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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Esterilizar, un deber ante el abandono masivo

Kas fue encontrado por la calle vagando solo; Groot, dentro de una caja en el campo; Piru, Candy y Chei llegaron con su madre, abandonados en el campo; Snow y Sand fueron tirados a un contenedor de basura. Todos ellos están en el albergue de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid (SPAP). Fotos: SPAP

Esterilización Solidaria Animal (ESA)

Aunque no siempre es así, normalmente quien tiene un animal en casa es porque lo quiere y desea lo mejor para él. Les ponemos el microchip por si se escapan y se pierden, los vacunamos, los aseamos, tienen el collar o la pipeta puesta... y, aun así, en muchos casos sigue habiendo rechazo a la hora de esterilizarlos.

Existen muchos mitos: que les robamos la virilidad a los machos, que las hembras tienen que vivir mínimo un celo o tener mínimo una camada o, sencillamente, que “es cruel” porque los haces pasar por quirófano “para nada” porque tú ya tienes cuidado de que no monte o porque quieres que tenga hijitos.

Esto ocurre porque confundimos el respeto, el cuidado y el amor con la humanización. Cuando humanizamos a los animales y creemos que tienen nuestras mismas necesidades podemos perjudicarles seriamente. Los perros y gatos macho no tienen ningún sentimiento de virilidad, no poseen una identidad “de macho”; ellos simplemente son animales a los que, cuando las hembras están en celo, se les despierta el instinto de copular. Cuando los esterilizamos, no se convierten de pronto en seres tristes, sumisos y miedosos: seguirán siendo ellos mismos y mantendrán su carácter, pero ya no tendrán ganas de copular y, por tanto, no tendrán ganas de pelearse por una hembra. Y es ahí cuando la gente confunde la territorialidad con la virilidad.

En cuanto a las hembras, más de lo mismo: no tienen un deseo de ser madres. El celo no es un momento en la vida en que suspiran y piensan 'ah, cuánto querría ser mamá'. Por lo tanto, dejar que críen es hacerles un flaco favor a ellas y a la sociedad en general, pues es otra camada más que muy probablemente acabará en un contenedor, en una carretera, en un barranco o en una perrera. Seguramente quienes leáis estas líneas penséis: “Ni en sueños haría yo algo así”, pero lo triste es que el día a día en el mundo de los abandonos es tal cual, sin edulcorante. Y a veces los encuentran con signos de violencia, señal de que los han querido matar a golpes o asfixiados, o los encuentran con el cordón umbilical aún adherido y manchados de placenta. Ni perras, ni gatas, ni conejas ni huronas desean ni necesitan ser madres, y menos en un mundo en el que están a millones de años luz de extinguirse.

Entendemos el miedo a que nuestros compañeros pasen por quirófano, pero en un alto porcentaje esos animales tendrán que pasar por quirófano de todos modos, ya que habrán desarrollado tumores, cáncer, piometra... y serán operados —o deberían— a una edad mucho menos adecuada. En efecto, no se trata solo de evitar camadas no deseadas, sino de que no esterilizar supone el desarrollo de enfermedades graves (y caras de tratar).

A nivel económico, sale más rentable esterilizarlos a los 5 o 6 meses que tener que pasar por quimioterapia o por varias extirpaciones de tumores (mamarios, anales, próstaticos, testiculares...). Por no hablar de que cada vez hay más campañas de esterilización en los centros veterinarios, o como la que organiza FAADA (cada año, de febrero a abril). Además, si los esterilizamos antes del primer celo, reducimos la intensidad con la que el animal puede provocar alergia (provocada por una proteína que segregan en la piel y que está presente en el pelo, la caspa y la saliva del animal).

Cuando los esterilizamos, aparte de lo grave que ya hemos comentado, prevenimos una larga lista de inconvenientes para ellos: el celo, evitamos el sangrado en perras y las “serenatas” en gatas, además de la ansiedad de estar en constante búsqueda del coito; las fugas que se producen cuando machos y hembras no esterilizados se detectan en la época de celo; el contagio de enfermedades durante la cópula (que, por cierto, no es placentera, y mucho menos en el caso de los felinos, pues el pene tiene unas púas que rasgan la vagina de la hembra y es doloroso, además de la mordida en la nuca con la que el macho la sujeta), debido a que muchas veces nuestros animales se escapan y montan a animales callejeros que no están vacunados; los embarazos psicológicos en el caso de las hembras, sobre todo cuando no las dejan reproducirse; y, el problema del millón: las camadas no deseadas.

Las camadas no deseadas suelen ser de dos tipos: las totalmente inesperadas y las que se han permitido “por su bien”. A veces —muy pocas—, cuando los cachorros se han buscado, se tienen apalabrados unos cuantos o todos con amigos, familiares o conocidos. Ni siquiera en esos casos, que son los menos, podemos estar seguros de que todos esos cachorros tendrán una vida digna, ni mucho menos que la tendrán las generaciones futuras de cada uno de esos cachorros, multiplicando exponencialmente el nacimiento de nuevos animales si no hay esterilizaciones. La norma es que las camadas no deseadas acaben en una bolsa de basura nada más nacer o a los pocos días, o en la perrera, donde erróneamente se cree que estarán bien cuidados hasta que encuentren un hogar.

Y, cada día, una minoría de personas se dedica a recoger esos animales de los que no se ha querido hacer cargo la persona responsable de que nacieran. Se trata de gente que vive desbordada, que cada día encuentra varios cachorros en un contenedor o a una mamá y a sus bebés en la perrera, un lugar donde suelen abundar las enfermedades y fallar la higiene. Muchas de estas personas dejan de tener vida ociosa para, cuando no están en el trabajo (si lo tienen), dedicarse exclusivamente a salvar animales de la calle.

Desde Esterilización Solidaria Animal, asociación sin ánimo de lucro, intentamos ayudar a estos héroes anónimos. Nos fundamos en junio de 2016 (CIF G66767609), después de darnos cuenta de que había un desbordamiento increíble de casos que atender. Todos los días veíamos en nuestras redes sociales más y más animales rescatados, gente implorando ayuda, gente llorando de impotencia, fotos y vídeos estremecedores. La sobrepoblación de animales era evidente, y las ayudas de la administración, escasas o nulas. Entonces pensamos: “Esto tiene que acabar, son demasiados y muchos mueren en las calles tras vivir un sufrimiento indescriptible sin que nadie sepa de ellos”.

Rescatar a un animal implica buscarle una acogida (una casa temporal, que suelen ser siempre las de las mismas personas), llevarlo al veterinario y pagar un sinfín de facturas para desparasitarlo, vacunarlo, ponerle el chip y esterilizarlo —y darle de comer, por supuesto—, hasta el día en que salga adoptado por una buena familia que tenga a bien no comprar animales (otro drama digno de un análisis propio).

Y ahí es donde entramos nosotros. Cuando no se tiene ningún respaldo (más bien lo contrario) por parte del gobierno municipal, desde ESA intentamos aliviar económicamente la gran labor de los rescatistas, que pueden ser particulares o miembros de asociaciones y protectoras. Mientras que los rescatistas y las asociaciones convencionales se encargan de absolutamente todo, nosotros nos especializamos en las castraciones. ¿Por qué? Para ser más efectivos.

Queremos ayudar a gente que casi lo invierte todo en salvar vidas y darles el alivio de saber que el animal no va a tener más descendencia ni va a desarrollar las enfermedades típicas de no esterilizar a un animal. Además, de este modo, pueden invertir ese dinero en darles una mejor atención veterinaria o poder aguantarlos en acogida más tiempo. Si nosotros invirtiéramos en otras cosas —como vacunas, desparasitaciones, comida, etc.— nos convertiríamos en una asociación más y el efecto no sería el mismo.

Ayudar a esterilizar, esterilizar y esterilizar. Esa es nuestra misión. Somos un equipo formado por gente de Valencia y Barcelona pero actuamos a nivel nacional, todo por Internet (o casi). Detectamos personas y entidades honestas plenamente dedicadas a rescatar animales y les ayudamos a pagar facturas de castraciones, o a veces acuden a nosotros por recomendación de un tercero o porque nos han visto en las redes, y tras investigar su labor y concluir que no se trata de ningún fraude, accedemos a ayudarle con sus casos.

Alguna vez no hemos podido recoger las suficientes referencias o no nos han convencido, y por eso nos reservamos “el derecho de admisión”. Lo que sí nos hemos encontrado más es con la necesidad de tener que decir “lo siento, ahora no tenemos fondos, os ponemos en lista de espera”, ya que somos aún una entidad poco conocida y con pocos recursos; y es que funcionamos, en ese sentido, como las demás asociaciones, a base de donaciones de particulares o empresas. Eso sí, nunca hemos pedido ni pediremos subvenciones, puesto que sería quitarle esa oportunidad a otros, y cuando se trata de la administración no tiene sentido que actuemos como intermediaros a la hora de recaudar dinero.

Tenemos un grupo en Teaming con el que se puede donar 1€ al mes, ofrecemos una cuota de socias/os por 5€ al mes, y acudimos a todas las ferias —animalistas o no— que podemos, en la zona de Valencia provincia (desde aquí, un saludo a todas las empresas o ayuntamientos que nos quieran incluir en sus celebraciones este verano, cediéndonos un estand de 3x3); allí vendemos cosas nuestras o que nos han donado, nuevas o de segunda mano en buen estado. También organizamos sorteos o subastas concretos, como la reciente subasta benéfica que tuvo lugar en mayo y junio.

Después de esterilizar a nuestros animales de familia, nuestro deber como sociedad es conseguir que no haya más animales malviviendo en las calles. Y, no, ¡no se extinguirán ni gatos ni perros por muy bien que desde ESA hagamos bien nuestro trabajo!

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

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