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Exclusivas Ana Rosa

Juan García Luján / Juan Garcia Luján

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Este fin de semana el periódico El Mundo publicó el vídeo de lo que no emitió Ana Rosa. La protagonista de la exclusiva mundial lloraba entre conexión y conexión, decía que estaba a punto de desmayarse y pedía que no la entrevistaran más, que no la grabaran más. La redactora le daba agüita, le decía que se sentara en el césped y decía en alto “no la graban más ”mientras hacía un gesto al cámara para que continuara realizando la grabación de la mujer que pedía que la dejaran en paz. También se ve en el vídeo que una amiga llama a Isabel y le pregunta dónde está, pero la Isabel dice que no puede decirle, que en realidad no lo sabe. Una productora del programa le hace gestos para que no diga dónde se encuentra a su amigo. La redactora pregunta: “¿vamos a entrar de nuevo?”, porque si no “me la llevo de aquí, para que no me la quite nadie”. Isabel es una exclusiva que te pueden robar, una mujer con retraso mental, sin cultura, sin asesoramiento legal, una juguete roto en manos de unos niños que asaltaron la juguetería y tiran de ella como si fuese una muñeca de trapo.

El código europeo de Deontología del Periodismo aprobado en julio de 1993 dice en su artículo 25 que “En el ejercicio del periodismo el fin no justifica los medios por lo que la información será obtenida a través de medios legales y éticos”. El Código Ético aprobado por la Federación de Asociación de Periodistas de España defiende en el artículo 14 que: “En el desempeño de sus obligaciones profesionales, el periodista deberá utilizar métodos dignos para obtener la información, lo que excluye los procedimientos ilícitos.” Todo parece indicar que para lograr las declaraciones de Isabel García no se respetaron estas normas.

Desde hace muchos años la Federación de Sindicatos de Periodistas y otras organizaciones están pidiendo a los grupos políticos la aprobación del Estatuto Profesional de Periodistas. La iniciativa logró entrar en el Congreso de los Diputados y tuvo el respaldo de Rodríguez Zapatero cuando era líder de la oposición. Pero según comenzó la tramitación del estatuto que recoge un código ético de la profesión periodística los principales diarios españoles publicaron editoriales en contra. Decían que los medios podían regularse solos. El último caso del programa de Ana Rosa en la cadena de Berlusconi es la prueba de que la autorregulación no funciona. En los últimos años se ha saltado todas las fronteras, se ha visto que código deontológico o ética son palabras que desconocen los responsables de los contenidos de los programas, los que sólo entienden de análisis de audiencias, de curvas de Sofres o Kantarmedia.

Desde luego que no es el periódico El Mundo (también de Berlusconi) el más indicado para abrir un debate sobre ética periodística. Un periódico que se caracteriza por fabricar portadas con falsas informaciones, o realizar asesinatos de imagen tras cobrar suculentas cantidades de dinero en formato de publicidad institucional. Quizá a estas alturas no hay ningún medio que pueda ser tribuna de ética, pero también es verdad que en el charco del periodismo basura unos nadan mucho más a gusto y son más reincidentes que otros.

Un juzgado decidió investigar sobre el comportamiento del programa de Ana Rosa. Telecinco, la cadena del delincuente Berlusconi, se lamenta de que no traten a todos igual, pero no tiene ni un argumento para defender a Ana Rosa. La titular del Juzgado de Instrucción número 43 de Madrid decidió incoar diligencias de investigación para aclarar la actuación de la productora de Ana Rosa Quintana. Ante la falta de voluntad política de los grandes partidos y el boicot de los grupos multimedias a cualquier intento de aprobar y aplicar un código ético para la profesión, la decisión del juzgado madrileño es, por lo menos, un rayito de esperanza.

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