Francisco y Benita; El amor no pasa nunca

El 21 de Marzo del 2012, fallecía, en Tunte, Francisco Santana Quintana, Paco. Sólo, mes y medio después, el 2 de Mayo, fallecía también Benita Santana Quintana.

Nacidos en Ronda del Juncal de Tejeda, vivieron, siempre, desde su infancia, en el Pueblo de Tunte.

Entre los ocho hijos de Juanito, el guardia, y Teresita, Paco tenía, como referencia, a su hermana, Benita, a pesar de ser mayor que ella, pues él era un niño en cuerpo de hombre, a causa de la meningitis que le afectó, profundamente, desde sus tres años. A Paco le gustaba preguntar a Benita qué debía hacer, a la vez que le reservaba a ella los pequeños regalos que recibía.

Paco fue sincero, claro, libre, trabajador, amante del orden y de la paz, limpio y ordenado, generoso, ocurrente, simpático, abierto, conversador; a él le gustaba relacionarse con nuevas personas, con las que construía, rápidamente, una gran amistad; se preocupaba por los niños y niñas y por las personas necesitadas de cariño y protección; respetaba lo ajeno, de forma insobornable, y desde su gran amor hacía destilar un continuo buen humor; disfrutaba decir nombres de personas, añadiendo el estribillo de “que es amigo mío?, que es amiga mía”; fue misericordioso; reconciliable sin demora; fuerte y, a la vez, tierno; sumamente agradecido y alegre; amante del entorno familiar, cosa en la que sintonizaba, en grado superlativo, con Benita, para quien su familia y su hogar eran su preferencia. Benita amaba inmensamente a su familia, con la que siempre quiso vivir y esta familia la hacía extensible, con enorme cariño, hasta sus tíos y primos, a quienes quería como hermanos.

El arraigo familiar de Benita fue total e incondicional. Siendo muy joven, ya se ocupaba de sus hermanos; siempre quiso a sus padres, sintiendo a su madre, como la mejor amiga de su vida; pensaba, con interés, lo de los “hogares” de sus hermanos. Nunca quiso ni imaginó vivir en una familia diferente a la suya, pués la quería como era?, de forma incondicional.

Paco y Benita eran entre sí como un acorde musical. A los dos les encantaban los colores, lo estético, la armonía de las personas y de las cosas, la música? Benita solía repetir: “lo mejor que se puede hacer, en la vida, es cantar”. Paco disfrutaba de los cantos de Benita. Ella siempre estuvo dispuesta para el canto melodioso, alegre, solemne? El día de su entierro y junto a su féretro, un grupo de familiares aumentó el grado de emoción, cuando interpretó una de las canciones preferidas de Benita: “De colores, de colores se visten los campos, en la primavera. De colores, de colores son los pajaritos que vienen de afuera. De colores, de colores es el arco-iris que vemos lucir. Y por eso los grandes amores de muchos colores me gustan a mí. Y por eso los grandes amores de muchos colores me gustan a mí”.

Todo lo expuesto hace, una vez más, muy evidente que la muerte de las personas que tenemos cerca se nos lleva un pedazo de nosotros mismos. La muerte nos rompe. Da igual que sea la muerte de alguien ya mayor, que ha podido vivir una larga vida, o la muerte, ya tristemente esperada, de un enfermo, o la súbita muerte que agrede de repente, sin avisar.

Siempre, cuando muere alguien cercano, alguien a quien amamos, perdemos un pedazo de nuestra vida misma.

Y el tiempo, del que dicen que lo arregla todo, no podrá resolver esta situación. Y nos preguntamos: ¿Qué vamos a hacer, cómo podemos vivir esta realidad tan dolorosa?

Para los creyentes, Dios está a nuestro lado, nos acompaña. No debemos tener miedo de buscar su mano amorosa para que nos guíe. Dios no necesita que se lo pidamos, nosotros sí necesitamos pedírselo, sí necesitamos expresar a nuestro Padre Dios los mejores deseos y nuestra confianza en su bondad inagotable. Por esto, hoy, a las 12:15 horas, en la iglesia de Tunte, hay Eucaristía “de Gloria” y “de Pascua de Resurrección” por Paco y Benita.

Ha pasado ya un año desde sus muertes y pasarán muchos, muchos más pero > Por esto estamos aquí.