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Confesiones de un espermatozoide

Juan García Luján / Juan García Luján

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El manifiesto final sirvió para recordar que también se oponen a la ley de aborto vigente, la que aprobó el PSOE pero mantuvo ocho años José María Aznar. Claro que durante los años del aznarato no vimos a estos provida organizando manifestaciones, entre otras cosa porque el portavoz de los manifestantes, Benigno Blanco, fue Secretario de Estado de Aguas y de Infraestructuras durante los ocho años de gobierno de Aznar. Y claro, si salía a defender la vida a lo mejor perdía su puesto de trabajo.

El caso es que quiero recordar aquí a todos los espermatozoides muertos al estrellarse contra el latex, o al salir disparados al final de los placeres solitarios de millones de humanos. Yo morí dentro de un condón, fue un auténtico holocausto. Estaba junto a mis hermanos en una gran fiesta, bailábamos y bailábamos... De repente salimos en un río de placer y nos estallamos contra un latex. Durex creo que era el nombre del plástico asesino.

Sin condones, sin píldoras, sin abortos, quién sabe, yo hubiera nacido. La ley de Dios hubiera permitido que me convirtiera en un niño. Tal vez mi papá me hubiera hecho alguna fotografía que acabaría en Internet. Y quién sabe si hubiera acabado en el ordenador del obispo católico Raymon Lahey, que el sábado no pudo acudir a la manifestación de Madrid porque está en libertad condicional y no puede abandonar Canadá. La policía encontró en el ordenador portátil del obispo mil fotografías y 33 vídeos pornográficos protagonizados por jóvenes. Después de comprobar que los protagonistas de las fotos eran menores de edad el juez ordenó la detención del obispo. Raymon Lahey confesó que no sabía que los protagonistas de las fotos y vídeos que guarda en su ordenador eran menores. Pero yo sólo quiero reflexionar en alto y decir que me solidarizo con los millones de espermatozoides que quizá murieron en los minutos de placer de ese obispo, porque estoy seguro que estos de provida no saldrán en su defensa..

El sábado salió mucha gente a la calle. Unos dicen que 60.000, otros que 2.000.000. Supongo que los organizadores no mienten cuando dan el número de manifestantes, porque mentir es pecado. Pero yo eché de menos un mensaje alternativo. No a esta ley ni a su reforma, vale. Pero, seguirán abortando. Entonces ¿qué? Hay que decirlo claro: las mujeres que aborten a la cárcel. Los médicos que practiquen el aborto, a la cárcel. Ese es el mensaje. Que pase como antes: que las pobres aborten en casas clandestinas, que mueran desangradas en un charco de vinagre, y la gente que tenga dinero mande a sus hijas a Londres o a Holanda. Así lo pienso yo, que soy un espermatozoide que no pude acudir a la manifestación de Madrid del sábado pasado porque me morí en un holocausto.

Juan García Luján

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