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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

AVATMA y veterinarios de todo el mundo cuestionan la “eliminación” de Excálibur

Excálibur con Javier Limón, que suplicó ayuda para salvarlo.

José Enrique Zaldívar Laguía

COMUNICADO DE AVATMA EN RELACiÓN AL CASO DE EXCÁLIBUR

Como veterinarios, queremos exponer nuestra opinión, una vez contrastada toda la información científica que hemos podido recabar, y que en nada certifica que la decisión tomada por nuestras autoridades sanitarias haya sido la acertada desde un punto de vista meramente científico, que es el que desde nuestra profesión debemos valorar en este momento.

El miércoles día 8 de octubre, Excálibur, un perro de 12 años, propiedad de Teresa Romero, la enferma de ébola, que en estos momentos se debate entre la vida y la muerte, fue eliminado. Y decimos que fue eliminado, no que fue eutanasiado, ni que fue sacrificado de forma humanitaria. Excálibur era un problema del que las autoridades sanitarias, entre las que hay veterinarios, no se han querido hacer cargo.

Hoy, día 10 de octubre, en Alcorcón, muchos perros que estuvieron en contacto con Excálibur durante el periodo de tiempo en que éste podría haber estado portando y diseminando el virus del ébola, pasean por sus calles y juegan en sus parques, acompañados de sus dueños, que quizá le acariciaron y recibieron sus lametones. ¿Puede alguno de estos perros haber sido contagiado? ¿Puede alguno de ellos eliminar en su saliva, orina, sangre o heces, partículas virales que estarían diseminándose por la citada población en la actualidad o en un futuro próximo? ¿Pudo Excálibur contagiar a algún ser humano o a otros perros?

A todas estas preguntas, y ante la alarma social que se ha creado, ha respondido hoy el Colegio de Veterinarios de Madrid con un comunicado que dice:

“¿Tienen los perros en España algún riesgo de contagio con el virus ébola?

No, ya que el virus no está circulando y está circunscrito exclusivamente a los casos humanos diagnosticados. No es una enfermedad que se expanda vía aerógena y para que exista algún tipo de riesgo tiene que haber contacto directo con fluidos orgánicos como heces, saliva, orina y sangre de un individuo infectado.

¿Si mi perro ha estado en contacto con el perro de la persona infectada o ha paseado por la misma zona que él, puede estar infectado?

En base a la opinión de las máximas autoridades consultadas por el Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid en virología y sanidad animal, es altamente improbable, ya que el perro sólo convivió 4-5 días con la enferma, tras comenzar ella a manifestar síntomas de enfermedad. Por lo que el perro, en caso de haberse infectado, sólo salió fuera del domicilio en la fase inicial del periodo de incubación, durante la cual no es infectivo“.

En base a este comunicado, nosotros preguntamos: ¿Qué es “altamente improbable”? ¿Es éste el mismo grado de probabilidad que el de que Teresa Romero hubiera infectado a Excálibur? ¿Elevan ustedes la hipótesis a categoría de hecho comprobado? ¿Se sabe el tiempo en que el perro empieza a ser infectivo y cuándo deja de serlo? ¿Se sabe cuándo, si es que existe esta posibilidad, que no ha sido demostrada de forma científica, empieza y termina de eliminar el virus? ¿Nos pueden contestar a las preguntas las máximas autoridades sanitarias consultadas? Nos gustaría.

Dicen ustedes en su comunicado: “en caso de haberse infectado”. Han dejado pasar una oportunidad única para la ciencia de saber si Excálibur lo estaba. Un seguimiento y unas muestras de sangre hubieran sido suficientes, bajo las máximas garantías de seguridad posibles, que son muchas. ¿Por qué no se tomó una muestra de sangre en el momento en que se le aplicó la inyección letal que acabó con su vida? Hubieran disipado ustedes algunas dudas, aunque fuera de forma parcial, ya que podría darse el caso de que aún estando infectado no hubiera generado anticuerpos, que podrían haber sido detectados en los análisis. Yendo más lejos, han perdido ustedes la oportunidad de encontrar antígenos virales o ADN del virus en Excálibur, cosa que nunca se ha conseguido. Han condenado a muerte a un animal que presumiblemente no tenía el virus en su organismo, como ocurrió con el caso de rabia que se produjo en Toledo hace unos meses y que condenó a muerte a varios perros; eso sí, esta vez cumpliendo las normativas sanitarias establecidas al efecto.

Los medios de prensa extranjeros se han hecho eco en las últimas horas de numerosas opiniones expuestas por veterinarios de diversos países del mundo, una vez que se supo que Excálibur iba a ser eliminado.

La WSAVA (Asociación Mundial Veterinaria de Pequeños Animales) se ha pronunciado, a través de un comunicado, en contra de la “eutanasia” y a favor de la cuarentena en perros expuestos al virus ébola en los países no endémicos para la enfermedad.

El Dr. Thomas Frieden, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (EEUU), sostiene que al menos hay un importante estudio del que se puede concluir que los perros pueden extender el ébola, pero que no hay informes que certifiquen que éstos pueden presentar síntomas o que transmitan la enfermedad a la especie humana, añadiendo que está claro que tenemos que ver todas las posibilidades, aunque no hemos identificado este medio de transmisión.

El Dr. Peter Cowen, un veterinario de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EEUU), y asesor sobre riesgos de enfermedades infecciosas de los animales, opina que las autoridades españolas están obrando de forma exagerada, y añade: “Creo que es muy lamentable que estén pensando en la eutanasia del perro, y lo que deberían hacer es estudiarlo; nunca se ha demostrado que el ébola se extienda por los perros”.

La Dra. Sharon Curtis Granskog, portavoz de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria, dice que es posible que los perros puedan extender el ébola, pero que es muy improbable en países como España, donde los perros no están cerca de los cadáveres de animales infectados o de humanos muertos por la enfermedad, y que por tanto no ingieren carne, exudados o fluidos que pudieran estar contaminados.

El Dr. David Lakey, comisionado del Departamento de Salud de Texas (EEUU), informa de que en Dallas 48 personas están siendo monitorizadas al haber estado en contacto con el paciente liberiano que murió por ébola, Thomas Duncan, pero no lo están siendo los animales que están o estuvieron en contacto con ellos.

El Dr. Thomas Skinner ha recomendado que los pacientes con ébola que tuvieran mascotas en sus casas “evalúen el riesgo del animal a la exposición”, si es que hubo la posibilidad de que los perros ingirieran líquidos corporales como sangre, orina o heces de dichos pacientes. Si el animal ha estado expuesto, debería ser monitorizado durante 21 días, el periodo máximo de incubación de la enfermedad en la especie humana. Añade que se está trabajando con la Asociación de Medicina Veterinaria para estudiar el asunto y elaborar directrices para los animales domésticos en Estados Unidos.

El Dr. David Moore, experto en enfermedades infecciosas de la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, sostiene que los perros nunca mostraron síntomas de ébola y no hay ninguna evidencia científica que apoye el papel de éstos en la transmisión de la enfermedad.

El Dr. John Blackwell, presidente de la Asociación Veterinaria Británica, manifestó que el curso de la enfermedad en perros y su papel en la transmisión no se conoce todavía, pero que sería sensato observar ciertas medidas de cuarentena para los animales en contacto con un caso confirmado o sospechoso de ébola.

El Dr. James Wright, de la Asociación de Médicos Veterinarios de Texas, corrobora que los perros solo muestran una respuesta a la infección viral mediante la producción de anticuerpos en su sangre, y que no hay estudios e informes que indiquen que el perro puede transmitir el virus a su propietario. Aunque la evidencia muestra que la infección puede ser posible en nuestras mascotas, es muy poco probable, y no debe ser motivo de preocupación. La postura que debemos adoptar hasta que haya más estudios es la de “esperar y ver”.

En 2013, Weingarti H.M., N. Fon y Kobinger T. publicaron un artículo en la revista Dev Bio en el que afirmaban que los perros y los cerdos son los únicos animales domésticos identificados que pueden estar infectados con EBOV, y que su papel durante los brotes de ébola en África deberían ser aclarados. A diferencia del perro, que es portador asintomático, los cerdos infectados de forma experimental sí manifestaron síntomas y contagiaron a otros cerdos y a macacos.

Lo cierto es que otros animales como cobayas, cabras y caballos infectados experimentalmente permanecen asintomáticos o desarrollan leves síntomas.

El estudio más importante de la relación del perro con filovirus del ébola fue publicado en 2005 por Eric M. Leroy (director general del Centro de Investigaciones Médicas de Franceville, en Gabón) y sus colaboradores: “Ébola virus antibody prevalence in dogs”. Este grupo de investigadores demostró la presencia de anticuerpos contra el virus en un gran número de perros analizados que vivían de forma asilvestrada en poblaciones africanas. Curiosamente, en ninguno de los animales analizados se encontraron antígenos o ADN del virus, y no se pudo establecer su papel como transmisores de la enfermedad a la especie humana. En este estudio se sostiene que estos perros pudieron infectarse al consumir carne cruda o exudados o fluidos (como vómitos) de otros animales infectados (como murciélagos, monos o antílopes) y lo que es más importante, el grupo de control lo formaron perros que residían en Francia, y en un 2% de ellos se encontraron anticuerpos contra el EBOV cuando seguramente jamás habían estado en contacto con enfermos de ébola ni humanos ni de otra especie.

Ninguno de estos perros, al parecer, fue eliminado, como tampoco lo fueron los perros africanos que desarrollaron anticuerpos contra el virus. Los autores basan la presencia de anticuerpos en los perros en dos posibles mecanismos: o bien infección asintomática o subclínica (que podría acompañarse de eliminación viral si se confirmara), o bien estimulación antigénica, que es un proceso que podríamos denominar vacunación natural y que no implica infección/replicación viral (sólo contacto).

Existe la hipótesis de que el perro pudiera contagiar el virus por lamido, mordisco o cepillado, pero no se ha demostrado. Las investigaciones epidemiológicas demostraron que la mayoría de los perros seropositivos en Libreville y Port Gentil probablemente nunca tuvieron contacto con una fuente infectada (animal muerto o caso de paciente humano), y que nunca visitaron un área epidémica de ébola, descartando en teoría una probable infección. Por lo tanto, podrían haber tenido contacto con antígenos virales libres, transmitidos por aerosol, o, en menor medida, haber experimentado una exposición conjuntival a gotitas cargadas de virus procedentes de orina, heces o sangre de un hospedador natural desconocido.

El autor de este interesante estudio, el mayor experto mundial en el posible papel del perro en los brotes de ébola, fue consultado por algunos medios de prensa españoles y manifestó: “No hay que matar al perro de la contagiada de ébola, es importante para la ciencia” “No hay que matar al perro de la contagiada de ébola, es importante para la ciencia”, y añadía: “Al perro de Madrid hay que aislarlo, hacerle un seguimiento, estudiar sus parámetros biológicos, ver si está infectado y averiguar si excreta virus. Es muy interesante desde el punto de vista científico, no sirve para nada matarlo”. “Tenemos un posible caso activo del que podemos aprender muchas cosas, como si los perros efectivamente representan un foco de infección en los brotes de ébola”.

Conocer el papel de los canes en las epidemias del ébola es fundamental, porque las aldeas africanas afectadas están llenas de perros, añade este experto en enfermedades emergentes. Decía Leroy antes de que mataran al perro que si se comprobaba que no estaba infectado bastaba con liberarlo, y en caso de estarlo, “se va a recuperar y cuando esté curado habrá eliminado completamente el virus”. Lamentaba Leroy que ninguna autoridad española se haya puesto en contacto con él para conocer su opinión.

Hoy, el Dr. Scott Weese, veterinario jefe del control de infecciones de la Universidad de Guelph, en Ontario (Canadá), afirma: “Con independencia de que los perros pueden estar expuestas al virus, actualmente no hay evidencia de que los perros infectados lo eliminen”, y añade que la situación de los perros analizados en África es profundamente diferente a la de un animal doméstico con la exposición transitoria a un ser humano que ha sido expuesto o tiene la infección temprana.

Del mismo parecer es Guadalupe Miró, responsable de la consulta de Patologías Infecciosas del Hospital Clínico Veterinario de la UCM de Madrid, que considera que el perro debería haber sido sometido a análisis de sangre para poder afirmar si era portador o no del virus y ponerlo en cuarentena, y añadía: “Deberíamos esperar a obtener esta información para no crear alarma social. Sacrificar al perro no sirve de nada, estudiar el caso de Excálibur podría arrojar luces sobre el comportamiento del virus en los perros”.

Del mismo modo se pronunció en los primeros momentos Juan José Badiola, experto en enfermedades infecciosas y presidente del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España, aunque luego reconoció que como sanitarios debíamos seguir los dictados de la decisión política, que ha sido la que ha prevalecido en este caso, y que entiende la postura adoptada.

El Instituto de Investigación para el Desarrollo, en París, decía en un comunicado en el año 2005: “Ahora parece necesario evaluar el papel de los perros en los brotes de ébola y tener en cuenta el riesgo en las medidas del control de la epidemia”.

Hace unos horas, el responsable de Epidemiología del Hospital Cliníc de Barcelona, Antoni Trilla, ha deplorado que se haya sacrificado al perro de la auxiliar de enfermería contagiada de ébola, porque “hubiera aportado mucha información sobre el virus y su comportamiento”. “Pese a ello, han optado por una solución drástica e irreversible”, ha lamentado, y ha recordado que no se ha demostrado que el perro estuviera contagiado, teniendo en cuenta que el virus no se transmite de humanos a animales.

Y, llegados a este punto, podemos concluir que de ninguno de los informes y opiniones aportados podemos deducir que la decisión tomada por nuestras autoridades sanitarias ha sido la adecuada. Sabemos que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, y la Comunidad de Madrid, tomaron la decisión de eliminar a Excálibur tras consultar con expertos y órganos oficiales de nuestra profesión; en concreto, y entre otros, el Colegio de Veterinarios de Madrid. En palabras de su presidente, Felipe Filas, la medida del sacrificio está justificada por dura que pueda parecer, y añadía: “Aquí tiene que primar el factor de la protección de la población, ya que por mínimo que sea el riesgo, lo lógico es eliminarlo”. José Manuel Sánchez Vizcaíno, un veterinario experto en enfermedades infecciosas, catedrático de Sanidad Animal en la UCM y fundador y diseñador del primer laboratorio de alta seguridad biológica (Bioseguridad 3) en Valdeolmos (Madrid) señaló que había que sacrificar al perro “porque no hay dónde meterle”, aunque lo ideal hubiera sido trasladarlo en condiciones de bioseguridad para su estudio. Por desgracia, añadía: “España no está preparada para esto, y no hay ningún centro con nivel de bioseguridad 4, que es el nivel requerido para este caso”.

¿Hubiera sido muy costoso y complicado adecuar esta instalación de Valdeolmos para tener a Excálibur en cuarentena durante el tiempo que se estimara oportuno y un vehículo para su traslado? Nosotros creemos que no, que se podría haber hecho sin ningún tipo de problema. Una cosa es poder y otra querer, y en este caso no se ha querido.

La decisión tomada nos parece exagerada, dado el mínimo riesgo que existía y que hoy se ha reconocido por parte del Colegio de Veterinarios de Madrid, como dejó claro el presidente de AVATMA en un plató de televisión la tarde en que Excálibur fue eliminado. Coincidimos, por tanto, con la opinión de la mayoría de los veterinarios que han sido consultados. Incluso en los foros de nuestra profesión, en que se ha debatido sobre el tema, la gran mayoría de las opiniones coincide con la que hemos expuesto.

A Excálibur no podemos devolverle la vida, pero las consideraciones sobre cómo se ha tratado de solucionar este tema por parte de las autoridades sanitarias, que hemos analizado en este comunicado, deben servir para gestionar debidamente una posible situación similar que se pueda presentar.

Instamos por tanto a los responsables a que adecúen los protocolos sanitarios que deberían ser puestos en marcha si en un futuro se presentan situaciones similares, que pasan por la creación de un espacio de bioprotección 4, y del medio de transporte adecuado para animales sospechosos de haber sido infectados.

También debemos afirmar que el modo en que se ha actuado para eliminar a Excálibur, sin permiso de su propietario y forzando la puerta de su vivienda, como parece que ha sucedido, ha sido realizada de forma irregular, ya que no se había declarado la alarma sanitaria correspondiente que hubiera posibilitado las actuaciones que se han llevado a cabo. Esta situación ha sido denunciada por el Colegio de Abogados de Barcelona denunciada por el Colegio de Abogados de Barcelona.

Como veterinarios, y haciéndonos eco del comunicado que hoy ha emitido el Colegio de Veterinarios de Madrid, hacemos un llamamiento a la población para que la alarma social, que lógicamente se ha producido, deje de ser motivo de preocupación, estando seguros de que no habrá un nuevo perro que tenga que correr la desgraciada suerte que ha corrido Excálibur.

Deseamos que Teresa Romero se recupere a la mayor brevedad de su enfermedad.

José Enrique Zaldívar Laguía. Presidente de AVATMA.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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