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Cultura y medio rural: un amor de verano

Pasacalles Peliagudo durante el Estoesloquehay celebrado en Tardienta.

Óscar Senar Canalís

Zaragoza —

Con el calor estival los grandes festivales proliferan por la geografía española como setas. Pero que un evento musical o artístico se celebre en una determinada localidad no tiene por qué significar que la población se vea implicada, más allá de ver pasar ante sus ojos a gentes con ganas de diversión. Al otro extremo del concepto de “artista paracaidista” están comediantes y gestores que cada verano tratan de poner en valor la tradición de la cultura entorno a las plazas de los pueblos.

Han pasado catorce veranos desde que Grupo Andante propuso a la Diputación de Huesca Estoesloquehay, un proyecto que rompía la dinámica de organizar grandes festivales veraniegos. En su lugar, los integrantes de esta asociación cultural pusieron sobre la mesa una “muestra artística rural” itinerante, que cada año se celebra en una localidad distinta de la provincia. “Una vez elegida la población, estudiamos sus características y fijamos una temática relacionada con ellas, a partir de la que los artistas deben inspirarse para hacer algo único”, explica Pablo Pérez, coordinador de la muestra.

La edición más reciente de Estoesloquehay, celebrada en Tardienta a principios de julio, tuvo como tema 'Balas y pólvora'. “Goya pintó dos tablas sobre la fabricación de pólvora en Tardienta durante la Guerra de la Independencia; es un hecho relevante pero poco conocido, incluso en la propia localidad, por eso quisimos usarlo como motivo central”, cuenta Pérez, que cita otros casos, como el de Zaidín en 2013, donde el festival giró en torno a la figura del periodista local Joaquín Ibarz. “Los habitantes lo reciben muy positivamente y se implican, porque sienten que se recupera un legado que tienen pero no se valora”, apunta.

“La cultura tiene que llegar a todas partes”

En la estela del Estoesloquehay, hace cinco veranos surgió Estío Vivo, un proyecto conjunto de Producciones Viridiana y los Titiriteros de Binéfar para representar espectáculos teatrales en pequeños pueblos del Alto Aragón. “Es un concepto que ya estaba en La Barraca de Federico García Lorca: la cultura tiene que llegar a todas partes, no solo a las capitales; no hay que olvidar que es un derecho constitucional”, reivindica Jesús Arbués, de Viridiana. Con ese fin, en su edición de 2016, todavía en curso, realizarán más de 40 actuaciones en una veintena de núcleos.

Paco Paricio, de los Titiriteros de Binéfar, también se remonta a la tradición republicana de hacer accesible la cultura al medio rural, pero considera que la clave no está en “llevar”, sino en “generar”. “Hay que devolverles a las gentes lo que es suyo, enfrentarles a la cultura popular de su propia tierra”, defiende. Es algo que su compañía lleva décadas haciendo a través de obras como 'El bandido Cucaracha', que ha convertido al bandolero monegrino en un icono para varias generaciones de niños.

Reconquistar las plazas para la cultura

Algunas de las actuaciones programadas en Estío Vivo han congregado a 400 espectadores en localidades de apenas 600 habitantes. “Uno de los objetivos es recuperar las plazas, que en algunos sitios sirven ahora solo para aparcar coches, como lugar de encuentro”, cuenta Paricio. Algo que también trata de fomentar Estoesloquehay, que ha redescubierto para la cultura espacios como los jardines del Palacio de los Barones de Valdeolivos de Fonz, donde tras el paso de la muestra en 2012 se celebra un festival de jazz.

Actuar en la plaza de un pueblo, a la luz de la luna, tiene algo de mágico. Y no es solo por el marco incomparable o por la cercanía con el público. Arbués comenta que “mientras en la ciudad la cultura se ha segmentado, en los pueblos acude todo el mundo a una actuación: niños, jóvenes, adultos y ancianos... Una misma obra adquiere varios niveles de lectura”. Para Paricio, otra característica diferencial es la necesidad de “leer” el lugar, convertir cada espectáculo en algo que los espectadores sientan como único.

El bululú, comediante en extinción

Estoesloquehay y Estío Vivo son actividades programadas, que cuentan con apoyo institucional e implican a muchos trabajadores culturales. Pero todavía quedan versos sueltos, cómicos de la legua que acuden ahí donde nadie les espera. Es el caso del bululú Ros Beret, que desde hace unos años recorre el Pirineo con su 'Gira de la miseria', donde representa textos escritos por él mismo, sin cobrar más que la voluntad. “No solo gusta la obra, sino el hecho de que aparezca por el pueblo un comediante al que nadie ha llamado, es algo que genera mucha fascinación”, relata.

A este bregado bululú, representante de un oficio extinto (“comediante que representaba obras él solo, mudando la voz según la condición de los personajes que interpretaba”, dice la definición de la RAE), lo que más le llama la atención de sus periplos por el medio rural es que “el público es mayoritariamente femenino”. “Son las mujeres las que sin ningún prejuicio acuden a ver las obras”, revela.

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