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Censura informativa en La Laguna

Santiago Pérez

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El convencimiento de que la libertad y el pluralismo informativos son el fundamento de una opinión pública libre y que ésta es condición esencial de la democracia, pertenece al patrimonio intelectual de las sociedades civilizadas.

Me entristece y me indigna lo que viene ocurriendo en La Laguna, referencia universitaria y cultural de Canarias, durante los últimos años: se ha restablecido la censura.

Una generación de políticos de CC, pero también del PSOE, que no han tenido la experiencia de vivir bajo una dictadura -ni, por ende, comprometerse con el restablecimiento de la libertad-, viene obstaculizando desde el poder el pluralismo informativo, aprovechándose de la precariedad económica de las empresas editoras.

Esta semana se han batido todos los records. Primero fueron las crónicas periodísticas del debate presupuestario de un Ayuntamiento asfixiado financieramente agotado, auténtica exhibición propagandística de un insignificante programa de inversiones. Luego fue la ausencia de casi todos los medios informativos, con la honrosísima excepción de San Borondón-Centro de la Cultura Popular y Canarias Ahora, a la rueda de prensa convocada por Ignacio Viciana y Juan Miguel Mena para analizar la situación del Caso Corredor, cuyo epicentro se sitúa en el Ayuntamiento lagunero y que viene ocupando -hoy mismo- un lugar preferente en la agenda informativa del Archipiélago. Ni una sola línea en los medios convencionales, que dedican páginas completas a las versiones exculpatorias del oficialismo, sin dedicar ni un solo comentario crítico a sus progresivas contradicciones.

Ebrios completamente de una mentalidad en la que lo único importante es “estar en para disfrutar del poder”, una actitud faccionalista en la que la raison d´Êtat, como único canon de la acción política ha sido reemplazada por la “razón de partido”, que reconvierte lo ética y políticamente reprobable en virtuoso en función de que los protagonistas sean los nuestros-nuestros, parafraseando a R. Melchior, o los adversarios, van degradando irremisiblemente la democracia en una ciénaga.

El Ayuntamiento se ha gastado oficialmente a lo largo de esta legislatura de crisis, recortes y obsesiones de déficit cero, 1.119.931 (2011), 1.282.582 (2012), 1.034.639 (2013) y, hasta el 11 de diciembre de 2014, 1.299.204 euros en Publicidad y Propaganda. Son cifras oficiales, pero no definitivas; porque siempre podrán aflorar nuevos gastos publicitarios, frecuentemente contratados al margen de la legalidad, en el futuro próximo. Así ha venido ocurriendo y no hay ningún indicio de que nada haya cambiado.

En mi opinión, este derroche de dinero público y los mecanismos de ejecución presupuestaria que han ideado para gastar en publicidad recursos económicos asignados a otras finalidades en el Presupuesto que se aprueba cada año (también en el de 2015), son ilegales, fraudulentos y están situados en el terreno de la malversación.

Esa dilapidación constante del dinero de los contribuyentes laguneros es, además, intolerable en todos los órdenes.

¿Qué persiguen, y por lo que se ve consiguen, con esa constante prodigalidad propagandística?

Por lo pronto copar con noticias, en muchas ocasiones irrelevantes, inverosímiles y hasta patéticas, páginas, espacios radiales y reportajes televisivos todos los días de Dios.

Y, además, vetar la presencia de la oposición ejercitando todas las formas de presión sobre directores y profesionales: desde las más sutiles, hasta las más groseras. Es decir, dificultando hasta el límite la libertad y el pluralismo informativos.

No ha habido el menor propósito de la enmienda y presiones y censura se endurecen diariamente, a medida en que se acercan las elecciones y alguno se ve en apuros por noticias sobre acontecimientos que, más allá de su trascendencia jurídica, han supuesto un auténtico streeptease de un Régimen, un sistema de poder, en el que han forjado su único bagaje político.

Creo que no se puede aguantar ni un minuto más. Que los concejales de la oposición, bloqueada cada vez más el ejercicio de nuestra función institucional, que es la actividad de control del gobierno –ya que lo que no se conoce, simplemente no existe- estamos corriendo el riesgo de legitimar este lamentable estado de degradación democrática.

Creo, en fin, que es inaplazable lanzar un aullido de ¡BASTA YA! ¡ABAJO LA CENSURA! , dedicando todas nuestras fuerzas a combatir la fuente de la censura: la malversación obscena de dinero público en publicidad y propaganda. Es, con seguridad, el mejor servicio que podamos prestar hic et nunc a La Laguna y a sus habitantes.

Y con la misma naturalidad con la que han impuesto la censura durante todas esta legislatura, se sentirán emocionados con los ecos de aquella copla “….quizás porque convenía, que el canario no cantara”, en cualquiera de las romerías de la próxima primavera, primavera electoral.

Siglo XXI: La Laguna, no se merece esto.

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