Aragón y Sijena, el cuento de una traición

Ayer escribía en un tuit: “Me hubiera gustado que los bienes de Sijena hubieran vuelto a Aragón lejos de tanta confrontación e intereses políticos de unos y otros; quizá ahora el Partido Popular devuelva todos esos bienes que de Aragón andan por España”.

Alguien podría decirme: “Ángela, la situación jurídica del resto de los bienes no es la misma”. Respondí: “Lo sé. ¿Y si lo hubiera sido, habría habido voluntad política?, ¿se habría dejado sin recurrir la sentencia, tal y como ha hecho el Partido Popular con la de los bienes de Sijena?”.

Sigo pensando que ojalá los bienes hubieran llegado lejos de tanta confrontación, enmarcado, como está siendo su regreso, en una bronca campaña electoral que ha convertido a los bienes en la cara y cruz de una misma moneda: quien expolió se considera expoliado y quien jamás escuchó ni atendió una sola de las reivindicaciones de Aragón busca hoy titulares a costa de los bienes de Sijena.

Sería bueno recordar que muchos de los partidos que hoy aplauden su vuelta (PP, PSOE, C's, Podemos) se han pronunciado y votado para que los bienes se queden en el Museo de Lleida, esgrimiendo cada uno de ellos sus razones, razones que dan cuenta del auténtico fracaso y farsa política en la que vivimos y de la que somos espectadores de cuarta y con antifaz, espectadores que vemos perplejos y atónitos como aquí se cumple la ley que yo deseo que se cumpla y se cumple cuando yo deseo que se cumpla.

En esa metáfora del 'todo vale si me vale a mí' han cabalgado los diferentes gobiernos catalanes, recurriendo una y otra vez las sentencias que pedían la devolución de los bienes y en esa misma metáfora del todo vale si me vale a mí cabalga el Partido Popular que actúa por castigo y no por justicia.

Y ahora que los bienes han regresado, ahora que descansan en el lugar del que jamás debieron salir, Aragón, quiero preguntar al Partido Popular si va a ser así de ágil y políticamente diligente para resolver todos los problemas que tiene Aragón y que Aragón lleva reclamando a Madrid desde hace décadas y que el Partido Popular ha ignorado sistemáticamente, humillando en algunas ocasiones (mírese el Recrecimiento de Yesa, los agravios en Jánovas, los continuos trasvases del Ebro, el silencio ante Canfranc, el maltrato a Teruel o el desprecio a todas las peticiones sobre devoluciones que nada tenían ni tienen que ver con Cataluña ), e ignorando en otras y permitiendo que la Nacional II o la Nacional 232, a su paso por Aragón, sean un ataúd abierto al cielo.

Quiero un Aragón fuerte, luchador, combativo y orgulloso. No quiero un Aragón que se conforme con el caramelo que le entrega ése que una y otra vez le traicionó y que hoy solo busca vencer.