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El Chullo, la cima compartida

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Pablo Gómez

El Parque Nacional de Sierra Nevada ocupa parte de las provincias de Granada y Almería superando en más de una treintena de veces los tres mil metros de altura. Llegado el invierno un manto blanco e inmaculado cubre todo el macizo, proporcionándole una gran belleza que contrasta con los colores ocres de la baja montaña que lo rodea. Lugar lleno de misterio, donde reina el sonido de la quietud sólo roto por el susurro del viento.

Sierra Nevada, siempre ha estado relacionada directamente con la historia de la ciudad nazarí. Gracias a sus aguas fruto del deshielo, los cultivos de las vegas y dehesas, han contado con abundancia de un agua de sublime calidad.

Son numerosas las actividades que se pueden realizar en el entorno del Parque Nacional, que aunque conocida mayormente por la práctica del esquí, nos brinda la oportunidad de poder realizar otras prácticas deportivas Uno de estos deportes es las raquetas de nieve. Mediante ellas podemos acceder a casi todos sus rincones, lograr coronar muchos de sus picos y conseguir descifrar muchos de sus enigmas y leyendas.

Puerto de la Ragua

Al este del macizo del Parque Nacional, se haya el puerto de la Ragua que comunica la comarca del Marquesado del Zenete con la Alpujarra oriental. Es un espacio magnífico para la práctica del esquí de fondo, afianzándose año tras año, como una de las mejores estaciones para el disfrute de esta modalidad deportiva.

Llegados a La Ragua, presenciaremos uno de los más hermosos paisajes del macizo andaluz. La nieve nos da la bienvenida, y nos veremos rodeados por un frondoso y acogedor bosque de pinos y abetos. A sus 2.000 metros, el puerto de la Ragua está rodeado por picos de rocas metamórficas. Estos gigantes de piedra son un marco incomparable para pasearse con raquetas y poder presenciar paisajes que quedarán grabados en tu retina. Gozaremos mayormente de una nieve virgen o poco pisada. Si tenemos la oportunidad de visitar la zona después de haber nevado, nuestro deleite se incrementará gracias a la nieve polvo.

Entre Granada y Almería

Si subimos a la Ragua por la vertiente norte desde la comarca del Marquesado del Zenete, presenciaremos a nuestra izquierda El Chullo. Este pico de 2.608 metros, reparte sus laderas entre las provincias de Granada y Almería. Se encuentra enclavado sobre profundos barrancos, donde deposita las aguas con la llegada de los meses más calurosos. El Chullo junto a sus cimas vecinas, son excelentes para andar con raquetas de nieve y practicar el esquí de travesía y el trekking.

Nuestro itinerario comienza junto al albergue, concretamente en la parte izquierda del mismo, junto a una barandilla de madera. Es aquí donde encontramos un cartel, que nos indica las dos horas que separan la estación de esquí, de la cumbre del pico El Chullo. En un principio nos abriremos camino a través del cortafuegos, que de manera brusca nos lleva a la meseta de Prados Altos, situada a 2.132 metros. Es posible que en un principio no sea necesaria la utilización de las raquetas. Una vez en la meseta de Prados Altos, habremos superado el primer centenar de metros de desnivel. El cansancio hará mella y el recorrido nos da una tregua, suavizándose sobre un terreno más llano. Giramos a nuestra derecha, distinguiendo desde aquí como El Chullo se eleva majestuoso, cubierto por una alfombra de nieve perfecta. Una de las pistas de esquí de fondo, nos acompaña en nuestro caminar, que poco más tarde se perderá entre la espesura del bosque.

Poco a poco el cortafuegos llega a su fin. Observamos nuestro destino y tras superar un par de palas más empinadas llegamos a los Asperones, 2.292 metros. Desde aquí podemos disfrutar de unas vistas geniales. A nuestra izquierda la sierra de Baza, al lado contrario los Morrones de Hornillo, Cabañuela, Sanjuanero y Mediodía, que juntos forman la Cuerda de Fuente Fría la cual conduce al Picón de Jérez. Continuamos con nuestra subida y si nos fijamos concienzudamente, podemos llegar a ver el castillo-palacio de La Calahorra, que data del siglo XVI y las montañas originadas de la explotación de las minas de Alquife. Parecerá que estamos muy cerca de nuestro objetivo, aunque la cima de El Chullo se hará esperar. El terreno entra en una fase más dura para nuestras piernas ya que el desnivel aumenta exageradamente. Poco a poco la presencia del mar se deja notar por el costado sur, al oeste asoman de forma tímida algún que otro tresmil y la excursión comienza a tener matices de alta montaña.

Próximos al punto geodésico de El Chullo, es posible que el viento nos complique la llegada. Es aconsejable ponerse el cortavientos para realizar los últimos pasos de la conquista. Para finalizar el paseo, El Chullo se torna sumiso y nos recibe con una llegada suave y de poca pendiente. La brisa del mar Mediterráneo nos da la bienvenida y notamos su alegría por el brillar de sus aguas.

Para descender, regresaremos por el mismo camino, pudiendo hacer una parada en el refugio que se encuentra cercano a la cumbre. El descenso necesita menos tiempo, aunque no menos esfuerzo.

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