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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Podemos, debemos retomar el centro del tablero

Pablo Félix González Ochoa

Miembro del Consejo Ciudadano de Podemos en Zaragoza —

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Durante buena parte de la historia de Podemos se ha empleado la expresión “tomar el centro del tablero”, a veces con intérpretes de esa idea malintencionados o simplemente malinformados que lo confunden con el centro ideológico, con la desvaída “ni chicha ni limoná” de los partidos conformes con el estado de las cosas. Desde luego que no es eso, que el centro del tablero son esas posiciones políticas que equivalen a los cuatro escaques centrales de un tablero de ajedrez, las claves que permiten potenciar la fuerza de los argumentos y las personas del propio lado y que dejan desarticuladas las jugadas del adversario antes de que las pueda plantear.

Ahora mismo la estructura política en España está en una posición difícil y abierta. Es verdad que Podemos sólo cuenta con un quinto del Congreso de Diputados, pero su colocación frente a la corrupción y ante los problemas más acuciantes de los territorios y los derechos de la gente es muy potente frente al bloque de poder financiero. La propuesta de “Ley25” es, a este respecto, ejemplo magistral. Contra Podemos los partidos tradicionales del sistema sólo pueden oponer la fuerza numérica que les proporciona un sistema electoral hecho a su conveniencia y la ventaja de ser el referente de un electorado con sesgo rural y de edad al que le cuesta renovar sus opciones. Los problemas de PP y PSOE para formar gobierno y cumplir con los mandatos de la Troika suceden porque están forzados a bordear a un Podemos colocado en el centro-clave del tablero parlamentario pero ¿lo sigue siendo en el imaginario de la gente?.

El proyecto de Podemos es ser el elemento que permita un nuevo reconocimiento de las gentes de España en un nuevo modelo de país. Para ello es necesario que subraye de nuevo su identidad de “partido de los de abajo” y deje que se le despegue la etiqueta de “partido de izquierda”. No porque sus objetivos no lo sean, sino por una cuestión de identitarismo sociológico. Sólo una parte de la gente se identifica como “de izquierda”; hay gente de abajo que se considera “de derechas” por talante personal, educación o por tradición, a pesar del menoscabo de sus derechos y condiciones de vida que acarrea su opción política.

A Podemos no se le etiquetó de verdad como “gente de izquierda” hasta que los poderes fácticos promovieron a Ciudadanos, hasta ese momento era, sin más, el partido de los indignados, el del 15M. C's fue hecho crecer no sólo para hacer retornar al redil a votantes disconformes con la corrupción y la incompetencia de PP-PSOE, para evitar su goteo al abstencionismo o su trasvase a Podemos. La misma existencia de C's busca convertir a Podemos en un partido “de izquierda”, ladear a Podemos en la mente de los votantes en una parte del tablero de las ideas.

Con su fracaso Ciudadanos aparece de repente como un proyecto fallido e insatisfactorio, un bluff que sonroja a sus votantes según van viéndolo intentar sacar rédito de su fracaso entrando en los juegos de escaño-tronos de siempre. Del cambio tranquilo al viaje a ninguna parte apenas transcurrieron las horas del recuento electoral. C´s ya no es una referencia con la fuerza necesaria para echar a Podemos a un lado del tablero en el imaginario de la gente.

Y los partidos que se llaman a sí mismos de izquierda, entre tanto, están hipotecados por su deuda financiera. La incapacidad de PSOE para formar un gobierno para los intereses de la gente puede estar motivada por la deuda que mantiene con una banca a la que debe millones y que está urgiendo para que se apliquen las recetas del FMI en España. Algo malo, muy malo, pasa desde hace casi dos décadas en el PSOE cuando todos sus líderes, tras la bien pagada jubilación de Felipe González, han sido tan fugaces y tan débiles. Como en la maquinita recreativa de los topos, su propio partido o la realidad le arrean con el mazo al líder de turno del PSOE en cuanto asoma la cabeza por el agujero. Y los mismos problemas afectan gravemente a las formaciones políticas que se auto-sitúan a la izquierda del PSOE.

Debemos decir que los partidos que están en situación de quiebra técnica con los bancos, acaban cayendo en la quiebra ideológica, ética e intelectual. Los partidos en quiebra no son la herramienta para reconstruir nuestro sistema político y deben liquidar su estructura. De esta quiebra, pueden y deben recuperarse sus mejores activos humanos para las fuerzas del cambio.

El centro del tablero está pues disponible para Podemos y sus movimientos para reforzarse y actuar con energía desde él tienen que ser ya. La urgencia la marca el posible adelanto electoral o, en su lugar, el intento de la Troika de hacer formar una gran coalición que ejecute sus durísimas imposiciones para 2016 y 2017. Dicha coalición puede hacerse, como variantes, disimulada con la abstención de PSOE o maquillada con la inclusión de C's (esas cosas que se hacen diciendo que para salvar España). Así, seguramente, debamos enfrentarnos a una contrarreforma constitucional para la que esa gran coalición contaría con los 2/3 necesarios del Congreso y el control total del Senado. Sería una contrarreforma destinada a enmascarar un régimen hecho para unos pocos, no una reforma auténtica para hacer crecer una democracia para todos. Una vez visto dónde hay que ir, y sabiendo que el momento es ahora, sólo queda decir qué paso es el primero del camino y dónde se puede tropezar.

Las cifras macroeconómicas y la natural tendencia humana a acostumbrarse a cualquier cosa hacen necesario que Podemos no se contente con apelar a la memoria de lo que han hecho ya PP y PSOE. Hay que mantener viva la lucha en todos los conflictos creados por los recortes de derechos que ha habido en las últimas legislaturas y por todas las injusticias e indignidades que ya existían antes y las que se quieren implantar ahora. Podemos tiene como tarea para ahora y para después la Ley25, la reversión de las reformas laborales, la retrocesión de los comunes privatizados, la devolución de todo lo robado por la corrupción y de todo lo perdido en derechos, bloquear cualquier contrarreforma constitucional en la medida que pueda y promover la reforma que necesita este pueblo plurinacional. Como participantes en movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil, la gente inscrita y la simpatizante de Podemos apoyará, además, todo lo que se haga en sede parlamentaria.

 

El referéndum catalán será empleado bien como justificación para la contrarreforma o como arma arrojadiza contra Podemos en las posibles elecciones anticipadas. El mensaje de la amenaza a la unidad de España, expresado en sus términos más primarios y simplistas, cala bien en las provincias que más rentan en escaños y Podemos ha de desactivarlo. Un concepto fuerte disponible es el de derecho a decidir, en el que se pueden incluir el derecho a decidir si queremos o no otra forma de Estado, si queremos o no otra jefatura para ese estado y en el que se debe incluir que los españoles ahora vivos tienen derecho a elegir entre una reforma democrática de su norma constitucional o una mera reforma cosmética hecha a  sus espaldas. Con relación al derecho a decidir, el derecho catalán al referéndum aparece como algo natural y aceptable para más gente en más territorio.

El año 2016 será el tercero de la existencia de Podemos, el año de la reconquista del centro del tablero, el año crítico para las instituciones representativas en el Estado. No es poco el trabajo que tiene que hacer. No es pequeña la responsabilidad de tal desafío ni menor la necesidad de afrontarlo.

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