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El delegado del Gobierno en Aragón compara el “adoctrinamiento” en Catalunya con la “propaganda nazi”

El delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde

Óscar F. Civieta

Zaragoza —

Otra vez Gustavo Alcalde. De nuevo el delegado del Gobierno en Aragón se deja oir. La primera soflama llegó en el día de la patrona de la Guardia Civil, cuando aseguró que “los sediciosos han despertado al toro español”. Ahora llega la segunda entrega, esta vez con motivo de los Santos Ángeles Custodios, patronos de la Policía Nacional.

En un discurso dedicado casi íntegramente a Catalunya, Alcalde ha señalado que allí “empezaron adoctrinando en la escuela y han continuado inculcando el odio y el fanatismo hacia todo lo español y sacando a los niños en manifestación en horario lectivo. Todo muy primario, pero desgraciadamente eficaz, como la propaganda nazi”.

Para él, “la democracia es como el cuerpo de un atleta, hay que entrenarla, y en Catalunya hace años que no pisa un gimnasio”. El nacionalismo catalán, ha dicho, “se ha convertido en el paradigma de la intolerancia. El tránsito de la intolerancia al totalitarismo era solo una cuestión de tiempo”.

Se ha acordado de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart: “Los agitadores callejeros de la Asamblea Nacional Catalana y Omnium Cultural se dedican a hacer listas de buenos y malos catalanes, de afectos y desafectos, en colegios, institutos, universidades y otros colectivos sociales. Entroncan directamente con aquellas ideologías supremacistas, racistas y xenófobas de infausta memoria. Eso se llama fascismo, fascismo puro y duro. El Estado de derecho ya ha buscado alojamiento a sus dirigentes en la prisión de Soto del Real”.

Sobre la actuación policial del 1 de octubre, ha señalado que hubo “inexistentes dedos rotos, cientos de heridos que nadie ha visto, han pergeñado una campaña de propaganda trufada de graves mentiras que os ha pretendido descalificar. No descalifica quien quiere, sino quien puede. Y los que pueden, los españoles, os han calificado a policías y guardias civiles de patriotas, de defensores de la libertad”.

“Se definen pacifistas”, ha dicho, pero es “falso. No son pacíficos. No son pacíficos los que acosan al que piensa distinto. No son pacíficos los que impiden el trabajo de comisiones judiciales ni los que destrozan coches policiales y se encaraman a ellos con megáfonos. Es un falso pacifismo hueco y falaz”.

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