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Faycán, Góndola y clases sociales

Juan García Luján / Juan García Luján

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En el caso Faycán aparecen pequeñas empresas: Cobra, Planos de Gestión y Construcción, Cementos Las Torres, Felipe y Nicolás Ojeda Ferretería ? Hay una empresa un poco más grande : Mazotti, pero no pudo resistir el golpe de la investigación judicial y se fue al carajo. En Góndola está Anfi, una de las empresas más importantes de Canarias y vemos a unos de sus dueños Santana Cazorla resistiendo y con la cabeza alta. Cuenta esa gran empresa con el apoyo del Círculo de Empresarios y de los cronistas de la Corte que levantan las columnas del edificio de la impunidad. También cuenta Santana Cazorla con el apoyo del vicepresidente del gobierno canario. Siempre ha habido clases.

El dueño de la ferretería “Felipe y Nicolás Ojeda” de Las Huesas y Santana Cazorla tienen el mismo rol social: son empresarios. Pero los de la ferretería teldense venden tornillos al ayuntamiento y le tuvieron que dar un 8 % al concejal, mientras que Santana Cazorla no vende tornillos, pero tiene poder para apretar el tosnillo del consejero de Política Territorial y del presidente del gobierno. Y Santana Cazorla tenía un socio con un avión que sacaba de paseo al presidente del cabildo que tenía que informar a favor de sus camas y que, además, tenía contratado en exclusiva a un abogado disfrazado de Parlamentario que podía votar y decidir en la comisión parlamentaria donde se debatían las licencias de Anfi.

En Faycán y Góndola se repite una empresa: el grupo Europa. En Telde el grupo Europa se tropieza con cierto rechazo del alcalde. En Mogán ocurre todo lo contrario: incluso patrocina actos que oficialmente organiza el ayuntamiento y, según las investigaciones, pagó un mitin de Rajoy. El representante del grupo Europa era Jorge Rodríguez, que se disfrazaba de portavoz del PP en el Parlamento. En Telde los políticos están fuera del PP. En Mogán el alcalde volvió a presentarse con el apoyo de PP Manolo y Jorge Rodríguez sigue en la dirección del PP.

Desde los papiros egipcios hasta los periódicos actuales la historia la han ido escribiendo los cronistas contratados por las clases altas, los esclavos apenas pudieron dejar su crónica con la sangre que derramaron para levantar las pirámides de Egipto (pero los necios alabaron a los faraones e ignoraron a los esclavos). Por eso en esta sociedad de clases los casos Faycán y Góndola nos lo han contado de forma muy diferente los cronistas de la Corte. Mientras el caso Faycán produce efectos nocivos en los cronistas, que muestran su desprecio por esa panda de políticos corruptos, en el caso Góndola el dedo de la sospecha ha señalado a los investigadores y no a los investigados. Los mismos que ahora hacen un monumento al juez del caso Faycán (yo me sumo a ese homenaje), en el caso Góndola, aunque estamos ante los mismos delitos, han subido al altar a Santana Cazorla y condenaron las escuchas telefónicas a los empresarios (que también se hicieron en el caso Faycán).

La comparación de los casos Faycán y Góndola nos demuestra que también en el análisis de la corrupción política se trata diferente a la aristocracia política (Jorge Rodríguez) que a las clases bajas (los concejales de Telde), a los empresarios multimillonarios (Santana Cazorla) que a los dueños de una ferretería. El problema es que en el siglo XXI existen otros medios que no controlan la aristocracia. Por eso los cronistas de la Corte han hecho el ridículo al apuntarse a defensores de la decencia y azotadores de la corrupción en el caso Faycán apenas unas semanas después de haber defendido el comunicado público del Círculo de Empresarios que defendía la impunidad para los empresarios multimillonarios imputados en casos de corrupción. O piensan que la gente es tonta, o no saben que mientras ellos estaban dormidos en el caso Góndola, otros cronistas estaban contando lo que estaba pasando.

Juan García Luján

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