirmando que no ha ratificado nunca ninguna denuncia contra un hombre que que a su vez le demandó en dos ocasiones durante los 17 años de convivencia. “Hemos discutido muchas veces porque de bueno es tonto”, ha manifestado la mujer, que ha explicado que algunas veces llamaba a la policía porque necesitaban un “mediador” que pusiera fin a las discusiones.

Por su parte, los forenses han indicado que la joven murió por un shock hemorrágico provocado por las lesiones sufridas, indicando que “la muerte no fue instantánea” ya que la víctima sufrió “una agonía de al menos dos o tres horas”. En concreto, han situado la data de la muerte entre las 4.30 y las 6.30 horas del día 24 de febrero de 2016, según recoge también Europa Press.

Los médicos han admitido que la chica era “como un muñeco de trapo” debido a las pastillas ingeridas de manera previa, que le provocaron un “letargo” en el que su capacidad de respuesta se habría visto “seriamente comprometida” y donde “la sensibilidad es la misma que siendo absolutamente consciente”, de forma que sufrió dolor pero no pudo “reaccionar” al mismo.

“Si se coge a tiempo, a lo mejor podría haberse salvado”, han aseverado los forenses durante el juicio, que está previsto que concluya este próximo viernes con los informes finales de la Fiscalía de Sevilla y de la acusación particular, que piden para el acusado la prisión permanente revisable, y de la defensa.

También ha declarado el jefe del Instituto Nacional de Toxicología de Andalucía, Extremadura, Ceuta y Melilla, Manuel Salguero, quien ha indicado también que la joven “estuvo viva por lo menos dos o tres horas” desde que sufrió la agresión“. Para aseverar: ”La muerte se produjo por las lesiones producidas en una mujer que no podía defenderse porque estaba bajo los efectos de los sedantes“

De su lado, los agentes de la Policía Nacional que analizaron los vestigios hallados en el lugar del crimen han señalado que el perfil genético del acusado fue hallado en 20 de las 43 muestras recogidas del lugar del crimen, como pañuelos de papel o la ropa interior de la joven, mientras que en la empuñadura de su bicicleta también aparece su ADN mezclado con el de la fallecida.

Preferencia por el “sexo duro y violento”

Cabe recordar que en la sesión del martes un testigo explicó que suele frecuentar el parque y que coincidía allí con el acusado desde hacía tres años, precisando que Francisco Morillo solía acudir en bicicleta o andando. “Siempre que me veía, me proponía tener relaciones sexuales”, lo que ocurrió “siete u ocho veces” en los tres años en que coincidieron en el parque, en palabras del testigo, que declaró protegido por una mampara.

La misma agencia informa de que también declaró ese día un agente de la Policía Nacional que intervino en el análisis de la información que contenía el ordenador del investigado, explicando que se recuperaron dos tipos de carpetas, una con fotografías y vídeos “normales” con escenas familiares, y una segunda con imágenes y vídeos “que se habían intentado eliminar”. El agente apuntó que “era sexo duro y violento”. En su opinión, el acusado “tenía una parafilia de sexo anal” y tenía preferencia por los vídeos de “violaciones múltiples y sadomaquistas, con mujeres atadas y sometidas”, por lo que su perfil era “totalmente compatible” con los hechos ocurridos en el parque.

De su lado, el acusado ha insistido en su relato de que las relaciones sexuales con la víctima fueron consentidas, por lo que una vez concluidas las mismas se marchó a casa porque “no tenía miedo” y “no había hecho nada malo”. Según su versión, ese día fue al parque porque discutió con su pareja, con la que estaba desde hacía 17 años, y por este motivo decidió salir de casa para “despejarse”.

En este sentido, declaró que esa tarde consumió cocaína, “cuatro o cinco cervezas” y varios cubatas de ron , dirigiéndose hacia el parque María Luisa, donde se encontró de forma “casual” con la víctima, que se hallaba sentada en un banco y algo “alegre”, lo que atribuyó a que habría bebido alcohol. Según su declaración, entablaron una conversación en el marco de la cual ella le dijo “que quería desfogarse porque había discutido con una persona”, por lo que “surgió” mantener relaciones sexuales durante unos 15 minutos, tras lo que, una vez concluidas las mismas, la joven le ofreció un paquete de pañuelos de papel para que se limpiara, una de las pruebas halladas en el parque y que permitieron dar con él.