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Memorias de un desmemoriado

Cristóbal D. Peñate

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José Manuel Soria López no tiene edad para estar preparando sus memorias, pero su afán vengativo le puede. A un semestre justo de cumplir los sesenta años, ha encargado a un negro que le escriba un librito de 150 páginas para poner a parir a todos los que él cree que le han truncado su carrera política.

No habrá tenido una vida muy plena para resumir en un libro tan pequeño todas sus aventuras y desventuras, todos sus éxitos y sus fracasos. Los libros de memorias tienen como mínimo el doble de páginas para empezarlos a llamarlos así. Un libro de memorias de 150 páginas queda reducido a dos o tres capítulos de cualquier vida: la infancia con la primera comunión, la adolescencia con la confirmación y la juventud con la boda.

Parece que el hombre se quiere desquitar de varios compañeros de filas, correligionarios que osaron quitarle protagonismo y acabaron con su dilatada vida pública en un abrir y cerrar de ojos cuando él se creía el más listo de la clase.

Soria quiere enfangar aún más la embarrada imagen del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Parece lógico que casi todos los españoles quieran lo peor para el ministro de Hacienda, casi siempre el más odiado de los ministros que forman cualquier gobierno. Pero hasta ahora por lo menos los ministros de Hacienda estaban alejados de las fauces de sus colegas de gabinete, aunque se sepa que los peores enemigos de los políticos son los de su mismo partido.

Soria culpa a Montoro de ser uno de los principales responsables de su salida del Gobierno de Rajoy cuando todo el mundo sabe que el principal responsable fue él mismo, sus mentiras y sus cuentas en paraísos fiscales. El exministro de Industria echa la culpa al ministro de Hacienda porque fue el que descubrió sus irregularidades.

Pero con todo lo más asombroso de esto es que un desmemoriado como Soria, que olvidó que tenía negocios turbios en Panamá y empleó a menudo el nosabe-nocontesta ante los periodistas, se atreva a escribir un libro de memorias. Bueno, más que escribir, encargar. Si se lo encarga al que le llevó el gabinete de comunicación en su etapa ministerial, está perdido porque aquel pobre no sabe hacer la o con un canuto.

Memorias de un desmemoriado escritas por un analfabeto funcional. Seguro que será un best-seller.

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