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Milagro (sindicado) del Pino

José A. Alemán / José A. Alemán

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La última suya es el viaje a Guinea Ecuatorial, espero que en condiciones de pago normales. Fue al frente de una misión empresarial y les adelanto que la iniciativa está más que justificada sobre el papel y a la espera de resultados porque, en efecto, los empresarios han de moverse. Pero me llamaron la atención las declaraciones de Soria, que dijo ir allá con humildad, sin ánimo de decirle a nadie lo que tiene que hacer.

Vaya por delante que Obiang no es de las amistades más recomendables, aunque uno comprenda que los empresarios sean pragmáticos por mor del posible negocio. Nada que objetar, aunque no ignore lo que es Obiang; en lo que se ha convertido y su forma tan “personal” de gestionar la riqueza que ha comenzado a explotar la ex colonia. Lo que quiero destacar es la capacidad de Soria para darle trascendencia a lo obvio y obligado. Bonito fuera que se le ocurriera enmendarle la plana al mandatario de un país en el que se está de visita. Aunque lo llamativo no sea la humildad, que es una virtud, sino que adopte esa actitud obligada de punto en boca y la presente como si respondiera a una decisión suya y no al hecho de que no puede hacer otra cosa, no vaya Obiang a correrlo. No interesa a los empresarios que meta la pata ni a él quedar invalidado para este tipo de acciones. Hay que mirar detrás de sus palabras y preguntarse si no habrá algo de prejuicio racial en esa humildad que no se ha autoimpuesto en visitas a otros países de coloración homologada. Es imposible no recordar la forma en que, como alcalde, afrontó la cuestión de los inmigrantes.

He agotado con creces la dosis soriásica máxima que me permite el médico para que no me salgan granos. Por eso les diré que, mientras Soria andaba por allá, Paulino cogía caminito de Teror. Su agenda de patronos y patronas a visitar es apretada y lamento que no pudiéramos grabarle (ilegalmente, por supuesto) sus peticiones a los intercesores tras las caminatas. Tampoco hemos querido aplicarle la alcachofa a los escoltas acompañantes, a ver si con un poco suerte topábamos con algún maldiciente de las devociones del presidente, harto de dar pata. El caso es que, Paulino fue a Teror como un romero más, que suele decirse de los reyes cuando se van de copas con el populacho.

No sé qué le habrá pedido Paulino a la Virgen del Pino, pero es evidente que los patronos y patronas de las islas escucharon las oraciones de alguien, no necesariamente las de Paulino, y sindicaron sus poderes para obrar el milagro, no pequeño, de que esto se mantenga en pie a pesar del Gobierno.

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