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De ruta cultural por las azoteas de Zaragoza

Actuación de Silvia Solans. Foto: Chabi Fotografía.

Ana Rodríguez / Ana Rodríguez

Zaragoza —

Zaragoza, siete de la tarde de un sábado cálido y sin cierzo. Un grupo de 25 personas se dirige, plano en mano, a un edificio del casco antiguo en cuya azotea va a asistir a una actuación musical.  Es la primera parada de su ruta, la tarde les deparará dos localizaciones más. “Hasta la misma mañana del evento el público no sabía ni dónde se iban a celebrar las actividades ni qué tipo de espectáculo iba a presenciar”, explica Helena Millán, una de las organizadoras del evento.

Ese mismo día, Helena entregó a los asistentes el mapa donde se encuentran marcadas las tres azoteas que servirían de improvisados escenarios, y el santo y seña del evento, una pinza de tender la ropa con el hashtag #setevalapinza impreso. “Nos pareció un buen logo, en una ciudad donde el cierzo en una azotea se lleva todo, la ropa, las pinzas… Además el nombre también tiene que ver con las alturas, con la loca de la casa que vive en la azotea, con la idea de subir a las nubes…”, comenta.

Por eso, las actuaciones programadas han pretendido ser también un alegato a la locura, con el teatro clown de Facultad Mermada y Los chicos de la bolsa de maíz, y el jazz y el soul de Silvia Solans. En cada azotea tuvo lugar una de ellas, por espacio de veinte minutos y de forma simultánea al resto. Así, el público se fue desplazando de una a otra a lo largo de la tarde y pudo disfrutar de todas las actuaciones y también de las diferentes vistas de la ciudad desde las alturas.

“Quisimos trazar un paseo donde las azoteas no estuvieran situadas a más de quince minutos a pie y ofrecieran diferentes panorámicas de algunos de los edificios más representativos de Zaragoza. Para esta primera edición nos parecía importante que las torres del casco estuviesen presentes”, afirma. El público, un selecto grupo de 75 personas, se inscribió a través de Facebook para poder asistir. “En cinco minutos se acabaron las entradas, fue una locura, muchísima gente se quedó fuera. Y eso que nadie sabía en qué iba a consistir la actividad”, asegura.

Helena Millán se ha embarcado en este proyecto desde Demba Producciones, su empresa, y lo ha hecho con la ayuda de Carmina Gustrán, de Enlatamus. “Quería haber recogido la iniciativa de Redetejas el año pasado pero por diferentes motivos no pudo ser. Espero que esta edición sea la primera de muchas, aunque no tenemos por qué organizar todas nosotras”, explica.

Redetejas es un proyecto sin ánimo de lucro, que nació en Sevilla en 2012, cuya finalidad es generar una red de espacios para la cultura gracias a la participación ciudadana. Por tanto, cualquier persona o colectivo interesado en organizar ‘Encuentros de azoteas’ puede hacerlo siguiendo los manuales disponibles en la web del proyecto.

Pero hay otras maneras de participar en esta actividad. Bien como anfitrión, prestando gratuitamente la azotea, como invitado o como artista. En todos los casos “se han recibido muchas peticiones a través de la web del proyecto y de sus redes sociales”. Según Helena Millán, las azoteas se han elegido en función de la ubicación y de la capacidad. “Pedimos un aforo de 30 personas, lo mínimo para albergar al público, a los artistas y a la organización”, detalla.

Los primeros anfitriones de esta actividad en Zaragoza prepararon, además, un ambigú en el que ofrecieron bebidas a los asistentes “que contribuyeron con la voluntad”, puntualiza. La velada tuvo un coste de 10 euros para el público, una recaudación que se ha empleado en pagar a los músicos y los materiales promocionales. Tanto anfitriones como artistas solo tienen que rellenar un formulario en la web de Redetejas para poder participar en futuras ediciones. “Es un evento basado en la confianza y en el respeto. El hecho de estar en casa de alguien genera cercanía y también un ambiente más íntimo con los artistas”, concluye.

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