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Mismos derechos, mismos salarios

Iñaki Lavandera

La brecha salarial entre hombres y mujeres en España supera en tres puntos la media europea. Los hombres españoles perciben un salario un 24 por ciento superior al de las mujeres. En Canarias, la diferencia se sitúa en el 14,8 por ciento. Es cierto que la distancia se ha reducido, pero no debemos olvidar la destrucción de empleo tradicionalmente masculinizado debido a la crisis económica, como puede ser el enmarcado en el sector de la construcción. Comparando la media salarial, es como si las mujeres españolas trabajasen gratis unos dos meses al año.

Por si esto fuese poco, siguen siendo las mujeres quienes se responsabilizan de tareas no remuneradas que resultan esenciales en nuestra sociedad: el cuidado de los hijos, la atención a familiares, el trabajo doméstico… Muchas de ellas suelen verse en la obligación de abandonar un empleo para dedicarse a ello, de tal forma que sus ingresos y sus futuras pensiones se ven seriamente dañados. Es indudable que son las grandes castigadas por esta crisis, con el plus de que los recortes del PP en políticas sobre bienestar social han motivado que la protección de sectores vulnerables recaiga en un 76 por ciento en ellas.

Analizando la situación de las mujeres que trabajan fuera de su hogar, a su jornada laboral suman unas 26 horas más de trabajo a la semana cuando llegan a casa. Asombroso: frente a las cuatro horas diarias que dedican a estas labores, están las nueve horas ¡semanales! que dedica el hombre.

Pasemos a analizar las cifras en cuanto a los puestos directivos: menos del cuatro por ciento de puestos de dirección en empresas los ocupan mujeres. ¿Por qué a mujeres con la misma formación, la misma capacidad y, en general, las mismas condiciones que un hombre se les cierran las puertas de una forma tan abrumadora? Por increíble que parezca, es un hecho constatado: cuentan con idéntica preparación, con idénticas aptitudes y actitudes, pero con inferior consideración por el único motivo aparente de que son mujeres.

En España, las leyes aprobadas por el Gobierno central en los últimos cuatro años no han ayudado a hacer justicia. La reforma laboral de Ejecutivo del PP ha precarizado las condiciones de trabajo especialmente para las mujeres, ahondando en la discriminación salarial. Tampoco debemos obviar una parálisis de la ley de dependencia que ha hecho perder calidad de vida a las mujeres que se encuentran en esa situación y/o a sus cuidadoras, sin olvidar a las muchas mujeres que conforman familias monoparentales que han vivido la amenaza de un desahucio por una crisis que se ha cebado en ellas mientras el Gobierno de Rajoy ha mirado hacia otro lado, hacia el lado de la banca.

El PP ha querido que las mujeres vuelvan a la España del blanco y negro: en casa a limpiar, cocinar y criar a los niños pero, afortunadamente, esa imagen forma parte ya de un pasado que la gran mayoría de la ciudadanía no quiere ni recordar. Sólo el PP parece sentir nostalgia de esas épocas; de ahí su afán por intentar ‘cargarse’ en sólo cuatro años lo que tantas décadas llevamos construyendo con muchísimo esfuerzo.

El Gobierno de Canarias, muy al contrario, está trabajando sin tregua por la inclusión desde la perspectiva de género en áreas como Empleo, Vivienda y Política Social. El Instituto Canario de Igualdad, por su parte, continúa desarrollando acciones para mejorar la efectividad y el impacto social de las políticas para la mujer, porque la apuesta canaria por la igualdad en todos los frentes sí es decisiva.

La tendencia deja espacio al optimismo. Seguimos venciendo estereotipos, pero no podemos permitirnos bajar la guardia. Continúa siendo necesario apostar por medidas de conciliación, trabajar sin descanso para concienciar a la sociedad, centrar el foco en la prevención en el ámbito educativo y en la promoción de acciones de fortalecimiento de políticas sociales que liberen a las mujeres de las tareas de cuidado de personas dependientes e hijos, estos últimos también por la carencia de plazas públicas en escuelas infantiles.

Debemos enseñar a los y las jóvenes, desde edades tempranas, que es de sentido común luchar por alcanzar una igualdad real y que lo verdaderamente inaceptable es que un hombre gane más por realizar exactamente la misma tarea que una mujer, que una mujer no pueda acceder a un puesto directivo por el mero hecho de serlo o que el cuidado de terceras personas las empuje a quedarse en casa.

Desde el PSOE vamos a seguir haciendo todo cuanto esté a nuestro alcance hasta lograrlo. Continuaremos caminando de la mano del movimiento feminista, de los colectivos cuya razón de ser es la defensa de la igualdad, porque esta lucha va en nuestra forma de ver la sociedad, en nuestras siglas, en nuestra historia.

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