CC y PSOE, un parto distócico

El parto de los montes, el de la Ley del Suelo y el Fdcan, sigue sin alumbrar, en un parto distócico en el que la cabeza del bebé no acaba de salir del útero materno, y no sé si habrá que al final hacer una cesárea. Coalición Canaria y el PSOE siguen con su matrimonio de intereses, peleándose continuamente con grandes broncas, y ese espectáculo en una pareja perjudica a los hijos, que ven como sus padres se tiran los platos a la cabeza. Los hijos de CC y PSOE en este caso son los militantes, o si el palabro es muy fuerte, los afiliados de ambas formaciones políticas que asisten asombrados, preocupados, y llorosos a las carajeras de sus jefes políticos. Fernando Clavijo desde que perdió su auto en La Laguna ya vimos que no tiene entidad para ser presidente de Canarias. Si como alcalde de La Laguna fue muy negativo hasta con la entrañable Recova lagunera, y ya empezó a atentar contras las vides, las papitas y los bubangos de mi querido y apreciado Tacoronte/Acentejo, como dirigente de Canarias se cubrió de gloria en varias ocasiones, entre otras cuando manifestó que trabajaba para los empresarios y dos kilos de cemento. Un buen rollito con los pudientes de Tenerife.

El problema de Fernando Clavijo es variopinto, se ha ganado la animadversión de la Gestora/PSOE y del Partido Popular, y ahora se ha convertido en el problema hasta para Coalición Canaria. No sé si Asier Antona, presidente del Partido Popular de Canarias, y el presidente de la Gestora/PSOE, José Miguel Rodríguez Fraga, entenderán la gran responsabilidad histórica que les ha caído encima, pero espero que así sea, aunque claro está que quién tiene que dar el empujón definitivo son los dirigentes nacionales del Partido Popular y de la Gestora/PSOE madrileña, que en realidad es andaluza/asturiana. Lo cierto es que Clavijo no ha entendido que gobernar Canarias no es lo mismo que mangonear La Laguna, y si con la Ley del Suelo ya comenzó a enfadar a una parte del PSOE que todavía conserva la dignidad política, con el reparto del nuevo Fdcan aplicando la triple parida del injusto Estatuto de Autonomía y de la impresentable Ley Electoral, se ha ido cavando su tumba política, a poco que Asier Antona entienda la situación, y gire hacia la Gestora del PSOE.

Creo que el suicidio político de Fernando Clavijo comenzó cuando reconoció que gobernaba para los empresarios. La excelente interpelación del diputado de Podemos Juan Márquez, al preguntarle en el Parlamento su reconocimiento que Canarias era un destino apetecible para invertir por su mano de obra barata, le hizo patinar reconociendo su entreguismo al sector empresarial. En realidad Clavijo ha intentado poner en práctica un plan con tres patas, controlar el poder político, el poder económico/empresarial y el mediático a través del periódico ultrachicharrero El Día de Tenerife, y un ratito sí y otro también del Diario de Avisos.

Pero todo se le puede ir al traste si Asier Antona actúa con inteligencia, con lo que aparte de estar en el Gobierno de Canarias, muy posiblemente pudiera descabalgar a Carlos Alonso del Cabildo Insular de Tenerife, en una moción de censura que haría al “popular” Manuel Domínguez, alcalde de Los Realejos y líder del PP en el Cabildo tinerfeño, presidente de la corporación insular de la isla picuda. Un auténtico revolcón político, que con casi toda seguridad se completaría con la defenestración del alcalde nacionalero de La Laguna, José Alberto Díaz, a favor de quién más sabe de la Ciudad de los Adelantados, el socialista Santiago Pérez, que actualmente no está en la Gestora/PSOE, sino en XTenerife/Nueva Canarias, pero es un verdadero socialista. Y además Fernando Clavijo tendrá que tener mucho cuidado con los movimientos que hace hacia un lado o el otro, porque los tres diputados de Casimiro Curbelo, y los tres que controla Mario Cabrera en Coalición Canaria, le puede también resultar un fuerte dolor de cabeza. En suma, un parto distócico que no me atrevo a decir cuando alumbrará, ni siquiera quienes serán padre y madre, y a todas estas Canarias sin rumbo definido.