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Cubillo vuelve a casa

Federico Utrera / Federico Utrera

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Hice un análisis de medios, como se denomina a ese trabajo de campo, y resultó que frente al silencio más absoluto que se le dedicó al personaje en el Archipiélago durante la Transición (era un tema tabú), en los periódicos peninsulares e internacionales Cubillo era el político más mediático, muy por encima de Lorenzo Olarte, Jerónimo Saavedra o Bravo de Laguna, por citar sólo a tres de los artífices más influyentes de aquel proceso de recuperación de la democracia. Quiere esto decir que Cubillo supo jugar las escasas bazas que al independentismo canario le brindó la muerte de Franco e irrumpió en la escena diplomática global en un momento en que África no era esta África, tampoco Argelia era esta Argelia y ni siquiera España era esta España. El continente se estaba descolonizando (Sudáfrica, Mauritania, Sahara, Angola, etc...) y gozaba de interés político y periodístico, Argelia era el maná ideológico de la izquierda europea y anidaba a los movimientos de liberación de todo el mundo (entonces no se sabía que eran terroristas ni se les llamaba así) y España era un pobre enfermo con respiración asistida (por Alemania y Estados Unidos, sobre todo) que salía de cuatro décadas de dictadura.Pasé bastantes horas en su casa de Tenerife para poder escribir el citado libro, y mientras Cubillo y yo charlábamos, mi esposa y la suya (la simpática francesa María Teresa) también lo hacían en el jardín contiguo. Toda aquella riada de información y caudalosa verborrea con la que Cubillo lo envuelve todo fue pacientemente grabada y anotada. Pero mi deber profesional era contrastar después, verificar con otras fuentes, autentificar antes de pasarlo a letra impresa. Salió el libro, Cubillo me felicitó por el trabajo en un primer momento, luego protagonizamos debates en la radio (él, que sólo está dispuesto a debatir con su ombligo) donde escenificamos un enfrentamiento más artificial que real, pues él exponía sus datos y razones (es tan hábil dialéctico como Mauricio y algún día habrá que escribir sobre las analogías y diferencias entre ambos personajes), y yo aprendí con aquello algunas escaramuzas del arte de la oratoria. El libro se vendió como rosquillas, las audiencias radiofónicas subieron, los periódicos que se hicieron eco me pidieron fascículos, entrevistas... De aquello ya sólo recuerdo la caída de pelo que me produjo el estrés sufrido (no por Cubillo, sino por la avalancha de los siempre insaciables medios) hasta tal punto que me prometí no volver a escribir un libro de política en mi vida, algo que he cumplido y que rememoro vivamente cada vez que me toco la calva.Cubillo pasó a mejor gloria y yo también. Y la democracia ha ido poniendo las cosas en su sitio: como ha sucedido siempre, los diferentes partidos independentistas obtuvieron hace cuatro meses entre 500 y 2.500 votos y se movieron en horquillas de entre el 0,06% y el 0,27%. Pero Cubillo no desespera. Con los justos dineros obtenidos del Estado español como indemnización por el apuñalamiento (fue Eligio Hernández como Fiscal del Estado quien se los agilizó), ha debutado ahora como periodista de forma muy original: sus dos primeras crónicas en un diario local han sido la reproducción exacta de un conocido mamometro del partido Congreso Nacional de Canarias que él mismo lidera, y en cada una reproduce 15 epígrafes de lo que sería la futura Constitución de la República Federal Canaria. El articulado parece sacado de un tebeo de ciencia ficción: quedarán prohibidos los partidos “filiales” (PSOE y PP, claro); son canarios “los hijos de padre, madre, abuelos o bisabuelos canarios o que tengan un ascendiente canario, así como los nacidos en Canarias”; la capital estará “en las faldas del Teide” como homenaje al mencey Benkomo (especuladores y arboricidas se frotarían las manos); la moneda será el “áfrico” en lugar del euro (y todos millonarios: la barra de pan costará 1 millón de áfricos); se incluirá en la escuela la lengua “bereber o tamazigh”, y todas las islas cambian de nombre: Tenerife (Chinet), Fuerteventura (Erbani), Gran Canaria (Tamaran), La Palma (Benahoare), Lanzarote (Titeroygakat)... El delirio de Cubillo, que se presenta como “brazo político” de aquel grupo terrorista que se llamó MPAIAC, pasa por exigir un presidente con una “edad mínima de 40 años”; servicio militar obligatorio para hombres y mujeres en las Fuerzas Armadas Guanches con reserva activa también hasta los 40; dos senadores elegidos sólo por grupos ecologistas y los españoles sin derecho a voto y permiso de residencia renovable “cada dos años”. La economía sería estatalizada y para ser director de empresa, asociación de vecinos, club, periodista, propietario de medios de información e incluso obispo, imán o rabino, habría que tener “carné canario”... Cubillo cita a Diderot, Franklin, Lamarck, Rousseau o Voltaire como sus fuentes doctrinales y cree que vuelven los tiempos revolucionarios del parisino café Le Procope... Pero han pasado casi tres siglos y muchos más desencantos y se olvida quizás de aquel coetáneo llamado Goya, exiliado como él, y lo que es peor, se desentiende de uno de sus mejores dibujos: El Sueño de la Razón produce monstruos... Federico Utrera

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