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Hacia el Foro Social Mundial de Dakar

Francisco Morote Costa / Francisco Morote Costa

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Ya se sabe que los Foros Sociales Mundiales son lugares de encuentro, para el debate democrático de las ideas, de los movimientos sociales del planeta que rechazaban y rechazan la globalización neoliberal y el neoliberalismo y, por tanto, no cabe esperar que el FSM se convierta en una especie de Internacional altermundista, pero lo que si se puede y se debe exigir es que, a la vista de la gravedad de los problemas económicos, sociales y medioambientales del mundo, el análisis de la situación dilucide, al menos, tres cosas: la raíz u origen de los problemas, el papel de los movimientos sociales altermundistas y el marco más apropiado para la solución de las múltiples crisis.

1. La raíz de los problemas.

A mi entender el movimiento altermundista debería convenir de una vez que el sistema, el sistema-mundo capitalista, en la terminología de I. Wallerstein, es el problema.

¿ Un problema resoluble o irresoluble?

Por supuesto que resoluble para sus partidarios, los que en el peor de los casos hablaron de reformarlo o refundarlo, pero que a la hora de la verdad no han movido ni un dedo, dejándolo tal y como lo quieren sus principales beneficiarios - grandes propietarios, administradores y gestores del capital y algunos grandes especuladores -, pero irresoluble para quienes siendo, sin duda, la gran mayoría sabemos que para el sistema no es una prioridad luchar contra el hambre, la pobreza, el empobrecimiento, la exclusión y la marginación social, el aumento de las desigualdades sociales, el calentamiento global y el cambio climático y sus devastadoras consecuencias, la sobreexplotación y agotamiento de los recursos naturales que deberían ser la base de la existencia de las generaciones presentes y futuras, etc. Para ellos, esos dueños, administradores y gestores del capital y para los especuladores a los que el sistema hace cada día más ricos, no urge cambiar nada. Viven en una especie de Atlántida felíz, sin ser conscientes de que, como en el mito griego, su Atlántida podría hundirse, esta vez, en el océano del descontento popular universal. Por el contrario, para nosotras, las víctimas, urge el cambio, al constatar que el sistema, incorregible, no es la solución sino el gran problema.

2. El papel de los movimientos sociales altermundistas.

El movimiento altermundista es el movimiento de la esperanza. Lo es desde el Foro Social Mundial de 2001, en Porto Alegre, cuando proclamó que Otro Mundo Es Posible.

Es cierto que nunca ha precisado suficientemente desde entonces cómo debe ser ese mundo pero, sin duda, se ha opuesto enérgicamente a que siga siendo un mundo de ricos y de pobres, de enriquecidos y empobrecidos, de exclusión y marginación social, de agresiones suicidas contrra la propia biosfera, de saqueo y destrucción de recursos naturales para alimentar un consumismo bulímico cada día más imposible en un planeta finito.

Por consiguiente, el deber del movimiento altermundista es seguir presionanado y luchando para construir un mundo mejor posible, de abajo a arriba, desde los propios movimientos sociales a las organizaciones sindicales, los partidos políticos, las administraciones y las instituciones internacionales y nacionales.

3. El marco para resolver la crisis.

Vivimos en un planeta único, con un sistema mundial, el capitalista, también prácticamente único.

¿ Cómo salir, en esas condiciones, de las múltiples crisis provocadas por el sistema?

En mi opinión descartado el G-7 y sus insttituciones satélites - OCDE, FMI, BM, OMC - y, también, el G-20, en las actuales circunstancias históricas el marco más adecuado y con mayor legitimidad para hacer frente a los riesgos que el sistema plantea es el G-192, es decir, la Asamblea General de las Naciones Unidas.

La ONU, con todo su déficit democrático a cuestas es , pese a los esfuerzos por impedirlo, el marco donde se ha abordado, con todas sus insuficiencias, el problema del calentamiento global y el cambio climático y, también,el escenario del compromiso de la comunidad internacional para reducir, por medio de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el hambre, la pobreza extrema y otras lacras que afligen a cientos de millones de personas que viven en los países empobrecidos. Además, la ONU, su G-192, está infinitamente más abierta a la presencia y a las demandas de los movimientos sociales altermundistas que el G-7 o, incluso, el G-20.

A mi juicio el movimiento altermundista al tiempo que rechaza la representatividad del G-´7 y sus instituciones satélites y del G-20, debería reclamar para el G-192, la Asamblea General de las ONU, mediante un Consejo Económico Mundial vinculado a ella, como proponía el Nobel de economía J. Stiglitz, la competencia para hacer frente a la Depresión económica, que no recesión, que nos obliga a padecer a la gran mayoría de la humanidad el sistema-mundo capitalista.

En fin, se trataría de una apuesta para sitúar el arreglo de los grandes problemas del siglo XXI en el marco del G-192 y no en el escenario del G-20 y menos aún del G-7 y sus instituciones satélite.

Si del Foro Social Mundial de Dakar salieran consensuadas al menos estas ideas, sería un gran paso adelante en la lucha del movimiento altermundista por la construcción de otro mundo mejor posible.

Francisco Morote Costa

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