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Chillidos frente a trabajo, photocall en vez de gestión*

Guillermo Concepción / Guillermo Concepción

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Hace ahora casi tres años y medio firmé un compromiso de gobierno en el Cabildo de Fuerteventura junto a mis compañeros del Grupo Popular y del Grupo de Coalición Canaria, formalizado a título individual, ya que la situación de descomposición interna de mi partido a nivel local impedía el establecimiento de alianzas a nivel de partido. Lo hice porque entendí que había un buen plan de trabajo y una unidad de intereses en defensa de Fuerteventura. Y lo hice, además, plenamente consciente de que por el bien de la isla era necesario llevarlo a cabo con todas sus consecuencias.

Los primeros meses fueron de mucho trabajo para coordinarnos todos, aún así el Grupo Popular seguía sufriendo la inestabilidad interna.

Entendí entonces que esa situación era debida al proceso de cambio en la dirección del partido. Proceso que apoyé en su momento, porque creí que era hora de renovar personas e ideas. Me equivoqué. No supe ver que detrás de la persecución abierta contra la que por entonces era mi compañera de grupo, Ana Padilla, no había solo una disputa entre los afines o no a González Arroyo. Lo que había era, sobre todo, el interés de Águeda Montelongo por eliminar de su alrededor a quienes le pudiera hacer sombra en su ascenso al poder dentro del partido, sin entrar a valorar si se trataba de personas competentes o no.

Esa lucha acabó con la dimisión de la compañera, y continuó con un proceso de toma del control del poder en el Partido siguiendo la técnica del burro y la cebolla. A través de mil estratagemas, Águeda Montelongo, siguiendo las indicaciones de Carlos Figueroa, comenzaron a ir tejiendo una red de clientelismo (ayudas, contratos, trabajos, promesas), que le permitió definir una estructura a nivel municipal caracterizada por la sumisión a la Presidenta sin más argumentos que el de la autoridad: “Sí, porque lo digo yo”.

Las conversaciones en el Grupo Popular fueron sustituidas por chillidos y reprimendas infantiles. Los planes de trabajo, por caprichitos de la Presidenta y su mano derecha, Figueroa. Las reuniones para planificar y buscar alternativas a los problemas se convirtieron en sesiones de fotos de la Presidenta, a su mayor gloria. Los textos del partido se transformaron en panfletos con colecciones de fotos de la Presidenta posando. La política del PP en Fuerteventura, al menos la que dirigía su Presidenta, se convirtió en una pasarela de moda llena de gestos, abrazos y besos para la cámara.

Hace aproximadamente un año y medio, Águeda Montelongo y Carlos Figueroa nos presentaron la que iba a ser su primera estrategia seria de trabajo en el Cabildo hasta final de Legislatura: desbancar a Coalición Canaria, alcanzar acuerdos con el PSOE y gestionar una posible moción de censura. ¿Razones? ¿Justificaciones? Ninguna, sólo que como ya estábamos cerca de las elecciones y hasta el momento, debido a nuestra falta de coordinación y dirección de Grupo, el PP prácticamente no había existido de cara a la opinión pública, pues teníamos que diferenciarnos y hacernos importantes. No apoyé esa propuesta y, me consta, tampoco lo hizo en el PSOE Pilar Rodríguez. De ahí la persecución a ambos para que abandonemos nuestras actas.

Como quiera que la estrategia de la moción de censura tampoco tuvo éxito (un nuevo fracaso de Águeda y Figueroa), las mentes pensantes de mi Grupo optaron entonces por el camino del medio: “Pues ahora vamos a criticarlo todo y a entorpecer el trabajo en el Cabildo, porque sí”, fue la única explicación, caprichosa, que recibí.

Comenzaron entonces a sucederse una serie de ruedas de prensa (preferentemente los lunes y viernes, ya que Águeda el resto de la semana lo pasaba en Tenerife en el Parlamento). Un día anunciaba mi Grupo que ya no quería el Museo Arqueológico en Betancuria y que buscaría una alternativa en otro municipio (¿La han visto ustedes?).

Otro día que la central eléctrica que meses antes habíamos aprobado que iría en Monteagudo, pues que no, que ahora a otro sitio. (¿Qué sitio? Ocho meses después siguen sin proponer una alternativa. ¿Esa era la urgencia?). La otra semana que el borrador del avance del PIOF no le gustaba, pese a que acaba de aprobarlo en el Pleno. Y a la semana siguiente que tampoco le gustaba el Parque Nacional (pese a que está incluido en el pacto de gobierno que firmamos con CC al comienzo de la Legislatura).

Y mientras tanto, foto va, Kedada (con fracaso incluido) viene? asuntos turbios que tampoco compartía. De la noche a la mañana el Partido Popular de Águeda se hace con un periódico (que solo edita un número, con ella en portada el día de su elección), una web y una emisora de radio. Y recibimos además la consigna de “apoyarlos” en la medida en que podamos. El grupo mediático de Águeda se convirtió en una cámara que siempre va detrás de ella y en una web que sólo publica fotos de ella. Tampoco le gustó a la presidenta del Partido que no me prestara a esas componendas y a esos “apoyos”. Abran ustedes la web y juzguen por sí mismos quienes sí se prestan a sustentar el photocall de Águeda. Sólo hay que ver los anunciantes.

El penúltimo capítulo de este desastre en la planificación y gestión del Grupo Popular se pudo observar en el último Pleno del Cabildo. Se llevaba a votación una propuesta de la portavoz de mi Grupo (sí, de Águeda), para que se me impidiera participar en todas las comisiones del Cabildo y se me quitara cualquier tipo de representación.

Propuesta que ni se me consultó, y que fue respaldada por el resto de mis compañeros de Grupo (a veces el poder de los chillidos y las amenazas hace doblegarse a personas que creíamos autónomas y adultas). Respaldada en el Pleno y delante de ella, porque luego por los pasillos y cuando ella no está presente todo son disculpas y justificaciones hacía mí.

Los compañeros de Grupo habían tenido además que soportar la vergüenza de tener que esconderse de un funcionario del Cabildo para no recoger la convocatoria del Pleno, ya que Montelongo y Figueroa les habían dicho que al negarse a recoger la convocatoria presionarían a CC y a Mario Cabrera. ¡Por primera vez en la historia del Cabildo 4 consejeros se esconden para no recoger una convocatoria de un Pleno!

¿Y para qué? Para bajar la cabeza al día siguiente y recogerla sin rechistar desde que se comentó que en Presidencia del Cabildo se había dado orden de preparar ceses de los consejeros del grupo de gobierno que no acudieran al Pleno (Señores, que están liberados y cobran un buen sueldo. Lo menos que pueden hacer es asistir al pleno y no hacer el ridículo escondiéndose como niños para no recoger una convocatoria. Vaya usted al pleno y luego vote lo que quiera o lo que le digan que vote).

Estos días previos fueron además como para guardar en una vitrina (la de los horrores en la sede del PP majorero). Hay que recordar que el jueves antes del Pleno Soria accede a cesar a la directora del área de salud, Concha López, porque no había avisado a Águeda de que la consejera de Sanidad estaba de visita en el Hospital? Y ya se sabe:“Yo me habré perdido esa foto, pero Concha se va a quedar sin su sillón” (súmenle a la expresión los convenientes decibelios).

En definitiva, el resultado actual es un Grupo popular inexistente en el Cabildo, sometido a chillidos y caprichos infantiles, preocupando únicamente por no enfadar a la presidenta y dedicado en exclusiva a completar su photocall del día. Y a nivel insular, más delo mismo: grupos locales divididos en los que Águeda y Figueroa han tratado de imponer sus candidatos de diseño y se han topado con la oposición de la gente del pueblo, trabajadora y crítica, que no se somete a los chillidos tan fácilmente, por mucho que vengan de Puerto y se adornen con citas en facebook y Mercedes de último modelo.

*Vicepresidente primero y consejero de Seguridad y Emergencias del Cabildo de Fuerteventura.

Guillermo Concepción*

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