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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Imposible

Carlos López

Portavoz de Zaragoza en Común —

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Si algo ha querido hacer creer el neoliberalismo (esa amalgama de familias, capitales, políticos profesionales y medios de comunicación que tutelan), es la idea de la imposibilidad de cambiar las cosas. No hay espacio para la ilusión y la esperanza. ¡No nos movamos! Si lo hacemos, perderemos lo poco que tenemos. “Los que vienen a cambiar, sólo vienen a destruir”. Nos dicen. Pero si algo está quedando claro es que aquellas candidaturas nacidas de la ilusión por el cambio real (no sólo cosmético) y alentadas por la esperanza en un mundo mejor están demostrando lo equivocado de la manipulación.

En tan sólo año y medio, los ayuntamientos del cambio están demostrando que la utopía imposible, era posible.

Era imposible evitar los desahucios. En Zaragoza, todos los casos de desalojos puestos en conocimiento del Ayuntamiento han sido resueltos sin desahucio.

Era imposible reducir el plazo de pago a proveedores; en Zaragoza, actualmente, es de 8 días, algo que no habían conseguido los grandes gestores anteriores ni siquiera en época de bonanza económica.

Era imposible reducir el déficit sin recortar en derechos sociales. Sin olvidar que transitamos por un período de crisis económica (para algunos) y que los partidos neoliberales (PP, PSOE y Cs) han impedido que las instituciones recauden más de quien más tiene o, como en Zaragoza, que el Ayuntamiento recaude lo justo, los ayuntamientos del cambio han recortado déficit a un ritmo sorprendente. Y, lo que es más importante y sorprendente; lo han hecho aumentando el gasto en servicios sociales en favor del bienestar de sus poblaciones, a pesar de los corsés marcados por las leyes nacionales. Y esto no lo ha hecho ninguna otra institución del Estado. Madrid ha reducido casi 1.800 millones la deuda (32 %) y Zaragoza puede salir del plan de ajuste 5 años antes de lo previsto (siempre que PP, PSOE y Cs no se opongan, cosa que está por ver). Su deuda ha pasado del 124 % al 108 %. Una proeza.

Era imposible evitar la decadencia del comercio tradicional, verdadero tejido socio-económico de las ciudades. El gobierno de Zaragoza en Común tiene la voluntad política de diseñar y desarrollar un plan de reflote del comercio de cercanía; plan que la oposición quiere impedir. Y quiere impedirlo porque choca contra sus intereses, que pasan por subvencionar las grandes superficies, y es ésta justamente la puntilla definitiva del comercio tradicional.

Era imposible subir el Salario Mínimo porque se arruinarían las empresas y el país. Un reciente acuerdo entre PP y PSOE ha aprobado una subidita escuálida para no aplicar la subida que había votado el Parlamento a propuesta de Unidos Podemos. Es sólo maquillaje, pero no había sido posible hasta ahora. Del mismo modo sucede con otros temas como la abolición de la pobreza energética.

Era imposible aumentar la transparencia administrativa y la participación ciudadana en la toma de decisiones fuera de los períodos electorales. Ahora existen webs y plataformas repletas de datos, contratos y facturas; se realizan referéndums y aparecen por primera vez los presupuestos participativos. Cargos públicos de Unidos Podemos y ediles de los gobiernos municipales del cambio tienen un salario máximo de 3,5 SMI. No hacen uso, habitualmente, de coches oficiales. Algo inédito en el neoliberalismo.

Era imposible solucionar un problema laboral de una contrata municipal sin que recayera el coste sobre los contribuyentes. El conflicto de AUZSA, transporte urbano público de Zaragoza, fue el primero.

Era imposible cumplir los programas electorales. Siempre surgían una serie de imponderables del destino que hacía imposible cumplir lo prometido. Lo cierto es que nunca quisieron cumplir las promesas, simplemente eran cebos para pescar votos; un proceder muy rentable hasta ahora, en que los nuevos gobiernos de candidaturas ciudadanas o populares están asegurando su cumplimiento, incluso con la feroz oposición de la política profesional.

Era imposible, en fin, que neófitos en gobernanza política fueran capaces de gestionar bien lo público. Y es que, para gestionar lo público, sólo hace falta honestidad y deseo de servir al Común, no a los poderes.

¡Qué bello es hacer posible lo imposible!

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