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La Nueva Coyuntura Económica Mundial del Siglo XXI, Un Nuevo Marco Socioeconómico

Manuel Romero Hernández

Entre 1960 y 2011, la población mundial ha pasado de 3,1 mil millones a 7 mil millones de habitantes, la perspectivas de la Organización de las Naciones Unidas en su informe World Population Prospects sobre el estado de la población mundial, es que en 50 años más la población mundial superará los 10 millones de habitantes. De manera paralela a la población ha crecido también la demanda de bienes y servicios, motivada además por un cambio en los patrones de consumo. Sólo hay que pensar en cuál era nuestra cesta de consumo en los años sesenta y setenta, y cuál es ahora. Para muchos países bienes y servicios que hace cincuenta años no formaban parte de la cesta de la compra, ahora se califican como de primera necesidad.

La calificación de bienes necesarios depende también del país en el que nos encontremos. Por ejemplo como referencia, según datos del Banco Mundial, en países como Malawi, República Democrática del Congo, Burkina Faso, Madagascar, Uganda o Etiopía, menos de un veinticinco por ciento de la población tiene acceso a la electricidad. En países como Haití, Sudán Eritrea, Camboya, Zimbawe, Angola, Yemen o Nigeria el porcentaje no alcanza el cincuenta por ciento. En países como India, Indonesia, Nicaragua, Guatemala, Sudáfrica, Filipinas, Senegal, entorno al quince, treinta por ciento de la población no tiene acceso a esta fuente de energía.

En contraposición, en los países más desarrollados estos patrones ha llevado a una parte de la población a situaciones extremas con la adquisición de bienes que nunca utilizará. En ocasiones se adquieren bienes que cubren necesidades creadas artificialmente por las políticas de marketing de las empresas. En otros casos, se renueva bienes injustificadamente, de nuevo por una cuestión de imagen. Muchos se adquieren bienes que ofrecen prestaciones que nunca se utilizarán. En definitiva, en los países más desarrollados una parte de la población en algún momento cae en la trampa del derroche de recursos.

Es importante entender que cualquier bien o servicio tiene una traducción en recursos que son obtenidos de la naturaleza. De esta manera, la adquisición de cualquier tipo de bienes y servicios implica la obtención y consumo de recursos naturales que serán empleados en su producción y en el tratamiento de los desechos generan. Algunos de estos recursos naturales son renovables, otros no. Los renovables los reproduce la naturaleza, siempre que para su obtención y consumo se respete la tasa de regeneración biológica. Por ejemplo, puede regenerase un bosque, o un banco pesquero si cortan los árboles y se pesca de manera sostenible. El viento y el sol también son fuentes de recursos renovables, en este caso infinitos.

Sin embargo, la mayoría de los recursos naturales empleados en la producción de bienes y servicios, y en el tratamiento de los residuos generados, no son renovables. Se encuentran depositados en algún lugar del planeta, y una vez sean extraídos en su totalidad, simplemente se agotarán, o al menos dejará de ser rentable su extracción. El caso del petróleo es muy particular, la presencia en los procesos productivos de cualquier bien o servicio, y en general en nuestra vida diaria es muy alta, y la posibilidad de sustitución baja. Aunque la tecnología ha avanzado para generar procesos productivos más eficientes que elevan la producción de bienes y servicios con la misma cantidad de factores productivos, el aumento de la población, por un lado, y, los patrones de consumo de los países más desarrollados por otro, ha elevado considerablemente la demanda mundial de recursos naturales.

Un grupo de científicos ha definido La Huella Ecológica como la cantidad de recursos necesarios para cubrir la demanda de bienes y servicios de un individuo, y para absorber los desechos generados con su consumo, usando como base la tecnología actual. Por otro lado, la Biocapacidad de un país se define como su capacidad en función de la tecnología actual para producir bienes y servicios y para absorber sus desechos. La unidad de medida de la Huella Ecológica per cápita es el número de hectáreas que necesita un individuo para mantener su nivel de consumo actual, tanto para la producción de los bienes y servicios que consume, como para el tratamiento de los desechos que genera. La Biocapacidad per cápita mide el número de hectáreas que le corresponde para este fin.

A principio de los sesenta cada habitante del planeta disponía de una biocapacidad media de 3,7 hectáreas. El aumento de la población mundial y el agotamiento de algunas fuentes de recursos renovables y no renovables ha reducido la biocopacidad per cápita a 1,8 en el 2007. En cambio, la huella ecológica media del planeta, a pesar de las mejoras tecnológicas y a consecuencia del cambio en las pautas de consumo, ha aumentado de 2,4 en el año 1961 hasta 2,7 en el año 2007 (www.footprintnetwork.org). Esto quiere decir que en 2007 el planeta tenía un déficit ecológico (diferencia entre la biocapacidad y la huella ecológica) de -1,51. Es decir, en términos medios harían falta 1,51 hectáreas más por habitante para cubrir la demanda de bienes y servicios del planeta y tratar sus residuos. Algunos países como Estados Unidos con un déficit ecológico de -4,1 necesitan salirse de sus fronteras para poder mantener su nivel de consumo. Lo mismo ocurre con Reino Unido (-3,6), Alemania (-3,2), España (-3,8), Japón (-4,1), Corea del Sur (-4,5), China (-1,2) y una muy larga lista de países desarrollados. Sólo unos pocos países como Brasil y otros países sudamericanos, Rusia, Australia, Finlandia, Canadá, o El Congo y algunos de sus vecinos africanos aportan positivamente al consumo mundial de recursos naturales.

Esto implica en primer lugar, que una parte de la población mundial que principalmente reside en los países desarrollados está consumiendo los recursos que le corresponden, por paridad y también por frontera política, a una parte de la población que vive en algunos países menos desarrollados. En segundo lugar, la población actual del planeta consume recursos renovables y no renovables a un ritmo que no les corresponde y que generará irremediablemente escasez para las generaciones futuras. El nivel de consumo actual no sólo supone el agotamiento de los yacimientos como por ejemplo, el petróleo, sino que además generan un deterioro en muchos casos no recuperables de recursos renovables como por ejemplo los bancos pesqueros, los bosques, etc. El alto consumo de recursos está generando además importantes cambios en el clima que acentúan esa pérdida.

Algunos de estos países no han experimentado la crisis económica de este siglo y, han crecido, y siguen creciendo, a tasas importantes. Son los emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, conocidos como países BRICS. En el caso de China, por ejemplo ha tenido durante más de veinte años entre 1990 y 2012 una tasa de crecimiento medio de su PIB superior al 10% (datos del Banco Mundial). Se trata de países con importantes recursos naturales, pero sobre todo con una población alta. Juntos sumaban en 2013 algo más de 3000 millones de habitantes lo que supondrá, sin duda cuando alcancen el nivel de consumo medio de los países desarrollados, un nuevo orden socioeconómico mundial. Los países desarrollados juntos sólo suman 900 millones de habitantes.

Dentro de un mismo Estado, el patrón derivado del déficit ecológico es el mismo, y tanto en países pobres como en países ricos se está produciendo una concentración de la riqueza. En España por ejemplo, Según la encuesta financiera de las familias elaborada por el Banco de España entre 2011 y 2008 la mediana (es decir el punto medio) de la renta de las familias en España se ha reducido un 8,6%, entorno a 2.400 euros menos al año. En 2012 la cifra de desempleo alcanzó el 26% (6 millones de personas) frente al 13,9% de finales de 2008. Según Eurostat, nuestro país presenta el peor índice de concentración de la riqueza dentro de la Unión Europea situándose sólo por detrás de Letonia. La investigación de los americanos Mishel y Gee ha revelado que en los últimos 50 años en estados Unidos el salario medio en términos reales ha aumentado sólo un 4%, mientras que el salario de los trabajadores con renta más alta se ha duplicado, y triplicado en el caso del 0,1% por ciento de la población con mayor retribución.

Algunos científicos y economistas se plantean cuestiones como: ¿es el planeta es capaz de soportar ese aumento creciente de la demanda de recursos naturales. ¿Existe paridad en el consumo de recursos del planeta?¿Cómo se está distribuyendo el consumo mundial de recursos naturales?¿Qué factores condicionan el consumo de recursos naturales de la población mundial?¿Son sólo países ricos los que más consumen recursos naturales?¿Están los países ricos depredando los recursos de los pobres?¿Qué futuro espera a las próximas generaciones?¿Pueden los estados hacer frente la demanda de sus ciudadanos actuales con sus propios recursos?¿Qué pueden hacer los gobiernos para evitar un empobrecimiento de su población y mejorar su bienestar? En definitiva, ¿estamos ante un nuevo marco socioeconómico mundial?

Estas preguntas tratarán serán contestadas en el curso La Nueva Coyuntura Económica Mundial del Siglo XXI, un Nuevo Marco Socioeconómico de la Universidad de Verano de Maspalomas 2014 (http://www.universidadveranomaspalomas.org/materias/detalle/402).

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